El lujoso exilio de la familia Asad en Moscú

Andrés Rey REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD · Exclusivo suscriptores

La imagen de Bachar al Asad, en el suelo, en una de las habitaciones de su palacio.
La imagen de Bachar al Asad, en el suelo, en una de las habitaciones de su palacio. Amr Abdallah Dalsh | REUTERS

Veinte apartamentos por valor de 38 millones de euros

11 dic 2024 . Actualizado a las 12:01 h.

El domingo por la mañana, mientras miles de detenidos demacrados salían en masa de las cárceles del régimen sirio, los extasiados damascenos hurgaban en las entrañas del palacio presidencial, entre muebles rotos, ropa revuelta y bolsos de diseño abandonados. Pero Bachar al Asad no estaba por ninguna parte.

La única señal del dictador, cuya familia había gobernado el país durante medio siglo, era su imponente retrato. Solo que ahora, en vez de estar en su lugar habitual, en las paredes y sobre los escritorios, las imágenes de Al Asad eran pisoteadas por una masa enfervorecida. La misma masa que, durante años, él había bombardeado, gaseado y torturado para someterla. «Para sobrevivir», señala Bassam Barbandi, un exdiplomático sirio que desertó y se unió a la oposición.

Y por esa misma razón, para sobrevivir, Al Asad huyó a Moscú. Todo en el lujoso palacio apuntaba a la marcha apresurada de él y su familia, que el Kremlin confirmó el lunes sin hacer demasiado ruido. El propio Vladimir Putin les dio permiso «por razones esencialmente humanitarias», pero no tiene previsto reunirse con el dictador.

El ya expresidente sirio no encontrará difícil adaptarse al frío invierno moscovita. Antes de que la muerte de su hermano Bassel —tuvo un accidente con su Mercedes en 1994— lo convirtiese en sucesor, Bachar se formó como oftalmólogo en Londres. Allí fue donde conoció a su mujer, Asma, que nació en la capital británica, trabajaba como banquera de JP Morgan y fue elogiada por Vogue como «una rosa en el desierto».

Además, según una investigación publicada por el Financial Times en el 2019, la familia del autócrata posee al menos 20 apartamentos por valor de 38 millones de euros en Moscú. Un dato que ilustra el papel de Rusia como guardián clave del régimen sirio y que expone las maniobras de Al Asad para mover dinero más allá del alcance de las sanciones occidentales.

El matrimonio que venía de Occidente pero se negó a occidentalizar Siria descansa ahora lejos de las bombas rebeldes y cerca de su primogénito: Hafez al Asad, un amante de las matemáticas de 22 años que acaba de defender su tesis doctoral. 98 páginas escritas en ruso, centradas en la teoría de números algebraicos y en la investigación de polinomios, que lograron conquistar al comité examinador.

En su intenso discurso de agradecimiento, el 29 de noviembre, Hafez reconoció el valor de los «mártires» de su patria, particularmente el de los soldados del régimen. Su madre estaba entre el público. Ninguno de los dos sospechaba entonces que la cara de Bachar, su padre y marido, sería pisoteada por miles de rebeldes enfervorecidos unos días después.