Un viaje de mil kilómetros desde Galicia para ayudar a los afectados por la dana: «Cogimos el coche y once horas»
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Voluntarios coinciden en que es urgente que intervengan maquinarias pesadas
02 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«Todos a una voz, venid hermanos». Es uno de los versos más emblemáticos del himno de la comunidad. Ayer, la población demostró que está más vigente que nunca. Lo demostraron Aida Martínez y Ángel Balbás, que no dudaron en levantarse a las cuatro y media de la mañana para salir a las seis desde A Coruña a La Alcudia, el pueblo de Aída, a echar una mano.
«Fuimos al súper el jueves a arramplar con todo porque el viernes era festivo. Cogimos el coche y once horas», dice Ángel. Su pueblo es, de todos los afectados, uno de los que está más al sur de la provincia de Valencia, lo que les ha permitido llegar en coche por Albacete sin necesidad de andar. «Hicimos una compra muy grande. Nos piden mucho escobas, mangueras a presión y palas. De comida hemos intentado coger productos de primera necesidad: lentejas, alubias, tomate en bote, atún... Nada que necesite nevera», asegura Aida, que advierte de que muchos alcudienses han perdido todo, también sus muebles y electrodomésticos. Aída sufrió por los suyos en la distancia. Su amiga, Isabel Clérigues, vecina de La Alcudia, vivió la tragedia de la dana. «Estamos todos en shock, no da tiempo a asimilarlo. Hay gente que ha perdido a familiares, su casa, su negocio. Hay gente desaparecida, no se sabe si están fallecidos o no», relata, en relación a una angustia que permanece reinante en su pueblo cuatro días después.
A La Alcudia entraron como pudieron. «Hemos visto todos los coches reventados, hemos entrado en dirección contraria. En el tema de circulación, ahora mismo no hay ley», rememora Aída.
«Hay muchísimo fango»
También en coche llegó el joven periodista Salva Gomis a Aldaya. «Pensaba que aportaba más en la calle que en la radio», señala. Repartieron por el pueblo 60 sándwich de jamón y queso, además de sobaos, leche, garrafas de agua y otros bienes de primera necesidad. «Hay muchísimo fango, está todo inundado», lamenta Salva, después de una jornada en la que ayudó en la limpieza de parques, calles y bajos. «Los coches están todos por en medio y son un estorbo. Hay que quitarlos. Mucha gente vino con carretillas para arrastrar los vehículos», asegura.
Héctor Martínez, por su parte, durmió ayer con dolor de espalda. «Estoy orgulloso de ese dolor», asegura, después de andar más de 20 kilómetros en menos de 24 horas. «No soy nada ejemplar, hay mucha gente que ha hecho mucho más», aclara. Ayer se levantó a las seis y media, pasó por Mestalla —el estadio del Valencia CF— para dejar allí comida y agua y anduvo después hasta Benetúser, otro pueblo afectado, para ayudar a los tíos de un amigo. «No hay ni punto de comparación de verlo por televisión a meterte en un taller o en una casa y ver lo que están pasando estas personas», reconoce. Anoche cruzó la pasarela del nuevo cauce del Turia para echar una mano. «Estuvimos quitando barro de la entrada de una parroquia y luego en un taller», asegura.
Todos coinciden en que faltan medios o que, al menos, apenas vieron efectivos mientras ayudaban. «Yo he visto Guardia Civil, bomberos, camiones de la UME... Pero es tal el área afectada, que no es suficiente. Las carreteras son un barrizal y las alcantarillas no tragan. Hacen falta más medios». «Casi todo el mundo que tiene tractor está aquí, sacan todo lo que pueden», asegura Ángel, antes de añadir que, por mucha ayuda que brinden los valencianos, la intervención de maquinaria pesada es urgente. Salva desde Aldaya coincide: «Falta más gente del Ejército y mucha maquinaria».
Todos están abrumados por la respuesta de la sociedad. «Es una locura, la gente ha estado muy atenta», añade Salva. «Si vieras lo que estoy viendo ahora», asegura Héctor, que entonces recorría el camino de vuelta rodeado de decenas y decenas de voluntarios.
Isabel celebra la llegada de efectivos y voluntarios, después de tres días en los que los vecinos de La Alcudia trabajaron a destajo sin apenas asistencia. Tanto ella como Ángel y Aida lamentan que algunos vecinos han sido obligados a ir a trabajar a empleos que no son esenciales. Y, también, ponen el foco en la atención psicológica que con total seguridad necesitarán miles de valencianos.