El Nobel de Medicina: Una llamada telefónica que cambió la historia

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08 oct 2024 . Actualizado a las 09:47 h.

Una tarde de 1992, Victor Ambros acababa de terminar otro largo día en su laboratorio. Habían pasado años desde que comenzó a trabajar con el modelo animal Caenorhabditis elegans (más conocido como C. elegans), un pequeño gusano nematodo que, aunque aparentemente insignificante, ya había revelado algunos de los secretos más importantes de la biología. Sin embargo, algo inquietaba a Ambros desde hacía tiempo; y es que el gen denominado lin-4 que estaba estudiando no se comportaba como un gen común, ya que no contenía información para dar lugar a una proteína, como era de esperar. En lugar de eso, lin-4 producía solo un pequeño fragmento de ARN, una molécula intermediaría entre los genes y las proteínas; pero Ambros tenía una corazonada, y sabía exactamente a quién debía llamar.

 Con el teléfono en la mano, marcó el número de Gary Ruvkun, un investigador con el que había coincidido durante su período de formación posdoctoral, y que, como él, estaba profundamente inmerso en el estudio de C. elegans. Ambos llevaban años estudiando los mismos procesos biológicos, pero desde ángulos diferentes. Ruvkun estaba más centrado en el estudio de otro gen, llamado lin-14, el cual parecía controlar el tiempo en que las células del gusano decidían dividirse durante su desarrollo. Sin embargo, no conseguía identificar de qué manera este gen era controlado, si bien es cierto que tanto Ruvkun como Ambros ya sabían que lin-4 podría tener algo que ver. Entonces, sonaba el teléfono: «Hola, Gary. Sospecho que mi gen lin-4 podría regular la actividad de tu gen lin-14 de una manera diferente».

Ahí los dos cayeron en la cuenta de que el pequeño fragmento de ARN del gen lin-4, que Ambros había obtenido, parecía encajar como una llave en su cerradura en el ARN intermediario producido por el gen lin-14, lo que probablemente regularía su actividad. Habían descubierto así una nueva forma de cómo las células controlan la expresión de sus genes, mediada por moléculas de ARN diminutas, denominadas micro ARN. En los siguientes meses, ambos confirmarían su hipótesis y Ruvkun identificaría este mecanismo en humanos, del cual hoy sabemos que es muy importante en el desarrollo embrionario o en enfermedades como el cáncer. Por ello ambos ganaron el Nobel de Medicina.