Antonio es el hombre con más títulos universitarios del mundo: «Tengo 53 años, tres hijos, trece carreras y estoy estudiando otras cinco»
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El estudiante es también docente universitario, empresario, deportista y padre de tres hijos. «Una hora de estudio al día te puede dar para estudiar tres, cuatro o cinco carreras», dice este madrileño de récord que ha llegado a hacer dos exámenes a la misma hora y 62 asignaturas en un año
06 dic 2024 . Actualizado a las 16:31 h.Trece carreras, dos doctorados y tres posgrados suma a día de hoy Antonio Monroy Antón, la persona que más títulos universitarios tiene del mundo. A sus 53 años, este madrileño hace deporte casi a diario y es padre de familia numerosa. También da clase en la universidad y es propietario de varios negocios. Y no tiene intención de dejar de estudiar, sino todo lo contrario.
De momento, en el currículo formativo de Antonio figuran las carreras de Ciencias Empresariales, Fisioterapia, Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Humanidades y Relaciones Laborales y Recursos Humanos. A mayores, en la UNED completó otros ocho grados más: Derecho, Turismo, Psicología, Historia del Arte, Educación Social, Trabajo Social, Criminología y Ciencias Jurídicas de las Administraciones Públicas. Un doctorado en Economía Financiera, otro en Actividad Física y Deporte, un certificado de Aptitud Pedagógica, un máster en Gestión de Instalaciones Deportivas y un diploma de estudios avanzados en Derecho Mercantil completan su inigualable historial, que va a engrosar muy pronto, porque está estudiando simultáneamente otros cinco grados. Geografía e Historia —«en principio la acabaré en enero, porque me quedan dos asignaturas o así», calcula—, Márketing, Comunicación, Finanzas… «Y, a veces, tengo que pensar cuál es el otro», reconoce—. No es para menos. Luego le viene a la cabeza: Nutrición.
Habla de carreras universitarias como quien lo hace de libros. Y le quita todo el hierro al asunto. «Lo que pasa es que yo tengo una facilidad bastante grande para estudiar, no me cuesta más de una hora al día. Para mí, es una afición como otra cualquiera. Creo que las facultades que tiene uno se deben aprovechar». La pregunta que responde con más frecuencia el madrileño es de dónde saca el tiempo para tanto título. «Bueno, tampoco saco tanto tiempo, saco una hora, que es lo mismo que empleo, por ejemplo, en hacer deporte. Yo, como mínimo, cinco días a la semana hago mi horita de deporte, porque para mí el lema mens sana in corpore sano es muy importante».
ESTUDIA UNA HORA AL DÍA
A priori, pasar por cinco carreras diferentes en tan solo una hora diaria parece imposible. «No creas, el nivel ha bajado mucho. Cuando empecé a estudiar hace treinta años, con una hora al día me daba para sacar una carrera. Ahora, con una hora al día te puede dar para sacar varias, tres, cuatro, cinco…». El resto, asegura, son excusas. «Yo he hecho una prueba con mis propios alumnos. Les hice una encuesta y les pregunté cuánto tiempo dedican de media al día a estudiar. Y ellos me dicen: “Nada, la semana antes de los exámenes”. El resto del año, del curso, no abren un libro. Van a clase, unos atienden, otros no, pero no abren ni un libro. Y la semana anterior le dedican a lo mejor un par de horas al día». Lo dice con conocimiento de causa, porque su trayectoria como docente lo ha llevado a dar clase en casi todas las universidades de Madrid, e incluso también en Zaragoza y Valladolid.
Antonio no es consciente de si tiene altas capacidades, ni le interesa lo más mínimo saberlo. Del hecho de contar su historia tan solo le mueve el interés de que a otros les pueda servir para animarse a estudiar. Recuerda que lo que le motivó a él fue encontrarse en un examen de Derecho con un hombre mayor tras el pupitre. «Era un viejecito que andaba despacito, y recuerdo además que era una asignatura como de segundo o de tercero. En aquel momento eran cinco años la carrera, y pensé: ‘Este hombre está casi empezándola, y míralo ahí, con su fuerza de voluntad’. Al principio me extrañó, pero después dije: ‘Olé por él, se está sacando la carrera por gusto’».
Precisamente, la edad es un factor que, dice, lejos de penalizar, beneficia al estudiante. Aunque con matices. «Se estudia mejor de mayor cuando has estudiado antes de joven. A la gente que no ha estudiado nunca y que hace el curso de acceso a mayores de 45 años, le cuesta mucho. Pero el que ya ha tenido un primer contacto y ha hecho una carrera que terminó en torno a los 24 años, y luego se pone a estudiar a los 50, yo creo que estudia mucho mejor. Porque estudia por gusto, ya sabe lo que le van a preguntar, y el nivel, insisto, ha bajado».
El salto tecnológico, lejos de dificultar, a su juicio también hace más sencillo el trabajo. «Yo creo que la tecnología lo que ha hecho ha sido facilitar las cosas. Cuando mando trabajos a los alumnos y me dicen: “Esto es muy complicado, es que no lo encuentro”, yo les digo: “Vamos a ver, que lo metéis en Google y os salen 200.000 resultados. Que lo tenéis aquí, en el móvil, en casa. Que es que en mi época me mandaban eso y tenía que meterme en la biblioteca a rebuscar libros polvorientos, cogerlos, abrirlos, leer… Y si ese no es, venga, pues otro”. Te tirabas días para hacer un trabajo medianamente decente».
Dice que la más dura de sus trece carreras fue la primera, Ciencias Empresariales. Sin embargo, actualmente no se considera un grado especialmente complicado. «Yo doy clase en ADE y me he encontrado con gente que no sabe multiplicar, que no se sabe las tablas de multiplicación. Eso lo he visto yo. En mi época eso era impensable, tenías que hacer integrales triples, derivadas dobles, cálculos de álgebra complicadísimos… Es que no tiene nada que ver».
Fueron esos estudios los que le dieron la base formativa para iniciar su carrera profesional. Antonio trabajó en Bolsa durante siete años en los que ganó dinero y pudo dedicarse a emprender negocios por cuenta propia. Pero después de unos años dando clase en la universidad, actividad que lleva desempeñando desde el 2005, dejó de estudiar. Hasta que en el 2017 entró en el mercado inmobiliario de forma profesional y decidió retomarlos. El sistema de la UNED, con su edad y una vida profesional plena, se convirtió en su mejor opción. También para compaginarlo con la paternidad.
A Antonio le ha dado tiempo hasta de formar una familia numerosa. «Es que invierto mi tiempo de una manera diferente a otras personas. El otro día, que les planteaba a los alumnos este tema de que yo dedico una hora al día a estudiar, les dije: «Mirad a ver cuánto le dedicáis solo al TikTok». Eran, aproximadamente, dos horas diarias. Y les dije: «¿Lo veis? Con las dos horas del TikTok podríais estar sacando dos carreras, porque vosotros mismos me habéis dicho que a esta carrera ni siquiera le dedicáis una hora al día, y la vais a sacar». Entonces, una alumna me respondió: “Ya, pero es que a mí me entretiene más el TikTok”. Pues adelante, cada uno tiene sus opciones».
No obstante, indica que en su caso, más allá de una facilidad pasmosa para estudiar, influyen otros factores que hacen posible conjugar semejante currículo académico con el deporte y una vida personal y profesional tan plenas: «Mi mujer se ha dedicado bastante más a los hijos, porque durante un tiempo no ha trabajado. He tenido su apoyo en todo momento, y me ha permitido ganar mucho tiempo. Quiero hacerle un agradecimiento especial a ella y a mis hijos, sin los cuales no habría podido conseguir esto. Mi mujer me ha quitado muchísimo trabajo al encargarse en gran medida de ellos, y esa labor muchas veces no se ve en estos récords. Y a mis hijos, porque no me han dado quebraderos de cabeza, lo que me ha permitido tener toda esta actividad como estudiante».
Cierto es que Antonio ha tenido facilidades para estudiar, pero no hay que restarle mérito al hito. Reservar una hora al día de estudio, otra hora para hacer deporte, otras cuantas para dar clase, otras tantas para sus negocios, y compaginarlo con una vida familiar funcional es sacar muchas horas. Y las del día son finitas. Por no decir que en época de exámenes hay que dedicar más. Estudiando cinco carreras, que se solapen exámenes es inevitable.
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DOS EXÁMENES A LA VEZ
«Por suerte, han sido siempre bastante flexibles para cambiarme fechas. Eso está regulado en las universidades», indica él, que en el 2020, en plena pandemia, se encontró con que todos los exámenes se hacían online, y podría decirse que batió otro récord. «Me coincidían tres el mismo día y a la misma hora. Y entonces hablé con la persona responsable de esto, en la secretaría, y le dije que no tenía inconveniente en hacer los tres a la misma hora. Me dijeron que solo tendría una hora y media para hacer los tres, y yo dije: “Ningún problema, hago los tres”».
Al final, solo le permitieron hacer dos simultáneamente. El otro tuvo que dejarlo para septiembre, porque la universidad le dijo que era imposible y que no se había hecho nunca. «Hice los dos exámenes a la misma hora. El primero calculaba que podía tardar unos 30 minutos en hacerlo, y lo hice en ese tiempo. Como eran online, cuando acabé con uno, me pusieron la pantalla del siguiente». Sobra decir que aprobó los dos. También le han coincidido muchas veces varios exámenes de diferentes carreras. «He llegado a tener hasta cinco el mismo día. Y luego, ha habido años de tener muchas asignaturas. Un año tuve 62. Si las divides en dos cuatrimestres, son 31. Entre diez días que suelen durar más o menos los períodos de exámenes, da una media de tres exámenes diarios. Ahora tengo menos, porque ya he ido acabando las carreras. A lo mejor tengo 10 o 12 asignaturas al semestre».
Le motivan más los grados que los doctorados, que ve como un trabajo de una asignatura, «pero un poquito más largo». Dice que hay mucho mito en torno a las tesis, y que a veces son los propios directores los que retrasan el trabajo. «Yo he tenido la suerte de tener muy buenos directores, y por eso los he sacado rápido». Rápido es muy poco decir. Sacó cada una de ellas —hizo un doctorado en la Politécnica de Madrid y otro en la Universidad de Huelva— en tan solo un año. «El mismo año que me matriculé, las saqué». Prefiere la variedad de conocimientos que se aprenden en una carrera a investigar sobre un solo tema en la tesis doctoral. Tiene claro que va a seguir formándose, «a lo mejor no al ritmo que he estado estudiando en los últimos cinco o seis años, pero sí que quiero seguir aprendiendo cosas, y es bueno para el cerebro mantener la mente ocupada», añade.
Por supuesto, dos de sus tres hijos ya estudian más de una carrera. «Mi hijo Miguel, el mayor, terminó ADE y tiene a medias Derecho y Psicología. El pequeño, José Antonio, está con el doble grado de Derecho y ADE, así que también tendrá dos. Y luego, mi hija, que se llama Carmen, está estudiando un grado en Comunicación. Es la única que de momento solo estudia una». Él obtuvo su primer título con 23 años y los dos últimos con 53. No compra las excusas: «Lo de que no hay tiempo te lo dicen para todo, para estudiar, para hacer deporte… Para eso no hay tiempo, pero para estar en el Facebook una hora, sí».
En cualquier caso, Antonio se sabe un afortunado y es consciente de que su currículo de récord no está al alcance de todos. «Soy un privilegiado, porque se dan muchas circunstancias. Tengo posibilidades laborales, familiares y también económicas, porque esto cuesta un dinero entre matrículas y otras cosas, aunque estudies en la pública, como yo». Y no piensa parar. No va a ser fácil arrebatarle el récord.