El nuevo primer ministro ha recuperado a ilustres figuras, como Manuel Valls
23 dic 2024 . Actualizado a las 21:57 h.Francia tiene por fin un nuevo Gobierno. El secretario general del Elíseo, Alexis Kohler, desgranó este lunes sus nombres desde las escaleras del palacio presidencial. La principal sorpresa del nuevo Ejecutivo es el regreso de dos antiguos primer ministros, Elisabeth Borne y, sobre todo, Manuel Valls que, tras un breve paso por la política española, vuelve a su país de acogida.
Borne asume la cartera de Educación, «el primer desafío» del país según indicó anoche François Bayrou, mientras que Valls ha sido nombrado ministro de Estado de Territorios de Ultramar. «Es a veces un poco kamikaze», comentó Bayrou sobre Valls, pero «me gustan las personas audaces que aceptar asumir los riesgos».
Tanto Valls como Borne son figuras del socialismo francés, pero especialmente Valls ha roto con la dirección del socialismo actual desde que negocia con la extrema izquierda. Por eso, aunque Bayrou quería formar un Gobierno con un tercio de ministros de centro, un tercio de izquierdas y un tercio de derechas, finalmente se puede decir que su equipo cojea del ala izquierda.
Eso no le impide declarar en su cuenta X que está «muy orgulloso del equipo presentado esta noche. Un colectivo de experiencia para reconciliar y renovar la confianza con todos los franceses».
Además, Bayrou, a diferencia de Michel Barnier, que dirigió un equipo de ministros, en su mayoría novatos y poco conocidos por los ciudadanos, ha dicho desde el primer momento que quería ministros experimentados que conozcan al dedillo la maquinaria parlamentaria, algo esencial sobre todo con una Asamblea tan dividida como la actual.
Entre los que han logrado mantenerse en sus puestos figuran la ministra de Justicia, Rachida Dati, el ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, el de Defensa, Sébastien Lecornu, la de Agricultura, Annie Genevard, y el ministro del Interior, Bruno Retailleau. Este último es fuertemente vilipendiado por la izquierda, pero cuenta con el apoyo de su partido, Los Republicanos, y sobre todo con el de la Agrupación Nacional (RN) y su líder Marine Le Pen.
El veto de la ultraderechista
De hecho, no es el único elemento en el que se puede observar su influencia ya que el presidente de la región de Altos de Francia, Xavier Bertrand tenía prometida la cartera de Justicia, pero la extrema derecha ha impuesto su veto. Es la condición que han puesto para dejar aparcado, al menos de momento, el recurso a una moción de censura. Bertrand se ha quedado fuera y él mismo lo confirmaba amargamente anoche en su cuenta X. «El primer ministro me ha informado, contrariamente a lo que me había propuesto, que no está en condiciones de confiarme la responsabilidad del ministerio de Justicia por la oposición de la Agrupación Nacional», escribió en un comunicado el presidente de Altos de Francia. «A pesar de sus nuevas propuestas [de ministerios], me he negado a participar en un Gobierno de Francia formado con el aval de Marine Le Pen», afirmó, extremo que Bayrou negó anoche.
Bertrand siempre ha hecho gala de su lucha contra la extrema derecha, y Le Pen ha incluido su nombre en la «lista negra» de personalidades políticas que tratan «de forma despectiva» a sus electores. Además, sabiendo que Le Pen está a la espera de sentencia por el desvío de fondos del Parlamento Europeo a su partido, el nombramiento de Bertrand en Justicia era visto como una provocación. En su lugar ha sido nombrado Gérard Darmanin, el antiguo ministro del Interior, que soñaba con asumir Asuntos Exteriores pero ha tenido que conformarse con Justicia.
También causó sorpresa el nombramiento de Eric Lombard, que salta a la política como ministro de Economía y Finanzas. Lombard ha dirigido hasta ahora la Caisse des Dépôts, una institución financiera pública francesa, y ha desarrollado el grueso de su carrera en el mundo de la banca y los seguros, aunque en los primeros años ocupó diversos puestos de consejero ministerial en diversos gobiernos socialistas.