Caroline Hatem, dramaturga y actriz libanesa: «La sociedad israelí ha caído en la deshumanización del otro»

Ricard G. Samaranch TÚNEZ / E. LA VOZ

ACTUALIDAD · Exclusivo suscriptores

Caroline Hatem, dramaturga y actriz libanesa.
Caroline Hatem, dramaturga y actriz libanesa.

La artista asegura que su país «ha perdido la guerra a nivel militar» pero «de alguna manera, la hemos ganado a nivel moral»

04 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A pesar de su juventud, Caroline Harem es una de las dramaturgas libanesas con una mayor proyección internacional. Esta semana, ha presentado su obra Tránsit Tripoli en el Festival Internacional de Teatro de Cartago, donde ha recibido la noticia del acuerdo de alto el fuego en la guerra que ha asolado su país.

—¿Cuál ha sido su reacción tras conocer la noticia de la tregua?

—Veo con preocupación algunas de sus condiciones del acuerdo, como la que dice que Israel tiene el derecho de intervenir militarmente en el Líbano cuando desee. No es la opinión de la mayoría de libaneses, muchos han reaccionado con euforia.

—En el entorno de Hezbolá aseguran que han ganado la guerra. ¿Usted también lo cree así?

—No, es evidente que el Líbano ha perdido la guerra a nivel militar. Ahora, de alguna manera, la hemos ganado a nivel moral. Israel ha caído en la deshumanización del otro, algo que creo que ni nosotros ni los palestinos hemos hecho con ellos. Cuando uno dice que el otro es una cucaracha, le desposee de toda la belleza de la condición humana, se convierte en un monstruo.

—¿Podría el arresto de Netanyahu resarcir a las víctimas de la guerra en Líbano o Gaza?

—Para mí no, porque el problema no es Netanyahu.. La israelí es una sociedad que ha sido amamantada en el odio. Por eso, una mayoría de la sociedad cree que es moralmente correcto matar a un niño solo porque es árabe. Los jóvenes soldados actúan como si estuvieran jugando un videojuego. Es algo que me cuesta entender, y no sabría cómo abordarlo en una obra.

—¿Cómo se posicionó la sociedad libanesa tras el estallido de la guerra?

—Se formaron dos campos, el de los seguidores de Hezbolá, y el de sus detractores, que le culpaban del inicio de la guerra. Pero también había un tercer campo, en el que me incluyo, de gente a quienes no les gusta el proyecto político de Hezbolá, pero lo consideran nuestra última barrera de protección frente a la barbarie israelí. Si no fuera por ellos, Israel podría perfectamente haberse anexionado el sur del Líbano.

—¿Qué piensa del sistema sectario que rige en su país ¿Es posible cambiarlo?

—el sistema sectario es terrible, no le veo sentido a tener que identificarte con tu comunidad religiosa. Pero tiene una cosa buena: el poder está tan disperso, que no se puede imponer ninguna religión concreta a la sociedad. Además de libertad religiosa, también tenemos libertad de prensa. La verdad es que no tengo ni idea de si es posible cambiar el sistema sectario.

—¿Cómo valora el papel de Occidente en el conflicto?

—La guerra nos ha abierto los ojos sobre la decadencia moral y política de Europa y de Estados Unidos. La gente sale a la calle a protestar contra la guerra, pero eso no se traslada al ámbito político, donde los líderes siguen repitiendo que «Israel tiene derecho a defenderse», aunque eso signifique la muerte de miles de niños. Además, la prensa occidental se limita a seguir al pie de la letra la posición del Gobierno.

—¿Hasta qué punto le ha afectado la guerra a nivel personal?

—Vivo en un barrio que está muy cerca de Dahiye (el barrio chií), así que se oyen mucho los bombardeos. Y es algo que traumatiza porque te sientes bajo una presión constante, aunque sea un barrio seguro. Y no es el mejor ambiente para poder crear.

—Imagino que no debe ser fácil para los artistas libaneses trabajar en este contexto de guerra…

—Estamos ya acostumbrados a resistir, hemos vivido una crisis tras otra. Con el colapso de la economía, las cosas se han vuelto muy difíciles para los artistas. En nuestra compañía, Yazan, hemos podido salir adelante gracias a los fondos de donantes extranjeros. Pero lo que me preocupa más es que ha golpeado al calidad del sistema educativo, que es uno de los recursos más preciosos del Líbano.