El 5N, los ciudadanos estadounidenses están llamados a las urnas para elegir al cuadragésimo séptimo presidente de los Estados Unidos de América. Kamala Harris frente a Donald Trump, «Make America Great Again» frente a «Libertad» se enfrentan en una de las elecciones más controvertidas de la historia. En juego, para muchos, la propia subsistencia de la democracia americana tal y como la conocemos. Pero… ¿qué sabemos de las propuestas de uno y otro para el país?
En política económica, las diferencias entre Trump y Harris son evidentes. Trump ha prometido un regreso a una fuerte política proteccionista para desincentivar las importaciones, con un arancel general del 10 % y otro del 60 % aplicable a la importación de productos chinos.
En el caso de España, el sector agroalimentario sería el principal afectado por la vuelta de unos aranceles que ya sacudieron fuertemente a la industria en la primera etapa del magnate neoyorquino.
Harris, por su parte, busca acabar de una vez por todas con los aranceles cruzados entre la UE y EE.UU. La candidata demócrata sería más partidaria de reabrir las negociaciones para la creación de un Tratado de Libre Comercio entre ambas regiones, lo que sería muy bien recibido por los sectores económicos europeos que mantienen relaciones con EE.UU.
En política social, encontramos dos grandes puntos de discordia: la inmigración y la regulación del aborto.
El plan migratorio de Trump pasa por deportar a millones de inmigrantes sin documentación legal cada año. Propone, además, construir grandes campamentos de detención para los migrantes que esperan deportación.
Harris, por su parte, propone la prohibición de entrada durante cinco años a los inmigrantes que sean detenidos tratando de acceder de manera irregular, aumentar el control de fronteras e invertir en tecnología para evitar la entrada de fentanilo en el país.
Este asunto es, probablemente, el talón de Aquiles de la candidata demócrata. No debemos olvidar que Kamala Harris ha estado al frente de la política migratoria del país en relación con Centroamérica, sin haber conseguido ningún avance relevante y sin haber escapado a alguna que otra polémica que la ha salpicado negativamente.
En materia de regulación del aborto, Harris aboga por una protección del aborto a nivel nacional, reinstaurando la famosa doctrina Roe vs Wade que fue tumbada por el Tribunal Supremo de mayoría republicana en el 2022. Por su parte, el candidato republicano no ha terminado de concretar cuál sería su política en materia de aborto, aunque sí ha dejado claro que es partidario de que cada estado vote las leyes que considere oportunas y que se opone a una regulación o despenalización del aborto «tardío».
No obstante, no sorprendería encontrarse con una postura antiabortista más contundente de Trump si llega al despacho oval, ya que ya en su anterior mandato prometió abolir la protección federal del aborto, algo que consiguió nombrando a los miembros del Tribunal Supremo que la abolieron en el 2022.
En materia de política medioambiental, encontramos probablemente las mayores divergencias entre uno y otro candidato. Trump es partidario de volver a retirar a EE.UU. del Acuerdo de París y de frenar la inversión «desmedida» en energías limpias, para fomentar el empleo a través de la industria de los combustibles fósiles.
Harris, por su parte, se ha comprometido a continuar por el camino marcado por su compañero de partido Joe Biden, que puso en marcha el plan más ambicioso de la historia de EE.UU. para invertir en energías renovables, conocido como la IRA (Ley para luchar contra la inflación en Estados Unidos).
Del mismo modo, Harris se ha comprometido a ajustar las prácticas americanas al Pacto Verde Europeo, lo que supondría una oportunidad para nuestra región de colaborar más estrechamente con Estados Unidos en el proceso de descarbonización de las industrias, así como producción y suministro de energía limpia.
En el ámbito de defensa y geopolítica, Trump insiste en que los países de la OTAN han de aumentar sus gastos de defensa hasta alcanzar al menos el 2 % del PIB nacional. De no hacerlo, ha amenazado el expresidente, EE.UU. podría reducir su apoyo en la alianza, con el consecuente impacto directo en la guerra de Ucrania y en la estabilidad europea.
En lo que respecta a las guerras abiertas, Trump es partidario de finalizar la guerra de Ucrania «inmediatamente», llegando a prometer en el debate electoral que finalizaría la guerra antes de tomar posesión como presidente (lo que tendrá lugar en enero del 2025). En Israel, Trump es partidario de desplegar un apoyo total a su aliado Israel para luchar contra los grupos terroristas de la región, particularmente Hamás, Hezbolá e Irán.
Harris, por su parte, ha mostrado su intención de continuar por la senda marcada por el actual presidente de estrechar y reforzar los lazos con la OTAN, a la que se ha referido como «la mayor alianza militar de la historia». En lo que respecta a Ucrania, Harris es partidaria de que Ucrania recupere su soberanía sobre todos los territorios invadidos por Rusia en el 2022. En Oriente Medio, Harris ha mostrado su convicción de poner fin a la guerra que Israel mantiene con Hamás para así poner fin a la matanza de civiles palestinos en Gaza.
Por último, en lo que respecta a la guerra tecnológica, ambos candidatos son partidarios de mantener una guerra contra China por el dominio de la fabricación y suministro de chips, del 6G y otras telecomunicaciones estratégicas. Lo que difiere es la manera en la que desean lograrlo. Mientras Donald Trump desea luchar contra el gigante chino de manera unilateral, creando una guerra entre superpotencias, Harris ha mostrado su intención de adoptar un enfoque más multilateral, apoyándose en la Unión Europea y otros países asiáticos para luchar contra China.
A nivel de regulación tecnológica, el Partido Demócrata parece más abierto a introducir regulación específica de la inteligencia artificial y la privacidad de datos, mientras que el Partido Republicano parece más partidario de permitir un desarrollo libre del sector sin imposiciones regulatorias.
El 5N, los estadounidenses eligen el futuro que quieren para su país, pero también el futuro que quieren para el mundo. Del resultado de las elecciones americanas saldrá un nuevo ocupante del despacho oval y, quien sabe si, tal vez, un nuevo orden mundial.