Uno de cada dos argentinos es pobre

Cecilia Valdez BUENOS AIRES / E. LA VOZ

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Mujeres trabajando en el comedor de la Sede del Puente, en la ciudad de La Plata.
Mujeres trabajando en el comedor de la Sede del Puente, en la ciudad de La Plata. CECILIA VALDEZ

Los voluntarios de comedores sociales cuentan cómo cada vez más personas necesitan ayuda, ante la caída de salarios y la reducción de puestos de trabajo

15 sep 2024 . Actualizado a las 12:54 h.

«Yo siempre venía a colaborar al comedor, pero hoy es la primera vez que vengo para llevarme comida porque bajó el trabajo». Silvia, de 59 años, es enfermera, vive en el barrio Altos de San Lorenzo de La Plata y forma parte de la cola que se arma a la espera de un plato de comida, una escena que se repite en los distintos comedores de los barrios populares de Argentina. Según estimaciones del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA), la pobreza ya ha alcanzado a un 52 % de la población del país sudamericano y la indigencia, casi a un 18 %.

Si bien se advierte una mejoría respecto al primer trimestre del año, se trata de la cifra semestral más alta en dos décadas. «Ahora están viniendo muchos abuelos que antes no venían, y nos cuentan que tienen que elegir entre comer o comprar medicamentos porque con lo que cobran no les alcanza», cuenta Celeste, que lleva diez de sus 42 años como coordinadora del comedor. Desde el mes de diciembre pasado, cuando llegó a la presidencia Javier Milei, la pensión mínima cayó un 5,8 %, igual que se redujeron significativamente los puestos de trabajo y los salarios en el sector privado. Estos factores, entre otros, explican el estallido de la pobreza en la nación rioplatense.

El doble de raciones

El comedor funciona con la colaboración de los vecinos que cocinan y se distribuyen tareas para garantizar el reparto. «Es el único comedor de la zona y por eso se llena tanto», sostiene Celeste. «La situación con la llegada de Milei empeoró mucho. Viene mucha gente que se quedó sin plan [de asistencia] social. Antes dábamos 250 o 300 raciones y ahora estamos dando 550 o 600».

Las cifras dadas a conocer por la ODSA-UCA hablan de un aumento significativo de la pobreza si se comparan con los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) del último semestre del 2023: un 41,7 % de pobreza y un 11,9 % de indigencia, y son los valores más altos desde el año 2004. Desde el Observatorio explican que el cálculo es un promedio entre el primer trimestre y el segundo; también aclaran que la situación no es tan crítica como en en el 2001 —cuando el efectivo que se podía retirar de los bancos se restringió a 250 dólares semanales—, porque el desempleo, aunque aumentó en los últimos meses, por ahora no es tan elevado como entonces, que estaba cerca del 20 %.

Celeste cede un espacio de su propia casa para la elaboración y el reparto de comida. «Yo coordino el trabajo de las cocineras y hace semanas que les tengo que decir a las chicas que aumenten porque me escribe cada vez más gente para pedirme venir», asegura. «Empezamos a repartir a las seis y media de la tarde, pero a las cuatro ya hay cola».

El salario mínimo de Argentina es de 268.000 pesos (252 euros), y la cesta básica para no caer en la pobreza es de 939.000 (886 euros). Los sucesivos aumentos de las tarifas de gas, electricidad y transporte, no han hecho más que incrementar los niveles de desigualdad que se arrastran desde hace décadas.

Luján González hace 30 años que vive en el barrio. «En la pandemia empecé a venir al comedor. Tengo cuatro hijos y me llevo comida para mí y para los que no tienen trabajo, porque algunos trabajan en la construcción y hay días que tienen algo de dinero», afirma esta bonaerense de 64 años. Luján cuenta que lo que se llevan se guarda en la nevera —los que la tienen—, y que luego se reparte a lo largo del día.

La responsabilidad de Milei

Aunque ni Luján ni Silvia cuentan con los ingresos necesarios para garantizarse una comida diaria —ni para ellas ni para sus familias—, ninguna de las dos responsabiliza de esta situación al actual Ejecutivo, como sí lo hace Celeste. «La situación se viene deteriorando desde hace muchos años, no tiene que ver con el cambio de Gobierno, pero en estos últimos tiempos el dinero no me alcanza», admite Silvia. Celeste, en cambio, ve un deterioro muy rápido de la situación en los últimos meses: «Algunos de los que votaron a Milei se están queriendo dar la cabeza contra la pared, y otros, aunque su situación es pésima, siguen diciendo que hay que darle tiempo. Yo creo que mucha de esta gente no entiende cómo funcionan las cosas y es como que se les hizo un lavado de cabeza.»

El Gobierno espera con preocupación el dato oficial de la pobreza y la indigencia del primer semestre del 2024 que el INDEC difundirá el próximo 26 de septiembre. Todo indica que los datos mostrarán un fuerte agravamiento de la situación, lo que significaría un duro golpe para los ya cuestionados planes de política económica de Milei.