Los límites del poder parlamentario de Trump

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

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El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Thompson.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Thompson. JIM LO SCALZO | EFE

04 ene 2025 . Actualizado a las 12:59 h.

Hasta el día 20 de este mes Donald Trump no jurará su cargo de presidente de Estados Unidos, pero en la práctica su mandato comenzó ya este viernes con la elección del portavoz (es decir, el presidente) de la Cámara de Representantes. Se esperaba que el elegido fuese el republicano Mike Johnson, que contaba con el visto bueno de Trump, pero sus correligionarios no las tenían todas consigo. Aunque los republicanos tienen mayoría en la Cámara, esta es muy ajustada, de unos pocos escaños, la más escasa en casi un siglo. Esto convertía la votación de este viernes en la Cámara en doblemente importante para Trump. Por una parte, era un examen de sus buenas o malas relaciones con el Congreso, por otra, se trataba de elegir a la persona que va a tener que gestionar esas relaciones. Los republicanos tenían muy en mente el espectáculo de hace dos años, cuando Kevin McCarthy requirió cuatro días y quince votaciones para ser investido. Y probablemente haya sido este temor al precedente el que al final ha acabado engrasando la elección de Mike Johnson, que ha conseguido reunir más votos que simpatías dentro de su propio partido para convertirse en portavoz. Johnson no cuenta con la confianza del ala más a la derecha de los suyos, que ha mostrado claramente su disgusto con esta elección. Tampoco se considera a Johnson particularmente hábil, algo que se pudo ver en su manejo de la votación del techo de gasto hace pocas semanas, en la que no consiguió el resultado que le había pedido Trump.

Que, a pesar de todo esto, Trump decidiese darle su apoyo a Johnson es señal de las dificultades que él mismo prevé en el plano legislativo. Johnson ya ostentaba el puesto, por lo que tenía a su favor al menos la inercia, ya que no el entusiasmo. Así que se puede decir que el primer éxito de Trump es a la vez su primera concesión al pragmatismo. Seguirán otras. El triunfalismo de los republicanos y el catastrofismo de los demócratas coinciden en exagerar el poder con el que cuenta Trump en este segundo mandato, pero el sistema tiene sus mecanismos de equilibro. Un programa tan ambicioso como el que se ha propuesto el presidente electo va a requerir más músculo parlamentario del que tienen los republicanos en la Cámara y Mike Johnson, con su manejo de los tiempos parlamentarios y la agenda, puede ser crucial para que Trump pueda hacer votar a tiempo sus iniciativas. Precisamente por eso veremos ahora a los demócratas utilizar las tácticas parlamentarias dilatorias que les han venido reprochando a los republicanos en el mandato de Joe Biden (el llamado filibusterismo). Porque el ritmo de las decisiones políticas es ahora fundamental. Trump es consciente de que tiene que empezar a aprobar leyes muy rápidamente, antes de que se le echen encima las elecciones «de mitad de mandato» que, en general, suelen hacer perder congresistas al partido que gobierna. Como ha sucedido con tantos otros presidentes norteamericanos, el éxito o fracaso del mandato se decidirá en estos primeros meses.