Incertidumbre y tensión en las horas claves de la dana: «Era una película de terror»

Carlos Peralta
C. Peralta REDACCIÓN / LA VOZ

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Varios ciudadanos contemplan el estado de un puente caído en el municipio e Ribarroja del Turia.
Varios ciudadanos contemplan el estado de un puente caído en el municipio e Ribarroja del Turia. Kai Forsterling | EFE

Miles de valencianos se quedaron aislados, con calles y carreteras totalmente anegadas

31 oct 2024 . Actualizado a las 09:15 h.

Casi nadie en la provincia de Valencia es ajeno a los estragos de la dana, una de las más catastróficas de la historia de la Comunidad Valenciana. Muchos conocen a alguien afectado, aislado en su vivienda sin agua ni cobertura, o que ha pasado horas atrapado en una carretera principal de la periferia de la capital del Turia. Repasamos algunos testimonios que relatan cómo los valencianos vivieron esta noche trágica.

Jaime Martínez

«Se nos agotan las maneras para contactar»

Jaime Martínez es el director de la escuela de fútbol del Massanassa, uno de los pueblos afectados por la dana. «Las instalaciones están totalmente inundadas. Tenemos la instalación en un polideportivo y está todo bastante dañado, en todos los aspectos», se lamenta el director, que calcula que tardarán varios días en recuperar progresivamente la normalidad en el club.

Él vive en Valencia capital. A la ciudad apenas le afectó el temporal. Pero Martínez pasó estas horas con nerviosismo, al no poder contactar con los jugadores de la escuela. «Llevamos tiempo intentando llamar y no conseguimos contactar. Algunas familias han perdido sus casas o todos sus negocios», se lamenta el formador deportivo. Por suerte, el polideportivo no albergaba ni competiciones ni entrenamientos. El Ayuntamiento los canceló horas antes —entre las dos y tres de la tarde, estima Martínez—, por lo que no había ningún deportista en su interior.

«Se nos agotan las maneras de contactar con los jugadores», asegura el director de la escuela, que recuerda algunos de los mensajes y preocupaciones que le transmitieron cuando perdieron la comunicación, en la noche de lunes. «Algunos tenían al padre que se le inundaba el coche», asegura. Otros jóvenes estaban preocupados por sus abuelos. «Muchas casas en Masanasa son casas corrientes de pueblo. No hay pisos de gran altura, así que imagínate.... la situación es complicada», lamenta Martínez.

Gabriel Véliz

«Pude salir del polígono por 15 minutos, no más»

Gabriel Véliz es argentino y llegó a Ribarroja del Turia, su nuevo hogar, hace apenas unos meses desde la provincia de A Coruña. En este tiempo ha sido testigo directo de una de las riadas más violentas de la historia reciente de la Comunidad Valenciana. «A mí me pilló cerca de Manises. Trabajo en el polígono del Oliveral, que estuvo muy afectado», recuerda. Su jefa, alertada por el aguacero que cayó en Chiva —más al sur de Valencia y también afectado por la dana—, mandó con celeridad a casa a sus trabajadores. «Si no fuera por ella... Nos dijo: ‘mirad cómo está el tiempo'. Para sorpresa nuestra, cuando salimos estaba todo inundado», recuerda. Calcula que consiguieron dormir en sus casas porque huyeron de allí con un margen de 15 minutos. «Salimos rápido, como pudimos. Solo había una salida, las demás estaban todas cerradas. Hubo descontrol», afirma. La vuelta a Ribarroja, que normalmente le toma poco más de diez minutos, le costó más de dos horas. Un trayecto con el agua al borde de la puerta del coche.

Peor suerte tuvieron los que se quedaron forzosamente en el polígono. Fue el destino de un familiar de Véliz, que pasó la noche resguardado en una nave. «Los coches quedaron debajo del agua», recuerda Véliz.

Ayer caminó un rato por su pueblo. El agua dio paso al barro. Parte de los accesos son ahora intransitables: «El puente se cayó al mediodía. Desde el lunes no se podía transitar y el miércoles terminó de caer», asegura Véliz, que pese a las horas de angustia pudo reunirse en casa con su familia.

Miguel Marín

«Se desalojó la pedanía de Pinedo y fue un caos»

«Por favor, se va a desalojar todo el pueblo de Pinedo. Diríjanse a la entrada», afirmaba, a través de un megáfono, un agente de la Policía Nacional. Era ya la una de la madrugada y, por temor a un desbordamiento del nuevo cauce del río Turia, era necesaria la evacuación de esta pedanía de Valencia, de al menos 2.500 habitantes. Uno de ellos fue Miguel Marín, que regenta un restaurante en la zona. «Se desalojó la pedanía y realmente fue un caos. Evacuaron las plantas bajas y las primeras. Vinieron muchísimos policías nacionales y locales», recuerda Marín, que subió a un autobús rumbo a un pabellón de baloncesto en un contexto de reinante tensión. «Hubo mucho nerviosismo. Había gente llorando y gritando».

Hasta la pasada noche no pegó ojo. El desalojo se produjo en torno a la una de la madrugada y, solo seis horas después, ya estaba de vuelta en Pinedo. «Ahora el cauce ha bajado a la mitad, pero estuvo a metro y medio de desbordarse», asegura Marín, ya desde una pedanía tranquila. Apenas llegó finalmente el agua. Gracias, según estima el hostelero, a los campos de arroz y su capacidad para absorber el agua.

Su familia reside a pocos minutos en coche, en Alfafar. Ellos no tuvieron tanta suerte: «Han perdido la vivienda, el coche... todo». Además, solo pudo saber que estaban bien gracias a Facebook, que permite a los usuarios mandar un mensaje sin apenas cobertura que confirme su buen estado.

Ángel verdeguer

«Lo hemos pasado muy mal, pero hemos ayudado a muchísima gente»

Seis miembros de Protección Civil no dudaron en arrimar el hombro junto a bomberos y policías para ayudar en los rescates en Catarroja, un municipio al sur de Valencia capital seriamente afectado por las intensas lluvias. Uno de ellos es David Verdeguer, que no recuerda nada igual. «Lo hemos pasado muy mal, pero hemos ayudado a muchísima gente. El agua llegó hasta el primer piso. Ha caído el puente de Catarroja», remarca, desde su casa sin luz, agua ni internet: «Estamos sin nada desde las ocho de la tarde del lunes», afirma.

Lo peor ya ha pasado, después de una noche dura en la que, por suerte, ninguno de los rescatados estaba herido. «Ha bajado un poco el agua, está a la altura de la mitad del barranco. Hay bastantes coches amontonados», asegura Verdeguer.

Alberto medina

«Vi cómo iba el barranco... era de película de terror»

Por minutos, Alberto Medina pudo esquivar la trampa en la que se convirtió el centro comercial de Bonaire, el más grande de la comunidad con 136.000 metros cuadrados. Salía de su lugar de trabajo, en una Valencia capital exenta de inundaciones (salvo el afectado barrio de la Torre), pero la policía le indicó que debía desviarse. Para volver optó por la carretera cercana al centro comercial. «No me pilló por minutos. Vi cómo iba el barranco... era de película de terror», recuerda Medina, que por suerte pudo poner rumbo de vuelta a la capital del Turia. «Todos los coches salían en sentido contrario, a la Guardia Civil la vi desbordada, fue dantesco», rememora. Según publicó Levante EMV, cerca de 70 personas quedaron atrapadas en el recinto, algunas sin más remedio que dormir en las tiendas y con el agua hasta las rodillas.

La vuelta a casa estuvo llena de tensión. Su móvil sonaba con las alertas de Protección Civil. También albergaba entonces advertencias de un vecino, que avisaba por un grupo de WhatsApp que la autovía era un río.

Él no llegó a recorrerla. Tuvo que dormir en casa de sus suegros en Valencia, mientras trataba de comunicarse con sus seres queridos. «De mi hermana no sé nada, está en Catarroja. De mis padres, desde anoche, tampoco sé nada. Por la noche [la del lunes] hablé con ellos y me dijeron que estaban sin luz. Ahora no hay cobertura», se lamenta Medina.