Velas y flores para recordar a las víctimas de una catástrofe que puede volver a ocurrir
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El 20 aniversario del tsunami en el que murieron 229.012 personas recuerda la ola de solidaridad desatada tras el desastre, un «símbolo de humanidad»
27 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«Salí al balcón y noté que el mar cambiaba. Después comenzó a formarse una ola enorme con una fuerza increíble. La gente comenzó a gritar y a correr de un lado a otro. Me vinieron a la mente imágenes de la guerra que viví de joven». El relato describe lo que el excanciller alemán Helmut Kohl, fallecido en el 2017, observó la mañana del 26 de diciembre del 2004 desde el balcón de la habitación ubicada en el tercer piso del hotel donde pasaba sus vacaciones en el sudeste de Sri Lanka. No lejos de allí, la gran ola golpeó el tren que recorría la línea de costa entre Colombo y Galle. La vía quedó arrasada, como ocurría tras los bombardeos de las líneas de comunicación durante la Segunda Guerra Mundial que vivió Kolh, y las mil personas que viajaban a bordo se esfumaron entre los escombros o arrastradas por la furia del mar.
Este jueves otro tren hizo ese mismo recorrido por unas vías totalmente renovadas. Fue un viaje lento, un homenaje con parada frente al monumento que recuerda a los pasajeros de aquel tren y a las 229.012 víctimas que dejó la catástrofe en Indonesia, Tailandia, Sri Lanka, la India, Birmania, Maldivas, Bangladés, Malasia, Somalia, Kenia, Tanzania, las islas Seychelles... Un desastre natural que puede volver a repetirse.
Y aunque ahora las alertas no llegan ya por fax, como ocurrió aquella mañana en la que las oficinas estaban cerradas porque las excolonias británicas celebraban su Boxing Day, la falta de concienciación sobre el peligro que implica vivir junto al mar en esta parte del mundo es la mayor preocupación: «El aspecto más aterrador es que incluso con las boyas de emergencia en su lugar, todo depende de que la gente entienda cuándo prepararse para posibles señales de advertencia», comentó este jueves a Europa Press el senador tailandés, Ratchaneekorn Thongthip. Y hay algunas escuelas en Indonesia levantadas junto al mar donde, según cuenta Irma Lisa al diario digital BenarNews, «la preparación para desastres está completamente ausente, no solo en sus planes de estudio, sino incluso en sus actividades extracurriculares». Ella se dedica precisamente a advertir a las nuevas generaciones sobre lo que puede pasar. Lo sabe bien. En su pueblo murió el 90 % de la población por el ataque del agua.
Eso que son muchos los que no podrán olvidar nunca lo que pasó. Sobre todo en aniversarios como el celebrado este jueves en los que, como dijo la responsable del Gobierno de la UE, Ursula Von der Leyen, «recordamos a las víctimas, honramos la resiliencia de los supervivientes y rendimos homenaje a la solidaridad mundial que siguió». A recordar esa otra ola de solidaridad internacional que afloró de entre los escombros, la muerte, el dolor y la desesperación tras el tsunami también se sumó el presidente francés, Emmanuel Macron, que a través de la red social X apeló a unas muestras de solidaridad internacional que «continúan siendo un símbolo de esperanza y de humanidad». Y además de comentar que sus pensamientos «están con los que perdieron a seres queridos y los millones de personas que se vieron afectadas por el desastre», el primer ministro británico, Keir Starmer, dijo estar también «con todos aquellos que ayudaron en la reconstrucción».
Porque el tsunami, pese a todo, también ayudó a curar heridas abiertas durante décadas en una zona en la que conviven budistas, musulmanes, hindúes, cristianos.... Quizá el mayor ejemplo de cómo ayudó a difuminar cicatrices es lo que ocurrió en la zona cero de la catástrofe, Banda Aceh.
Hace veinte años llegar hasta esta ciudad en la que prácticamente sobrevivió solo la mezquita era complicado. Tres décadas de conflicto entre las guerrillas del Movimiento de una Aceh Libre (GAM) y el Gobierno indonesio habían dejado un rastro de 15.000 muertos, sumiendo la zona en una profunda pobreza. Pero el tsunami parece que removió conciencias. Un año después GAM y Gobierno alcanzaron un acuerdo de paz.
Leche para alimentar el golfo de Bengala
En la ciudad tailandesa de Ban Nam Khem hay un muro. Está construido con ladrillos que forman mosaicos. Sobre ellos cuelgan azulejos con placas donde se leen los nombres de algunas de las personas que se tragó el mar hace ya veinte años. Junto a algunos nombres hay una foto. Junto a otros no. Pero este jueves la marea de personas que desfiló frente a ese muro levantado junto al mar de Andamán fue dejando al lado de cada nombre flores blancas y velas para iluminar su recuerdo.
Fue una ceremonia que unió a vecinos del pueblo que más sufrió la catástrofe y a los que se acercaron hasta allí desde otras partes de Tailandia, de Europa, de Australia.... de aquí y de allá. Porque fue en Tailandia donde más turistas perdieron la vida.
Habían ido para pasar las vacaciones de Navidad y la ola los cogió por sorpresa. Había gente mayor, niños, jóvenes.... como la hija de Emma que había acudido desde Berlín con unos amigos para disfrutar de unos días de sol lejos del frío del invierno alemán. Esta mujer era una de las que estaban en este desfile de homenaje a los que se fueron aquella mañana de diciembre, como recoge Efe. Y allí lloró y también rio recordando los buenos momentos que pasó con ella. Las flores también se usaron como ofrenda en una de las playas de Peraliya, un suburbio de la ciudad de Galle, en Sri Lanka. Los familiares de los muertos fueron clavando en la arena ramos hechos con hojas de palma y anturiums rojos.
En cambio, en Pattinapakkam, un arenal ubicado al sudeste de la India, en Chennai, la gente no llevó flores. Cargó con pequeños jarros color plata en los que llevaban leche que arrojaron luego sobre el mar de la bahía de Bengala.
Y, como estos arenales, fueron muchos más los que reunieron este jueves a decenas de miles de personas que homenajearon a las víctimas. Porque dicen que los muertos no desaparecen mientras alguien los recuerde. Por eso este jueves las 229.012 víctimas del tsunami regresaron junto a todos los que se acercaron hasta la costa del Golfo de Bengala para decirles que no los olvidan.