Muere el expresidente peruano Alberto Fujimori a los 86 años, el autócrata que dividió a Perú

La Voz REDACCIÓN

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El expresidente, condenado a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad, había recibido un indulto. Todavía hoy divide a la sociedad del país, con defensores que destacan su rol en la estabilización económica del país y la derrota del terrorismo, mientras otros recuerdan sus violaciones a los derechos humanos y la corrupción

12 sep 2024 . Actualizado a las 12:16 h.

El expresidente de Perú Alberto Fujimori (1990-2000) ha muerto este miércoles a los 86 años como consecuencia del cáncer que padecía y tan solo unas horas después de que su médico personal, Alejandro Aguinaga, informase de que estaba «luchando por su vida».

«Después de una larga batalla contra el cáncer, nuestro padre, Alberto Fujimori acaba de partir al encuentro del Señor. Pedimos a quienes lo apreciaron nos acompañen con una oración por el eterno descanso de su alma. ¡Gracias por tanto papá! Keiko, Hiro, Sachie y Kenji Fujimori», ha publicado su hija Keiko Fujimori en su cuenta de la red social X, según informa Efe.

Al exmandatario, de 86 años, le detectaron un cáncer de lengua hace ya más de 27 años y desde entonces ha sufrido reiteradas afecciones de salud. Antes de su fallecimiento ya se habían trasladado a la vivienda de Keiko Fujimori -donde se encontraba pasando su enfermedad-, además de Aguinaga, familiares y varios congresistas y exlegisladores.

Fujimori se impuso en las elecciones presidenciales peruanas de 1989 y apenas tres años después, y en colaboración con las Fuerzas Armadas, dio un golpe de Estado que abolió la Constitución, cerró el Congreso e intervino el Palacio de Justicia.

Sus diez años de mandato estuvieron salpicados por varias matanzas, incluida las de Barrios Altos y La Cantuta -que le sirvieron una condena de prisión-, así como por las esterilizaciones forzadas a miles de mujeres y hombres, en su mayoría indígenas.

Fujimori fue condenado a 25 años de prisión precisamente por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, pero en diciembre de 2023 recibió un indulto concedido por razones humanitarias pese a las objeciones de la justicia interamericana.

A mediados de julio fue designado candidato presidencial para las elecciones de 2026 por el partido Fuerza Popular, fundado por su hija Keiko, quien en varias ocasiones se ha presentado sin éxito a las elecciones peruanas.

El autócrata que dividió a Perú

Apodado «Chino» por sus rasgos orientales, a pesar de ser descendiente de japoneses, nació en 1938 y ejerció un gobierno de mano dura en Perú entre 1990 y 2000.

En la primera ocasión venció al escritor Mario Vargas Llosa y fue reelegido otras dos veces en medio de denuncias de fraude.

Fujimori dio el 5 de abril de 1992 un golpe de Estado con el apoyo de las Fuerzas Armadas que lo llevó a asumir todos los poderes del Estado, luego de cerrar el Congreso e intervenir el Poder Judicial y el Tribunal de Garantías Constitucionales.

Tras la presión de países y organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), el gobernante convocó a un Congreso Constituyente que promulgó en 1993 una nueva Constitución Política, que aún está vigente.

En 1994, se divorció de Susana Higuchi tras un conflicto familiar que incluyó la denuncia de su esposa ante el Congreso de que había sido torturada por los servicios de seguridad, y llevó a su hija mayor, Keiko, a convertirse en primera dama del país, cuando solo tenía 19 años.

Higuchi falleció en diciembre de 2021 a los 71 años, de un cáncer de pulmón que padeció durante los últimos años.

Los simpatizantes de Fujimori lo admiran por haber derrotado durante su gestión a los grupos terroristas Sendero Luminoso y MRTA, y por haber detenido la «hiperinflación» que heredó del primer gobierno de Alán García (1985-1990).

Sin embargo, durante su mandato también se cometieron graves violaciones a los derechos humanos y se gestó la mayor red de corrupción de la historia peruana, liderada por su asesor «en la sombra» Vladimiro Montesinos, quien también está preso.

Con la difusión, en septiembre de 2000, de un vídeo en el que se veía a Montesinos entregando dinero a un congresista opositor, se vio obligado a anunciar que iba a convocar a nuevas elecciones, a las que aseguró que no se presentaría.

Dos meses después, escapó del país y renunció a la Presidencia mediante un fax enviado desde Japón, donde permaneció hasta 2005, cuando viajó a Chile, que lo extraditó a Perú en 2007.

El exgobernante cumplió su condena desde 2009 en una prisión policial de Lima adaptada exclusivamente para él y que, según sus opositores, era una «cárcel dorada» que no se comparaba a las condiciones del resto de la población penitenciaria del país y donde recibió continuamente a sus familiares y partidarios.

En esa prisión fue ganando de manera progresiva compañeros de reclusión. Durante meses la compartió con Alejandro Toledo, su principal opositor al final de su mandato, y Pedro Castillo, cuyo mensaje golpista recordó a muchos el pronunciado por Fujimori en 1992.

Durante los últimos años, «el Chino» fue operado en seis ocasiones de una dolencia precancerígena en la lengua, conocida como leucoplasia, y también afrontó problemas estomacales, vasculares, de presión arterial y pulmonares.

En 2017, el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski lo indultó con el argumento de que una junta médica había determinado que padecía una «enfermedad progresiva, degenerativa e incurable» y que las condiciones carcelarias implicaban grave riesgo para su vida.

Investigaciones posteriores señalaron que el indulto fue otorgado como consecuencia de un aparente acuerdo político con el hijo menor del exmandatario, el entonces legislador Kenji Fujimori, para evitar que prospere la destitución por acusaciones de corrupción contra Kuczynski, quien finalmente renunció al cargo en marzo de 2018.

La gracia presidencial fue anulada posteriormente por un juez y Fujimori debió volver a la cárcel, después de que Kuczynski dejará el cargo y Kenji fuera desaforado por el Congreso en medio de un duro enfrentamiento político con su hermana Keiko.

En octubre de 2021, fue sometido a un cateterismo en el corazón en una exclusiva clínica de Lima, para aliviar una obstrucción en una arteria, y en noviembre volvió a ser internado por complicaciones por una fibrosis pulmonar.

A esas enfermedades sumó un nuevo tumor maligno que le fue detectado en mayo pasado.

En el plano legal, la Justicia peruana confirmó en enero de 2020 que Fujimori debía ser juzgado por el «caso Pativilca», en el que se atribuye al grupo Colina el asesinato de seis dirigentes comunales de esa localidad del norte de la región Lima.

La polémica en torno a su figura ha llegado a dos de sus cuatro hijos, considerados sus herederos políticos: la tres veces candidata presidencial Keiko, que es juzgada por presunto lavado de activos, y el exlegislador Kenji, condenado a 54 meses de prisión por tráfico de influencias.

En diciembre pasado la polémica rodeó su figura por última vez.

El Tribunal Constitucional ordenó su liberación, en desafío a las órdenes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), una última muestra de la influencia sobre el poder que tuvo hasta su último minuto y también de la capacidad de dividir a una sociedad.