La frontera entre Polonia y Bielorrusia, el frente silencioso de la guerra en Ucrania
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Varsovia ha sido muy criticada por la respuesta a una crisis migratoria alimentada desde Minsk, y que mantiene sus fronteras bajo máxima vigilancia
14 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Camp Kosciuszko es un enorme complejo que aloja, en el centro de Poznan, a gran parte de los 10.000 soldados de EE.UU. con presencia rotatoria en Polonia, en virtud del acuerdo firmado en el 2020 por ambos países para aumentar las tropas de Washington en territorio polaco.
«Antes, los soldados estadounidenses no salían de nuestro bar; siempre de fiesta. Desde que empezó la guerra, apenas se les ve», comenta el dueño de un bar del barrio. «La gente se siente protegida, pero también sabe que, si la guerra va a más, nuestra ciudad será un objetivo claro», dice un vecino.
Desde el 2022, los cambios son más notables en el este de Polonia, donde el movimiento de tropas y vehículos militares es frecuente. La frontera con Bielorrusia es uno de los puntos más calientes del enfrentamiento entre la OTAN y Rusia. Ya desde el 2021, la situación de alarma es constante, con picos de tensión periódicos. Es la llamada guerra híbrida: sin llegar a la confrontación armada, los ataques son de naturaleza económica, diplomática o informativa; en este caso, una acumulación de tropas cerca de la frontera y una crisis artificial de refugiados, que mantiene al Ejército polaco en tensión y que ha retratado a Varsovia por su respuesta.
Estalló en el 2021, tras las sanciones de la UE a Minsk por su represión contra protestas civiles. Entonces, oleadas de migrantes de Oriente Medio empezaron a aparecer en las fronteras bielorrusas con Polonia, Letonia y Lituania. Se estima que se han intentado alrededor de 150.000 entradas en la UE a través de Bielorrusia —20.000 de ellas, durante el primer semestre de este año—. Los tres países miembro aseguran que se trata de una estrategia coordinada por parte de Minsk y Moscú, alegando que el 90 % de los migrantes interceptados tienen el sello ruso en su pasaporte. «No hay duda de que la crisis en la frontera fue causada por acciones híbridas del lado bielorruso. Sabemos que es una ruta migratoria creada artificialmente y controlada», dijo a DW Andrzej Juzwiak, portavoz de la Guardia Fronteriza polaca.
Hace ahora dos años, Polonia construyó una alambrada, pero las avalanchas humanas no cesaron. En el último repunte, este junio, un soldado polaco murió apuñalado por uno de los migrantes. Desde entonces, ha reforzado la vigilancia, a la que se suman grupos de ciudadanos.
Además, en junio se ha renovado una zona de seguridad, a la que no se permite el acceso de civiles, periodistas ni oenegés. Esto, junto a las violentas devoluciones y a la detención de quienes dan ayuda humanitaria, ha costado serias críticas a Varsovia.
La situación ha conducido al progresivo cierre de puntos fronterizos y, recientemente, el ministro de Exteriores, Radoslaw Sikorski, aseguró que no descarta un completo cierre de fronteras. En respuesta, la disidente bielorrusa Svetlana Tijanóvskaya advierte: «Mantener a los bielorrusos conectados a Europa es esencial; se debe apuntar al dictador, no a la gente».
Sin embargo, Polonia mantiene la línea dura adoptada por el anterior Gobierno, de corte ultraderechista, y el viceministro de Defensa, Cezary Tomczyk, aseguró que «estamos listos para cualquier solución en este ámbito».