Se habla de «optimismo» o «pesimismo» respecto al futuro de Siria. Ambas actitudes son un estorbo para la predicción. Tampoco es útil fijarse únicamente, como hacen tantos políticos y medios, en las garantías que puedan ofrecer los nuevos gobernantes a mujeres y minorías. El islamismo tiene su propio discurso supuestamente feminista y pluralista que no coincide con el occidental, lo que se presta a confusiones. Lo único que garantizará los derechos de los sirios será una constitución democrática. De modo que la pregunta es cómo de probable es esto y cómo se puede llegar hasta ahí.
De momento, las declaraciones de los líderes de Hayat Tahrir al Sham (HTS), el grupo islamista que ha tomado el poder en Siria, van en la buena dirección, pero más importante aún es el hecho de que el HTS no es tan poderoso como se ha hecho pensar. Ellos iniciaron la ofensiva final contra Al Asad, pero otros grupos se pusieron también en marcha y ocuparon parte del país. No fue HTS quien liberó Damasco sino el Ejército Comando Revolucionario (RCA) y la Sala de Operaciones del Sur (SOR), que ahora se reparten su control. El primero es una milicia financiada por Estados Unidos para luchar contra el Estado Islámico. La segunda es una coalición local de la región de Deraa que fue enemiga de HTS e incluso llegó a forjar alianzas de conveniencia con Rusia y con el propio Al Asad. Afortunadamente, no parece que vayan a enfrentarse por el poder. Esas otras dos milicias han permitido que HTS capitalice el triunfo y domine el Gobierno transitorio, en el que el único independiente es el ministro de Finanzas, seguramente porque ellos carecen de cuadros dirigentes, mientras que HTS lleva años gobernando la provincia de Idlib. Una de las medidas que ha anunciado ese Gobierno transitorio es la disolución de las facciones armadas para fundirlas en un Ejército nacional, lo que reduce el riesgo de una somalización del país, con señores de la guerra y milicias privadas. De paso, supone en la práctica el desarme de HTS, lo que facilita su salida de la lista internacional de grupos terroristas, un trámite pragmático indispensable.
Esta desmilitarización de la revolución es necesaria, pero la transición hacia una democracia tan solo será posible si se incorporan al proceso partidos laicos y democráticos. ¿Los hay en Siria? Sí los hay, pero la caída del régimen los ha sorprendido debilitados y en el exilio. La mayoría están agrupados en la Coalición Nacional Siria, que ha dado su apoyo al Gobierno transitorio del HTS, aunque dejando caer que debería abrirse a otras fuerzas. El hecho de que la Coalición Nacional tenga su centro en Estambul y esté apadrinada por Turquía, lo mismo que el HTS, hace concebir esperanzas de un entendimiento entre ambos. Ayer mismo, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan decía que el proceso político sirio debe conducir a elecciones y una constitución. En todo caso, está previsto que en marzo del año entrante este Gobierno transitorio dé paso a otro constituyente. Ese será el momento de la verdad para saber si Siria se encamina o no hacia una democracia.
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