El enfrentamiento entre Sánchez y Feijoo se traslada al 12 de octubre

Redacción LA VOZ

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Los reyes Felipe y Letizia reciben al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la recepción en el Palacio Real
Los reyes Felipe y Letizia reciben al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la recepción en el Palacio Real J.J. Guillén | EFE

El líder del PP critica la presencia del presidente y este lo llama «Torquemada»

12 oct 2024 . Actualizado a las 23:21 h.

Coincidiendo con la borrasca Berenice, que dejaba abundantes precipitaciones en la capital, una borrasca política arrastró este sábado hasta el palacio real el enfrentamiento entre Sánchez y Feijoo. Tras el tradicional desfile militar del 12 de octubre, este año pasado por agua, y un besamanos de casi dos horas de duración en el que participaron 1.300 invitados, los corrillos entre mandatarios y periodistas evidenciaron el tenso pulso entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición.

Después de conocer un informe de la Guardia Civil que revela que el exministro socialista José Luis Ábalos avisó al jefe del Ejecutivo de la llegada a Barajas en enero del 2020 de la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, Feijoo dijo que Sánchez no debería estar en la recepción real sino «dando una rueda de prensa sin límite de preguntas» sobre el caso Koldo. «Esto no hay quien lo pare. Jamás una trama de corrupción había llegado tan lejos y había estado tan cerca de la Moncloa. Al toro hay que sacarle la muleta cuando toca», advirtió, aunque descartó presentar una moción de censura.

El aludido, en otro corrillo, también recurría a las metáforas para cargar contra el de Os Peares y Abascal por ser «Torquemadas de la corrupción», en referencia al primer inquisidor. «Lo importante cuando existen casos de corrupción es no esconderlos y asumir la responsabilidad. El Gobierno está actuando con contundencia, la diferencia es cómo se ha actuado antes», se defendió el secretario general del PSOE, que acudió sin su esposa, Begoña Gómez, que tampoco lo acompañó el año pasado.

Tras explicar que al percatarse de que había sanciones que impedían a la venezolana pisar suelo europeo se canceló su visita, recordó que solo tardó cinco días en pedir el acta de Ábalos. Además, presumió de la presencia en la recepción de Salvador Illa, ya que hacía catorce años que un presidente de la Generalitat no acudía a la misma. El socialista catalán aprovechó su asistencia para afirmar que su autonomía desea implicarse en un modelo de España «plural y diversa».

Feijoo, saludando al rey durante la recepción en el Palacio Real
Feijoo, saludando al rey durante la recepción en el Palacio Real Francisco Gómez | EFE

Rueda y el orgullo gallego

También lo hizo el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, que reivindicó el orgullo de ser gallego. «Galicia tiene una fuerte identidad y eso es un orgullo, pero también lo es formar parte de un país como España. En esta tierra sabemos que ser gallego es nuestra mejor forma de ser español», escribió en redes sociales. Los únicos presidentes regionales que no participaron fueron el canario Fernando Clavijo (CC) y el lendakari vasco Imanol Pradales (PNV). En cuanto al Gobierno central, se ausentaron tres ministras: las de Hacienda, María Jesús Montero; Igualdad, Ana Redondo; y Juventud e Infancia, Sira Rego.

Lo mejor de Marín para Leonor

Quien asistió por segundo año consecutivo vestida de militar fue la princesa. Ataviada con el uniforme de gala de invierno de la Armada, el Toisón de oro y la banda azul de la Orden de Carlos III, Leonor, que es guardamarina de Primero en la Escuela Naval de Marín (Pontevedra), aseguró que lo mejor de la academia militar gallega son «los compañeros». Seis de ellos cerraron el besamanos.

Se estrenó en el acto Isabel Perelló, primera mujer al frente del Poder Judicial y el Supremo, que estuvo arropada por los presidentes de las dos Cámaras, Francina Armengol y Pedro Rollán.

La lluvia desluce un desfile sin exhibición aérea, y con homenajes a la ONU y OTAN

Más paraguas que banderas, y más ráfagas de viento que abucheos a Pedro Sánchez. La lluvia intensa que caía ayer sobre Madrid deslució el desfile militar con el que se celebra el 12 de octubre. Poco después de las diez y media de la mañana, el Ejército del Aire anunciaba la suspensión de la exhibición aérea, en la que iban a participar 85 aeronaves. Ni pase de la patrulla Águila, que dibuja la enseña española en el cielo de la capital, ni salto de paracaidistas.

El acto comenzó poco después de las once, con la llegada de los reyes y la princesa Leonor, que fueron recibidos por el Gobierno casi al completo. Tras el pase de revista a las tropas y el izado de bandera, tuvo lugar el homenaje a los que dieron su vida por España, en el que se recordó al teniente coronel Estrada, muerto en un caza F18 la semana pasada durante unas maniobras en Teruel.

Más de 4.000 miembros de las Fuerzas Armadas, 210 caballos y 166 vehículos desfilaron desde la Plaza de Carlos V, en Atocha, hasta la Plaza de Colón bajo fuertes aguaceros, que en el algún momento obligaron al monarca y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, evaluar la posibilidad de cancelar por completo la parada, algo que no sucedió.

Este año, el desfile rindió tributo a los militares españoles que participan en misiones de paz en el extranjero, especialmente a los que están desplegados en el Líbano integrados en la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (Unifil).

Así, la bandera de la ONU, escoltada por un piquete, participó por primera vez en la parada militar. También como novedad se incorporaron las enseñas de Eslovaquia, Eslovenia, Portugal y Chequia, países que junto a España forman uno de los ocho grupos de combate que configuran la brigada multinacional en la misión de la OTAN encargada de la disuasión en el flanco este.

Por primera vez desfilaron cuatro mujeres de Salvamento Marítimo y dos vehículos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. El mal tiempo no impidió que miles de personas, aunque menos que otros años, se acercasen al paseo del Prado para intentar ver los blindados, los caballos y las tropas desfilando sobre el agua que encharcaba el asfalto.