Investigadores cuestionan el uso de este concepto para explicar la urgencia de la crisis climática
08 dic 2024 . Actualizado a las 13:49 h.Una de las hipótesis más influyentes en los últimos años en la ciencia del clima menciona el concepto de «puntos de inflexión». Según esta tesis, la Tierra cuenta con mecanismos de regulación como la selva amazónica y el hielo de los polos, entre otros, que mantienen la temperatura media global estable y sobre los 14 grados. Ahora, debido al calentamiento antropogénico, algunos podrían estar a punto de alcanzar un límite de desestabilización crítico que una vez superado sería irreversible.
Otros de los mecanismos naturales asociados a este teoría es la Corriente del Atlántico Norte. Hay muchos estudios que aseguran que debido al deshielo de Groenlandia, la invasión de agua dulce en el extremo norte del Atlántico podría frenar la circulación marina que transporta calor hacia Europa. Algunos estudios proponen que podría colapsar a mediados de siglo.
El uso de este concepto se popularizó a principios de la década del siglo XXI tras la publicación del «best-seller» de Malcolm Gladwell El punto de inflexión: cómo las pequeñas cosas pueden marcar una gran diferencia. Este escritor del New Yorker definió un punto de inflexión como «el momento de masa crítica, el umbral, el punto de ebullición» y lo aplicó como un principio subyacente a varias tendencias sociológicas, desde el aumento de la popularidad de los zapatos Hush Puppies hasta las pronunciadas caídas en las tasas de criminalidad.
La teoría de los llamados tipping points (en inglés) ha cambiado el lenguaje que la ciencia usa para explicar el cambio climático a la población. Sin embargo, un artículo publicado por investigadores de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) en la prestigiosa revista Nature Climate Change cuestiona el uso recurrente de este concepto.
«Si bien muchos de los fenómenos físicos agrupados bajo la etiqueta de puntos de inflexión son importantes y vale la pena estudiarlos, el marco de puntos de inflexión no necesariamente resalta y puede oscurecer sus aspectos más críticos», sugiere Robert Kopp, primer autor del artículo.
Los responsables del estudio aseguran que es más probable que el público responda a amenazas que se perciben como relativamente ciertas, a corto plazo y cercanas que a lo que se percibe como peligros abstractos, cuyo momento de ocurrencia es altamente incierto o impredecible.
Esta investigación que aplica las ciencias sociales a la física, destaca que es más probable que la acción colectiva se inspire por «eventos identificables vinculados al cambio climático como incendios forestales generalizados, sequías prolongadas, olas de calor intensas e inundaciones que por la noción más abstracta y de aplicación más vaga de los puntos de inflexión climáticos».
Los autores añaden que «sería un error permitir que se perciba erróneamente que la ciencia identifica umbrales precisos para resultados catastróficos cuando el momento de tales umbrales es profundamente incierto. Esto podría conducir a un efecto de falsa alarma que puede reducir la credibilidad de futuras afirmaciones si esos resultados catastróficos no se producen cuando se cruzan los umbrales previstos», dicen.