Matter, un lenguaje único para los hogares inteligentes, permite hacer compatibles todo tipo de dispositivos conectados y es vital para el avance del internet de las cosas
13 sep 2024 . Actualizado a las 09:25 h.Suena la alarma. Te despiertas. Las persianas se levantan solas. En la cocina el exprimidor y la cafetera se ponen en marcha solas y se ocupan de preparar el desayuno. Mientras, te levantas y dices con voz clara: «Ducha, 38 grados». Y la casa responde: «Ducha preparada».
Parece fantasía, pero cada vez más está más cerca de convertirse en realidad. Si se cumplen los pronósticos de la industria tecnológica, esta será la década de los hogares inteligentes, llenos de dispositivos conectados para hacernos la vida cada vez más fácil, recibiendo nuestras órdenes o pensando por su cuenta, ya que lo sabrán todo sobre nosotros.
La era de la internet de las cosas parece a medio o largo plazo inexorable, como la de la inteligencia artificial. Cada año registra nuevos avances y se venden más aparatos como enchufes programables y manejables vía móvil, cámaras, cerraduras, persianas con sensores, aspiradores robot que te avisan cuando han limpiado todo el hogar... La tecnología mejora constantemente en un mundo cada vez más interconectado, pero aún hay varios obstáculos que allanar.
Uno de los más importantes es la falta de interoperabilidad entre dispositivos de diferentes fabricantes. Si tengo una nevera de una marca y no se puede comunicar con la centralita, que es de otra, no podemos crear un verdadero hogar conectado. Para solucionar este problema, varios gigantes tecnológicos como Apple, Google, Amazon o Samsung (entre otros muchos) se aliaron para desarrollar, de la mano de la la Connectivity Standards Alliance (CSA), un lenguaje universal, un esperanto de la conectividad que funciona como un estándar y asegura una comunicación segura entre aparatos, independientemente de quién sea el fabricante.
A la hora de comprar un dispositivo inteligente, conviene comprobar si es compatible con Matter. ¿Por qué? Porque facilitará que en el futuro se puedan combinar o mezclar cualquier aparato sin problemas de compatibilidad. ¿Tienes Alexa y quieres que se comunique con tu reloj Apple o tu móvil Google? ¿Quieres ordenar o programar que se enciendan tus bombillas inteligentes Tapo y tienes varios smart things de Samsung? No debería de haber problema. ¿Tienes un iPhone y tu pareja un Android? Los dos podréis dar órdenes al sistema.
Hay otras ventajas además de la compatibilidad. Uno de los grandes temores que pone en cuestión las casas conectadas es la posibilidad de que puedan jaquear nuestro hogar. Matter también contribuye a aumentar la seguridad, al usar una «encriptación de extremo a extremo» para proteger los datos y garantizar que la comunicación entre dispositivos sea segura.
Otro asunto fundamental es el manejo centralizado. Si para abrir las persianas, revisar las cámaras o poner música necesito acceder a diferentes aplicaciones, la facilidad de uso disminuye de forma abrupta. Matter permitirá configurarlos y controlarlos a través de una única plataforma.
Este protocolo aún está en desarrollo. En mayo incorporaron un nuevo factor que puede ser decisivo: el manejo eficiente de energía, para ofrecer informes, con mediaciones reales y estimadas, de potencia, voltaje, corriente, consumo y generación.
En un hogar conectado, lleno de dispositivos enchufados, este puede ser un asunto trascendental. ¿Cómo evitamos que se dispare la factura eléctrica? Por ahora no está clara la respuesta. Y tampoco parece que los dispositivos IOT (internet de las cosas) puedan convertirse en productos de adopción masiva en un breve plazo de tiempo. Hace unos pocos meses que ampliaron el alcance de Matter a la gestión del agua y la energía y los sistema de carga de coches eléctricos.
Aún queda lejos el día en que todas las casas tengan una centralita y un rúter avanzado para gobernar todo tipo de cacharros igual que ahora tenemos una cocina y una nevera. Y quizá todavía más para que el agua de la ducha esté calentita porque se lo hemos dicho al levantarnos, pero parte de ese camino está andado.