Kamala Harris sigue apostándolo todo a la indefinición

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

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Kamala Harris, en un mitin la noche del jueves en la localidad de Savana (Georgia).
Kamala Harris, en un mitin la noche del jueves en la localidad de Savana (Georgia). DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

31 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Se esperaba con mucho interés la primera entrevista de Kamala Harris como candidata presidencial tras nada menos que cuarenta días esquivando a la prensa. Al final, la entrevista no aclaró demasiado; si acaso, el por qué se resistía tanto a concederla. Nerviosa, un tanto insegura, enredándose con frecuencia en sus propias frases, Harris produjo la impresión desconcertante de alguien con pocas tablas, lo que no es cierto. Incluso cuando la entrevistadora le presentó en bandeja ocasiones para lucirse, como el comentario idiota de Donald Trump sobre su raza, no fue capaz de encontrar una frase, un golpe de ingenio que pusiese a su rival en su lugar. No fue la catástrofe que celebraban ayer los medios pro-republicanos, pero el hecho de que Harris haya tenido que dar brazadas para no ahogarse en un entorno tan favorable (la cadena CNN), en una entrevista breve y pregrabada, con preguntas amistosas y una presentadora correcta, pero que obviamente tenía pocas ganas de hacer sangre, sugiere un mal pronóstico para cuando la candidata tenga que enfrentarse el día diez de septiembre al debate en vivo con Donald Trump. Claro que entonces Harris contará con lo que se ha convertido en su capital principal en esta campaña: el propio Donald Trump. De los dos, es Trump quien está haciendo una mejor campaña contra Trump. Ella, por lo que se vio el jueves, tiene difícil ganar un debate, pero a él se le puede dar muy bien el perderlo.

Da la impresión de que es a eso a lo que el equipo de Kamala Harris lo fía todo, del mismo modo que la propia Harris da la impresión de fiarlo todo a su equipo. En la entrevista del jueves, saltaba a la vista que no quería apartarse un milímetro de las frases prefabricadas de sus asesores, que repetía con la tenacidad de un robot. Parece que la consigna es ofrecer un perfil bajo, evitando no ya las propuestas polémicas sino directamente las propuestas. De hecho, las únicas afirmaciones rotundas que hizo Harris fueron rectificaciones (sobre política medioambiental, sobre inmigración). Sus asesores entienden que Harris, que se forjó una imagen (en gran parte postiza) de radical de izquierda en un momento muy concreto en el que eso estaba bien visto, no tiene tiempo de construirse otra imagen más moderada, de modo que se ha optado por esta apariencia de moderación que proporciona la vaguedad. Es lo que, por otras razones, ya hizo el equipo de Joe Biden en 2020 cuando, con el pretexto de la epidemia de covid, lo mantuvo alejado lo más posible de los micrófonos. Funcionó, como quizás funcione ahora con Harris, pero es una estrategia arriesgada cuya eficacia no se va a poder medir hasta el mismo momento del recuento electoral. Por lo de ahora, las encuestas siguen estancadas en el margen de error con una ligera tendencia a favor de Harris; suficiente como para dar esperanzas a su campaña; insuficiente como para proporcionar tranquilidad.