Un posible cambio de liderazgo bidireccional en la Cámara de Representantes y en el Senado de EE.UU.

Miguel Palacio NUEVA YORK / E. LA VOZ

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La Cámara de Representantes de EE.UU., en una imagen de archivo.
La Cámara de Representantes de EE.UU., en una imagen de archivo. Jim Lo Scalzo | EFE

Ambos organismos del Congreso están partidos a la mitad entre demócratas y republicanos, con una diferencia mínima

06 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Además de elegir un presidente y pronunciarse sobre el aborto, la inmigración, la marihuana y los salarios, los estadounidenses también tuvieron este martes la responsabilidad de determinar qué equilibrio imperará en el Congreso durante los próximos dos años. Una decisión que podría limitar las capacidades de gobierno del próximo ocupante de la Casa Blanca y sobre la que, a día de hoy, están igual de divididos que en la carrera presidencial.

Las elecciones de este año han encontrado un Congreso en el que ambos partidos tienen casi el mismo peso. Los republicanos mantienen el control de la Cámara de Representantes (Cámara Baja) con una mayoría de ocho congresistas: 220 frente a 212, más tres vacantes. El Senado está bajo control demócrata, pero solo gracias a los cuatro independientes que se alinean con los progresistas dándoles un total de 51 escaños, por encima de los 49 republicanos.

Este estrecho reparto se ha materializado en una legislatura repleta de bloqueos parlamentarios y de leyes que iban a morir en una de las dos cámaras. Ese fue el destino, por ejemplo, de la ambiciosa reforma migratoria del presidente Joe Biden en verano, cuando recibió el bloqueo de los republicanos en la Cámara de Representantes a instancias de las ambiciones presidenciales de Donald Trump.

Este martes, los comicios pusieron en juego ambas instituciones una vez más. En la Cámara Baja, los votantes debían reelegir el reparto de los 435 escaños. Hace alrededor de una semana, según el Cook Political Report, se esperaba que mantuviesen su puesto los ocupantes de 173 escaños demócratas y de 189 republicanos. De las 73 plazas restantes, solo 29 se decidirían en competiciones encarnizadas. Sin embargo, con una diferencia de base tan ajustada entre las dos formaciones, cualquier mínima variación podría cambiar el control de la cámara.

Entre todos los escaños, el 22, de Nueva York, ocupado hasta ahora por el republicano Brandon Williams, era uno de los que más probabilidades tenían de pasar a manos demócratas. El partido de Kamala Harris también se benefició de los cambios en los mapas de varios distritos en Alabama y Luisiana, y parecía bien situado para ganar dos asientos en estos territorios gracias al nuevo dibujo de las circunscripciones. Lo mismo ocurría con los republicanos en Carolina del Norte.

Aunque los estadounidenses solo votaban sobre un tercio del Senado (34 escaños), allí también se esperaba un posible cambio en sentido contrario. La retirada del independiente Joe Manchin de uno de los escaños de Virginia Occidental, un estado marcadamente conservador, era una de las pérdidas que temían los del partido del presidente en la Cámara Alta. Además, los 11 asientos republicanos que estaban en juego también eran de distritos conservadores. Contando el voto de desempate del vicepresidente, si la próxima administración fuese republicana, los de Trump solo necesitarían ganar un escaño más para hacerse con el control del Senado. Dos si la próxima presidenta resulta ser Harris.