Viajar en un grupo de 7 matrimonios y 14 niños: «La clave es que cada uno haga lo que quiera»
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28 en un crucero. Estos amigos de la infancia llevan viajando juntos desde que estaban solteros. Tres de las parejas explican cómo ha sido su primer viaje fuera de España al más puro estilo camarote de los hermanos Marx
26 ago 2024 . Actualizado a las 13:55 h.Si te proponen viajar con un grupo de 28 personas, es probable que la primera palabra que se te venga a la mente sea caos. Pero en este caso, nada que ver, porque siete matrimonios que se conocen de toda la vida han hecho las maletas para irse junto a sus hijos —en total 14— en un crucero por el Mediterráneo. Y no es el primer viaje que realizan juntos, ya que tienen una dilatada experiencia a la hora de organizar vacaciones para todos, desde escapadas en la semana blanca a otros puntos de España. Benito y Tamara, Mario y Ana y David y Rocío son tres de las parejas de esta pandilla viajera que han querido contar los secretos de cómo se ha gestado su primera experiencia internacional.
«Nos conocemos desde siempre, de nuestra infancia y del pueblo», dice Benito, al que le ha tocado organizar el crucero. «Esta vez me ha tocado a mí, porque como una prima de mi mujer había hecho uno, decidí llamar para pedir presupuesto», explica. Pero nadie tiene garantizado el puesto de organizador, porque es algo que surge de manera espontánea y dependiendo de la disponibilidad de cada uno. Si a muchos nos cuesta ponernos de acuerdo para salir a cenar, para ellos es pan comido marcharse adonde sea. «Como hacemos quedadas para hacer barbacoas en nuestra finca de manera habitual, es ahí cuando solemos proponer los viajes. Si falta algún matrimonio, se lo comentamos después. Dependiendo del tipo de viaje o el destino, cada uno se encarga de una cosa distinta: hoteles, actividades... No tenemos un responsable asignado», afirma. Otro de los integrantes del grupo, Mario, confiesa algún que otro destino. «Hemos hecho más viajes cuando estábamos solteros que en pareja. Pero hemos ido a Pamplona, Cádiz, Andorra...», indica.
Cuantos más, mejor
Evidentemente, si te vas de viaje con una gran pandilla hay más diversión asegurada. Pero no solo eso, sino que cuentan que entre tanta gente, cada uno puede hacer y deshacer cuanto le da la gana. Todo en función de lo que desee en ese momento. «Cuando te vas con una pareja y estáis los dos solos de vacaciones, al final tienes que estar muy limitado a lo que la otra persona quiera. Al ir tanta gente, si tú tienes ganas de marcharte, no te ves en el compromiso de dejar a nadie solo, porque siempre se queda acompañado. Si alguien dice: ‘Pues yo voy a hacer esta excursión’, siempre se apunta alguno. Si no te apetece, no te ves obligado. Es la parte más positiva», explica Mario. Cuando le pregunto si ve alguna desventaja a irse de vacaciones con tanto acompañante, se para unos segundos a pensar. «¿La parte negativa? Es mejor ir solo», bromea mientras suelta una carcajada. David y Rocío tenían algunas dudas antes de embarcarse en esta aventura. «Éramos mucha gente, cada uno con su carácter... Pero ha sido fabuloso», confiesan. A la vez que indican algunas de las cosas positivas de viajar con un grupo tan numeroso: «Cuando salías a la piscina siempre te encontrabas a alguien de la pandilla».
¿Planteaban un croquis cada mañana con lo que iban a hacer? Benito desvela cómo se organizaban. «En este tipo de viaje lo más difícil era saber qué quería visitar cada uno. Por eso, el día anterior, decidíamos si queríamos bajar al puerto en la ciudad que tocase. Los que querían bajaban, y los que no, se quedaban en el barco, en la piscina o lo que fuese. En el caso de los desayunos o las comidas, hacíamos lo que se podía dependiendo del sitio que hubiese, o de si a alguien le apetecía levantarse más tarde. Igual nos sentábamos juntas tres parejas y las otras cuatro estaban en la otra punta, o iban en otro momento. Por las noches, como las cenas estaban reservadas, aprovechábamos para juntar las mesas», indica.
¿Y nadie se sorprendía al ver a tantos comensales? «Más que alucinar por las mesas que juntábamos, la gente gruñía cuando los niños daban un poco de guerra», cuenta Mario. «Era una fila de tres mesas consecutivas, porque por la forma que tenía el restaurante, no nos podían poner en una grande. La gente miraba porque formábamos bastante jaleo, pero también solía haber más grupos, aunque no tan numerosos», bromea David. Eso sí, no ha habido suerte de lograr que se juntasen los 28 para una excursión. «Nos hemos divido en casi todas. En Nápoles estuvimos a nada de salir todos juntos», confiesa.
A pesar de ser un viaje muy familiar, los adultos también pudieron disfrutar de tiempo sin hijos. «Son amigos y se llevan muy bien. Los niños tienen entre 1 y 17 años. En mi caso tengo a la pequeña de 1, a uno de 10 y a otro de 13. Los mayores estaban a su aire todo el día, ni los veíamos. A la pequeña la llevábamos con nosotros, aunque en el crucero había algún sitio donde la podíamos dejar. Pero también la cuidaban los niños mayores y se la llevaban por ahí», explica Benito. Sin embargo, David y Rocío echaron en falta algo más de intimidad: «Nuestros hijos mayores es como si hubiesen hecho un viaje paralelo, iban a su rollo. Quizá lo peor era por las noches, porque volvían a la habitación a las cinco de la mañana y despertaban a todo el mundo. Es lo malo de estar toda la familia en el mismo camarote, pero había que ajustarse al presupuesto».
Planeando el siguiente
A pesar de los gustos y las exigencias de cada uno, todos están de acuerdo en una cosa. «Es una experiencia diferente a todas las vacaciones que hemos podido tener. Sí que es verdad que con tanta gente siempre puede haber diferencia de opiniones. La clave para que todo vaya bien es que cada uno haga lo que quiera y evitar las discusiones. Si alguien no quiere ir a un sitio o levantarse pronto, no te puedes enfadar ni que te parezca mal», confiesan Benito y Tamara. Mario y Ana piensan igual. «A ti no te puede importar lo que el otro tenga ganas de hacer. Como si se quiere ir a dormir la siesta», afirman.
¿Repetir un crucero? Tamara lo tiene claro. «¡Si me lo pones barato, cogemos otro enseguida!», bromea. El siguiente destino que barajan es Punta Cana, pero todavía no han decidido el medio de transporte. «Fuerzas y ganas tenemos, presupuesto ya no sabemos, estamos haciendo números...», bromean David y Rocío.