De los 35 hombres que reconocen haber violado a Gisèle Pelicot, solo tres han pedido perdón
ACTUALIDAD
La defensa de los acusados se fundamenta en que fueron engañados y que creían que la víctima, que había sido drogada sin su consentimiento, estaba al tanto y todo formaba parte de un juego sexual
13 sep 2024 . Actualizado a las 11:34 h.Solo tres de los violadores de Gisèle Pelicot —agredida reiteradamente con el beneplácito de su exmarido Dominique, que la ofrecía como juguete sexual— reconocieron los hechos y han pedido disculpas a la víctima. Eso sí, consideran que todo era un juego sexual consentido y que no tenían ni idea de que la mujer había sido drogada contra su voluntad. Amparada por una ley que no pone el consentimiento en el centro de la definición de violación, la defensa de los agresores de Gisèle Pelicot ha adoptado una estrategia que, probablemente, minimizará al máximo las penas del medio centenar de hombres sentados desde el pasado 2 de septiembre en el banquillo del Tribunal de Justicia de Aviñón. Aducen los abogados que sus clientes desconocían que la víctima era ajena a lo que sucedía, que no eran conscientes de estar cometiendo un abuso sexual; también, que si no hay intención de cometer una violación, no hay violación. «Hay violaciones y violaciones», subrayó esta semana uno de los letrados durante el tuno de testimonios de los acusados. «En Francia, es necesario demostrar la intención culpable, si el autor está engañado, no hay agresión», añadió.
La francesa es una ley obsoleta, que no entiende como agravante la sumisión química. El código penal galo recoge que no hay delito sin la intención de cometerlo, y, al no incluir el término consentimiento, todo acto sin violencia o coacción o amenaza se considera abuso, pero no violación. El medio centenar de hombres que agredieron a Gisèle mantienen haber entendido que ella daba su permiso para ser penetrada, que dieron por hecho que si su marido los invitaba a su casa ella sabía lo que ocurría en aquella habitación. Hay alguno que incluso alega haber percibido lubricación en las partes íntimas de la mujer, lo que —dice— entendió como señal de consentimiento. Según los expertos presentes en las audiencias, el cuerpo humano reacciona mecánicamente ante el frotamiento, por lo que de ningún modo puede deducirse de ello indicios de deseo.
La sumisión química, agravante en España y «atenuante» en Francia
En octubre del 2022 entró en vigor en España la ley del «solo sí es sí» que, entre otras cosas, introdujo como agravante de la agresión sexual la sumisión química —el uso de fármacos, drogas o cualquier otra sustancia natural o química para anular la voluntad de la víctima—. Hasta entonces, esta conducta se regulaba como abuso, puesto que no existía violencia o intimidación, algo similar a lo que ocurre actualmente en Francia. Su Código Penal no alude a la sumisión química y entiende como violación únicamente la penetración sexual, de cualquier naturaleza, cometida sobre persona ajena «con violencia, coacción, amenaza o por sorpresa».
Este caso podría sentar, sin embargo, un precedente en las leyes francesas, a pesar de que tratarlo como un hecho extraordinario obstaculiza el cambio social y la erradicación del problema real, que es que el abuso sexual está implantado en la cultura de tal manera que no son pocos los que lo ven como algo normal. La directora de la Fundación Mujeres, Marisa Soleto, explica a Efe que no se asume que los agresores son hombres normales, no monstruos, individuos «que tienen normalizados comportamientos absolutamente deleznables». «Se busca explicación a algo excepcional cuando desgraciadamente los datos dicen que la violencia sexual es continua y devastadora», lamenta. «Hace mucho tiempo que se ha demostrado que las violencias sexuales no están asociadas a ninguna patología —apunta Nahxeli Beas, abogada Asociación de asistencia a mujeres agredidas sexualmente (AADAS)—. Hay que analizar por qué seguimos construyendo una masculinidad en la que la violencia sexual es necesaria».
«Riesgo de fallecimiento»
El principal acusado en el juicio, Dominique Pelicot, no podrá declarar como mínimo hasta el lunes tras haber sido hospitalizado de nuevo. «Sufre una superinfección», explicó su abogada, lo que en alguien de su edad (71 años), advirtió, conlleva «un riesgo de fallecimiento». La gran incógnita es si el proceso podrá continuar la semana próxima.
Arrepentido, el aprendiz de Pelicot reconoce los abusos a su propia mujer
Jean-Pierre Maréchal, el hombre que se sienta en el banquillo en Aviñón por haber violado a su mujer y haberlo hecho junto a Dominique Pelicot, que le inspiró y al que imitó en el procedimiento de drogarla, se mostró este jueves arrepentido, reconociendo su plena responsabilidad. Desde que fue arrestado, en el 2020, mantiene que merece la pena máxima, «la cadena perpetua», a pesar de que el delito de violación agravada por el que está encausado tiene un castigo máximo de 20 años.
En unas declaraciones a la prensa previas a la audiencia, su abogado, Patrick Gontard, insistió en el papel de «catalizador» que tuvo Dominique Pelicot para que Maréchal «basculara» y, siguiendo sus instrucciones, durmiese a su mujer con ansiolíticos con el objetivo de que, en estado de inconsciencia, ambos hombres la violaran. El letrado dijo textualmente que Pelicot, con quien su cliente estableció contacto a través de un servicio de mensajería instantánea, fue para él como «un cartucho de dinamita que hizo saltar todo por los aires». Él le propuso recurrir a la sumisión química, él le suministraba los medicamentos y él le recomendaba la posología precisa para administrarlos para que su pareja perdiera la consciencia y ambos pudieran abusar de ella.
Según el relato de Gontard, Dominique Pelicot estuvo siete u ocho veces en casa de Maréchal y las violaciones se llevaron a cabo en tres de esas ocasiones. En una de esas visitas, la mujer se despertó de forma inesperada, sorprendiendo al extraño junto a ella en su habitación. Su marido le dijo que lo había invitado para que la viese en ropa interior, pero ella no le creyó. Aún así, no lo denunció. Explicó que no quería trastocar la vida de sus hijos y que, hasta ese momento, siempre había sido con ella «un hombre maravilloso».