Bloody Mary, una deliciosa historia de terror

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viennetta

Todos los preconceptos recaen sobre uno de los cócteles más fascinantes que existen y el más consumido del mundo, a medio camino entre una sopa fría, con su salsa de carne y su apio incluidos; y un refrescante reconstituyente con aspecto sanguinario.

04 dic 2024 . Actualizado a las 09:05 h.

Pocos alimentos poseen una leyenda tan potente que respalde su trascendencia en la historia de la gastronomía. Con más de un siglo de vida y todavía con plena vigencia en las barras de los bares de mayor prestancia mundial, (es el más consumido del mundo) el Bloody Mary es un cóctel all-purpose. De igual modo refresca que reconstituye tras una noche de excesos, tanto llena la boca con su sabor umami como estimula el estómago gracias a esa misma propiedad. Eso sí, no es apto para todos los públicos, sino excelso para paladares educados.

EL ORIGEN

Años veinte, los locos. Harry’s New York Bar de París, una de las catedrales (donde nacieron también el Sidecar, el Blue Lagoon y el White Lady y el que eran asiduos Hemingway, Scott Fitzgerald -autor de El Gran Gatsby-, Gertrude Stein, Humphrey Bogart y Ava Gardner). Fernand Petiot, el autor reconocido. Creó un protobloodymary al que luego puso en órbita en Nueva York (en el King Cole Bar del Hotel San Regis, donde las caras conocidas eran las del presidente John Fitzgerald Kennedy y el mafioso Frank Costello) diez años después al añadirle los ingredientes propios de la alimentación de plato. De hecho, en la actualidad hay elaboraciones de mejillones al Bloody Mary que son un lujo para el paladar. Y su maridaje con los brunches de moda es absolutamente perfecto.

Desde el primer momento, la leyenda sobre su nombre hizo grande al trago. Como en casi todas las ocasiones, las versiones apócrifas se multiplican: el Bloody Club o el cabaret Bucket of Blood neoyorquinos, la actriz Mary Pickford, el propio aspecto del vaso como si de un cubo de sangre se tratase. El cómico de Broadway George Jessel reclamó la paternidad, sin mucho éxito.

MARÍA LA SANGUINARIA

Uno quiere pensar que cuando bebe un Bloody Mary se está trasladando a otra época o, como mínimo, a otro metaverso paralelo cargado de historias fascinantes y terroríficas. La más popular es la de María Tudor. Más allá de que la leyenda urbana invoca a su espíritu pronunciando tres veces «Bloody Mary» delante de un espejo mientras la persona gira sobre su propio eje, la vida de María I de Inglaterra, la primera soberana del país por derecho propio, no da lugar a la pausa. Nacida en 1516, hija del promiscuo Enrique VIII y de Catalina de Aragón (a quien siguió Ana Bolena, que acabó ejecutada), fue obligada a casarse con apenas dos y seis años, proscrita y encarcelada buena parte de su vida hasta que se hizo con el trono tras varios intentos, momento en el que aplicó una represión extrema hacia los que habían luchado contra su voluntad de instaurar el catolicismo en Inglaterra. Envió a la hoguera a 273 personas y muchos de sus propios allegados, nobles y exmaridos, también se quedaron por el camino. Fue esposa de Felipe II. La sangre corría a su alrededor y nació el mito de Bloody Mary.

DEL APIO AL ESCANCIADO

La receta de la guía de Difford, la absoluta referencia en la elaboración de coctelería, estipula 4,5 centilitros de vodka, 6,75 de zumo de tomate, un centilitro de jerez amontillado, otro de zumo de limón, 0,75 de sirope simple, dos pellizcos de sal de apio, 3 de pimienta negra, 8 gotas de salsa picante y 4 golpes de salsa Worcestershire. Se maja la pimienta en la base de la coctelera, se añaden los demás ingredientes y se rota la Boston sin hielo, que se añade al final para evitar dilución no deseada. Otra técnica implantada es la de escanciar la mezclar, para potenciar la oxigenación.

Se adorna con medio borde impregnado de la sal de apio con pimienta negra, una rama de apio y un palillo que engarce un tomate cherry con una tira de pimiento amarillo.

Posee un 10,14 % de alcohol y unas 120 calorías. Celebra su día el 1 de enero, momento en el que sus virtudes reconstituyentes (lo serían más sin el vodka) tras la noche de Fin de Año son más necesarias.

En España, el mítico bar Boadas, la coctelería más antigua de Barcelona con más de 90 años y origen en Miguel Boadas, hijo de emigrantes a la Cuba de finales del siglo XIX y exbarman del Floridita, hizo del escanciado del Bloody Mary su bandera. Simone Caporale y Marc Álvarez, al frente de Sips, el mejor bar del mundo, honraron la historia al hacerse con las riendas de la nueva etapa tras el fallecimiento de María Dolores Boadas y continúan con el escanciado como sello.

El apio, que en origen llegó para sustituir a la habitual pajita, acabó siendo un signo de identidad.

Las VERSIONES

En nombre del Bloody Mary cualquier cóctel salado o con ingredientes de este perfil se toma como una versión del clásico, pero no siempre lo es. Entran en juego herejías como el clamato mexicano, y excentricidades como el kimchi, además de incursiones de vinagre, sake, pepino, salsa de soja, sandía, hojas de agar, wasabi, salsa sriracha, romero quemado, whisky ahumado, horseradish (rábano picante británico).

El Bloody María sustituye el vodka por tequila; el Red Scnapper, por ginebra; el Caesar lleva jugo de almeja; el Bull, caldo de carne; el Pirate, ron; el Scotsman, whisky escocés; el Green, tomate y pimiento verdes y el Virgin no lleva alcohol. La Michelada mexicana, con cerveza, es un pariente próximo. Y apenas ha cumplido sus cien primeros años.