Guerra, represión y hambre: por qué los migrantes africanos huyen de su hogar

Andrés Rey REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD · Exclusivo suscriptores

Migrantes africanos, el 11 de agosto en un cayuco cerca de la isla italiana de Lampedusa.
Migrantes africanos, el 11 de agosto en un cayuco cerca de la isla italiana de Lampedusa. Juan Medina | REUTERS

Las llegadas ilegales a Canarias han aumentado un 154 % en solo un año

02 sep 2024 . Actualizado a las 21:20 h.

Cada año en África huyen unos pocos más. De la pobreza, de la falta de oportunidades, de Gobiernos autárquicos y represivos, de la guerra... las rutas del continente —y las que salen de él— están curtidas por millones de pasos que han crecido en intensidad durante las últimas dos décadas. Esta semana, el estruendo se hizo ensordecedor en Canarias, donde las llegadas irregulares desde Marruecos y Mali casi se han triplicado en un año.

Marruecos es un lugar de paso, cercano a las costas españolas. Mali está estancado en una guerra entre grupos yihadistas y rebeldes tuaregs, por un lado, y el Ejército nacional —apoyado por mercenarios rusos del grupo Wagner—, con continuas masacres a civiles, torturas y violaciones.

Los dos países son ejemplos de un patrón que se consolida, se perpetúa y crece. El Africa Center for Strategic Studies contabilizó en un millón los nuevos migrantes africanos en el 2023, que se suman a un total estimado de 43 millones. La mayoría son jóvenes y solteros y no suelen salir del continente; solo buscan oportunidades de trabajo en los centros urbanos. Quienes sí se aventuran a salir, muchos menos, se dirigen hacia Oriente Medio y Europa, aunque solo representan un 6,6 y un 8,2 % de todos los migrantes que llegan a esas regiones.

Desastres y pobreza

Un éxodo rural. Los que no se marchan huyendo de conflictos, lo hacen obligados por la pobreza. Un 35 % de la población del África subsahariana vive en condiciones precarias, bajo la presión de conseguir un salario que cubra sus necesidades básicas. Muchos se van a Sudáfrica, un país económicamente más dinámico, o se mueven de zonas rurales a urbanas.

El cambio climático ha complicado la vida en el campo. Las inundaciones, las sequías y las tormentas son más graves. Se estima que, desde 1961, el crecimiento de la agricultura se ha reducido en un 34 % en el continente. La migración del campo a la ciudad, por cierto, puede ser un primer paso hacia la migración internacional. En los centros urbanos hay más ingresos e información sobre oportunidades en el extranjero.

Guerras y represión

Entre extremistas y juntas militares. En cuanto a las guerras, los grupos yihadistas están ganando terreno en la zona del Sahel. No solo en Mali, sino también en Burkina Faso y Níger, los civiles están atrapados entre el extremismo y las juntas militares que gobiernan cada país. En lo que va de año, según Europa Press, los yihadistas han matado a 2.050 civiles y los Ejércitos sahelianos, apoyados por las fuerzas rusas, a 2.430. Oenegés como Amnistía Internacional y Human Rights Watch (HRW) han denunciado repetidamente masacres a manos de soldados. Por ejemplo, HRW denunció que el Ejército burkinés ejecutó a 223 civiles el pasado febrero, entre ellos 56 menores.

El conflicto en Sudán cumplió el martes 500 días. Allí, las tensiones entre dos cuerpos militares oficiales —las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Apoyo Rápido— estallaron después de un cambio de Gobierno en abril del 2023. El fuego cruzado enseguida se extendió por el país y, hasta ahora, ha dejado 14.000 muertos y más de diez millones de desplazados.

También Sudán del Sur, la República Democrática del Congo, la República Centroafricana y Somalia están en guerra, y otros tantos países han regresado a regímenes autocráticos que restringen las libertades básicas.

Rutas irregulares

Los corredores más peligrosos del mundo. La mayor parte de la migración africana —registrada— fluye a través de vías regulares. Sin embargo, un número indeterminado de desplazados opta por vías irregulares o clandestinas y eso los vuelve mucho más vulnerables a grupos criminales que se aprovechan de su desesperación y explotan su falta de papeles.

Entre las sendas principales de migración irregular, destaca la ruta del Este como una de las más transitadas y peligrosas del mundo, seguida por cientos de miles de personas cada año. Conecta el Cuerno de África con los reinos del Golfo (Omán, Yemen, Arabia Saudí...) y quienes la siguen esperan ganar cinco veces más que en su país. Pero muchos nunca llegan: se deshidratan, se ahogan o sufren golpes de calor. Además, entre marzo del 2022 y junio del 2023, las autoridades saudíes mataron a cientos de personas en la frontera con Yemen. Les dispararon a quemarropa, les lanzaron explosivos y los obligaron a violar a compañeras de viaje.

La ruta del Sur recorre la costa este del continente hasta Sudáfrica, a través de Kenia y Tanzania. No recibe tanta atención como otras, pero muchos de los que la siguen mueren en la parte trasera de camiones y en contenedores de carga. El resto están a la sombra de contrabandistas que los torturan, los agreden y abusan sexualmente de ellos.

Las que más atención reciben son las rutas marítimas hacia las costas europeas. Aunque siguen siendo minoría, el número de migrantes africanos que intentan cruzar hacia España o Italia no ha dejado de aumentar, algo que incomoda a la UE. Recientemente, de hecho, Bruselas instó a los países del norte de África a reubicar a los simpapeles de las ciudades costeras para impedir que crucen. Esto ha llevado a acciones draconianas, como cuando las autoridades tunecinas deportaron y abandonaron a cientos de migrantes en el desierto, en la frontera con Libia.

Según la patrulla fronteriza de la UE, Frontex, esto ha supuesto una reducción del 40 % en las llegadas ilegales con respecto al año pasado. Pero la realidad es que solo está habiendo un cambio de flujo. De Italia a Canarias, donde el estruendo sigue creciendo. Donde los cayucos que llegan han aumentado un 154 % en apenas doce meses. Los que llegan.