Temor a una guerra total entre Israel y Hezbolá tras dos días de ataques en el Líbano

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

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Simpatizantes de Hezbolá en el funeral de una víctima de las explosiones de dispositivos de comunicación.
Simpatizantes de Hezbolá en el funeral de una víctima de las explosiones de dispositivos de comunicación. DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

Varias explosiones, esta vez en «walkie-talkies», dejan veinte muertos y 450 heridos

24 sep 2024 . Actualizado a las 04:29 h.

La ola de explosiones de dispositivos de comunicación en el Líbano despierta el temor a una guerra regional a gran escala. Si bien hace dos días hubo doce muertos y más de 3.000 heridos por la detonación de buscas, ayer se sumaron 20 asesinados y cerca de 450 heridos por la deflagración de walkie-talkies en manos de presuntos miembros de Hezbolá. En este contexto, Israel aprovechó para movilizar tropas a la frontera norte ante el temor de una represalia de la milicia iraní, mientras la comunidad internacional condenaba los ataques y Hezbolá llamaba a la «venganza».

Las autoridades libanesas informaron a lo largo de la tarde de ayer de una detonación múltiple de radios ICOM ICV82 en varios puntos del país, en mayor parte Beirut, Tiro, Sidón y varias localidades del sur y del Valle de la Bekaa. Los servicios sanitarios se desplegaron con celeridad para atender a los heridos con los apoyos anunciados por Irán e Irak, que desplegaron una docena de médicos y 40 toneladas de material hospitalario en el país mediterráneo.

El Ministerio de Salud dijo que del total de heridos en los dos ataques, 460 requieren cirugías. El medio libanés L'Orient Le Jour pudo confirmar que «personal y asociaciones de defensa civil están trabajando para extinguir los incendios que se produjeron en el interior de casas, automóviles y comercios en ciudades y pueblos de la región tras las explosiones» de los sistemas de comunicación.

Y si bien Irán y sus aliados consideran a Israel responsable de estos ataques, el país gobernado por Benjamin Netanyahu no hizo valoraciones del incidente, pese a que todas las señales apuntan a una responsabilidad del Mossad. Este servicio secretó anticipó el ataque del martes por «temor a que fuera la única oportunidad para perpetrarlo», según expertos citados por Axios. Por ello, las autoridades persas no dudaron en señalar a Tel Aviv, cuyas acciones «demuestran claramente que el régimen sionista, además de cometer crímenes de guerra y genocidio contra los palestinos, ha puesto la paz y la seguridad regional e internacional en grave peligro», indicó el portavoz de Exteriores, Naser Kanani. El calificativo de «acción terrorista» fue también utilizado por el presidente del país, Masud Pezeshkian, y por Rusia y Turquía. Hezbolá prometió además una «venganza específica» contra Israel, si bien aún no ha ejecutado la pendiente por el asesinato del líder político de Hamás, Ismail Haniya, asesinado en Teherán hace dos meses.

Reproches y maniobras

El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant aseguró que ahora Israel se encuentra en una «nueva fase de la guerra» para enfocarse en el Líbano. «Tenemos muchas capacidades que todavía no hemos activado», aseguró. El jefe del Ejército, Herzi Halevi, avisó además que «las dos próximas fases ya están preparadas, y en cada fase el precio para Hezbolá debería ser alto». Y el Ejecutivo de Netanyahu avisó en un brevísimo comunicado: «El Gabinete de Seguridad ha actualizado los objetivos de la guerra para incluir lo siguiente: Regresar a los residentes del norte de forma segura a sus hogares». La División 98, que forman entre 10.000 y 20.000 efectivos según información castrense, comenzó a desplegarse a lo largo de la frontera con el Líbano para «impedir un ataque a gran escala» de la milicia chií.

Estas amenazas conllevan implementar las advertencias que el propio Gallant insinuó la semana pasada y que, de hecho, suponen el preludio de una guerra que podría movilizar a las milicias proiraníes de Siria e Irak.

Con estas tensiones sobre la mesa, la Unión Europea y Estados Unidos jugaron un rol dispar. El jefe de la diplomacia de los Veintisiete, Josep Borrell, no dudó en «condenar» unos ataques que «tuvieron graves daños colaterales indiscriminados entre la población civil, incluidos niños entre las víctimas».

Antony Blinken, secretario de Estado norteamericano, dijo que desconocía los planes de Israel y que «seguimos siendo muy claros sobre que todas las partes eviten intensificar aún más el conflicto». Egipto, mediador en la guerra, le respondió que Israel debe «asumir responsabilidades» por los ataques y recordó «el rechazo de los intentos de escalada de conflicto y la expansión a nivel regional».

Los dispositivos mortales de la mujer de Budapest

Los incidentes con dispositivos de comunicaciones en el Líbano abrieron ayer muchas incógnitas sobre cómo pudo presuntamente el Mossad provocar explosiones a un nivel masivo en tantos aparatos. De momento, todo apunta a una consultora en Budapest y su misteriosa fundadora.

Diversas fuentes cruzadas de Hezbolá, la Administración Biden y analistas israelíes coinciden en que, «hace meses», Israel pudo acceder a un gran número de buscas y walkie-talkies para colocar unos tres gramos de sustancia explosiva en cada uno que detonaría al recibir estos dispositivos un mensaje cifrado. Esto debido a que el pasado 13 de febrero, el líder de la milicia proiraní invitó a sustituir los móviles por estos artilugios para dificultar el rastreo de Tel Aviv de sus miembros. Pero la pregunta que subyace de fondo es qué empresa pudo facilitar tal acceso a los dispositivos.

Aquí coinciden dos empresas involucradas en la fabricación y distribución de los buscapersonas AR-924: Gold Apollo, fabricante taiwanés de sistemas de localización inalámbrica, y su asociado, BAC Consulting KFT, con sede en Budapest. El fabricante de los walkies, ICOM, no tiene vínculos conocidos con ellas.

Gold Apollo aseguró en un comunicado que su compañía «solo proporciona la autorización de marca registrada y no está involucrada en el diseño o fabricación de este producto». Lo extraño es lo concerniente a BAC. El Gobierno de Hungría salió ayer en su defensa para explicar que «la empresa en cuestión es un intermediario comercial, sin centro de fabricación o de operaciones en Hungría». Pero el entorno de la empresa sigue siendo extraño.

Sospechas sobre BAC

En su web, la consultora húngara se define así: «Con más de una década de experiencia en consultoría, estamos en un viaje emocionante y gratificante con nuestra red de expertos apasionados con hambre de innovación y descubrimiento en materia de Medio Ambiente, Innovación y Desarrollo, y Asuntos Internacionales». Fue fundada en el 2022 y cosechó unas ganancias que oscilan entre los 500.000 y los 700.000 euros, según indica el portal Clarín. Cristiana Rosaria Bársony-Arcidiacono es la titular de la empresa, aunque no figura en el organigrama que muestra la página web del sitio.

Además, la sede en Budapest llevaba semanas vacía hasta hace dos días. Cristiana Rosaria rechazó hablar con la prensa, pero el periódico Financial Times pudo acceder a su llamativo currículo: doctora en Física, involucrada en Eden Global —también dedicada a las comunicaciones— como «experta en acciones y programas humanitarios y sociales» y presuntamente veterana de la Comisión Europea, la Unesco y la Agencia Internacional de Energía Atómica. Pero su relación con ICOM, empresa afincada en Osaka, Japón, aún está por esclarecerse.

La Asamblea de la ONU pide a Tel Aviv «terminar la ocupación»

Por otro lado, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó ayer una resolución presentada por Palestina que pide a Israel que ponga fin en un plazo de 12 meses a su «presencia ilegal en el territorio palestino ocupado», según Europa Press. El texto pide a Tel Aviv que «retire sus fuerzas militares del territorio palestino ocupado, incluyendo el espacio aéreo y marítimo», así como que ponga fin a sus «políticas y prácticas ilegales», como sus actividades de asentamientos. En este sentido, exige el desmantelamiento del muro construido por Israel frente a Cisjordania.