La dana azota los barrios golpeados: «¡Se están llevando mi casa!»
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Unas 25 personas han perdido su hogar en el humilde barrio de Xenillet
06 nov 2024 . Actualizado a las 10:22 h.«Dicen que este es un barrio conflictivo, quizá por eso aún no han venido muchas cámaras por aquí». Ana vaga por las calles interiores de edificios semialtos del barrio de Xenillet, en el municipio de Torrent. Son viviendas de gente humilde. Rumanos, senegaleses, marroquíes, gitanos evangelistas... Gente golpeada por la vida. Y, a veces, por el resto de la sociedad. Ana llegó a Xenillet desde Tarragona hace treinta años: «Este es mi barrio», no se cansa de repetir. Vivía mirando al barranco del Poyo hasta que la corriente, el día de la dana, la dejó sin hogar: «Era una casa grande, puede que humilde, pero era mi casa, lo que tenía», dice mientras recorre unas calles inundadas de montones de vidas escondidas entre los zapatos, radiadores, planchas, somieres, o cunas que envuelve el barro.
Dos chicos hurgan entre los escombros buscando cosas que recuperar, mientras tres voluntarios de Calpe, Gustavo, Naid y Miguel bombean agua de un garaje: «Es que mira hasta donde ha llegado el agua», describen. Poco o nada es lo que consiguen. Todo está destrozado, como el puente que cruzaba el barranco para que los niños pudieran ir a clase al otro lado del cauce, al CEIP Juan XIII, un edificio que se ve a lo lejos. Aislado. En una atalaya.
«¿Ves ese árbol?. Ahí detrás estaba mi casa. Tenía un jardín»
Al otro lado, las excavadoras retiran escombro. «¿Ves ese árbol?. Ahí detrás estaba mi casa. Tenía un jardín», relata Ana mientras enrosca nerviosa el cable de unos cascos, como un rosario. Por detrás se escucha de repente, el ruido de un camión, Es un vehículo de Tragsa, que se acerca para retirar escombro: «¡Se están llevando mi casa!», exclama. Y los ojos se le llenan de lágrimas. Son treinta años que se van en un camión de la basura.
Ana no tiene ya hogar, como al menos otras 25 personas de este barrio, donde conviven la Iniciativa Islámica de Torrent y la Iglesia Evangélica Bautista de Torrent. Se ha ido a la de su hija, «que vive un poco más allá». Otros de sus vecinos que también se han quedado sin techo se han alojado en el pabellón municipal de El Vedat.
A ella le queda la vida. Por suerte. Y porque su marido, como dice, «escuchó un crujido, como una rama, porque ese día no llovía, hacía viento». El hombre, continúa contando, se asomó a la ventana que daba al barranco, cogió la mochila y dijo «¡venga, vámonos de casa!». Al principio Ana lo tomó «a cachondeo», pero luego vio que el peligro era real. «Porque aquí ya había habido inundaciones más veces, pero no como esta, que lo ha arrasado todo».
Ahora le queda esperar. Igual que esperan en el barrio de Masía del Juez a que encuentren a «dos criaturas que dicen que han desaparecido». Y por eso ella y las vecinas que salen por la ventana al verla pasar contando su historia piden «que nos ayuden, que se acuerden de nosotros», clama el mismo día en el que el Consejo de Ministros ha aprobado ayudas por 10.600 millones para las zonas afectadas, tras declararlas zonas catastrófica. Lo que queda ahora es empezar a remontar.
Va a llevar tiempo. Porque son muchas las familias vapuleadas una vez más, muchos los que hacen cola ante la sede de la iglesia evangélica de la Asociación Nova Vida. Ellos reparten comida caliente. Ayudan al igual que los miembros de la comunidad musulmana. Es un barrio pobre, pero solidario. Y se ve. Se observa cuando las chicas de la iglesia evangélica comienzan a cantar. Para que nadie se olvide de esta parte del municipio de Torrent. Y para plantar un poco de esperanza.