Isabel Díaz Ayuso: cinco años de sepulturas políticas y ataques a Sánchez

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

ACTUALIDAD · Exclusivo suscriptores

Isabel Díaz Ayuso en una intervención.
Isabel Díaz Ayuso en una intervención. SERGIO PEREZ | EFE

La presidenta de la Comunidad de Madrid pasa de lo desconocido a la primera fila territorial del PP

20 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A alturas del 2019, Isabel Díaz Ayuso era una absoluta desconocida para la política. Una servidora pública de bajo calado que pasó disimuladamente como presidenta y vocal de varias comisiones del Ayuntamiento de Madrid. Sin embargo, la decisión del expresidente del PP Pablo Casado de nombrarla cabeza de lista para las elecciones de la Comunidad de Madrid ese mismo año se convertiría en uno de los golpes de efecto más fuertes de los populares. Ayer, la presidenta madrileña cumplía cinco años al frente del Ejecutivo regional y siendo una de las figuras más reconocibles del partido.

En su debut como candidata a presidenta, el PSOE de Ángel Gabilondo le superó por 37 escaños a 30, pero gracias al apoyo de Vox y Ciudadanos, Ayuso logró gobernar. Un rostro nuevo lejos del estigma de los imputados por las tramas Gürtel, Lezo y Púnica, en la peor época del PP, consiguió mantener a su partido al frente de Madrid, territorio en manos de los de Génova desde el año 1995. Y con un lema que le acompañaría hasta hoy: «No hay nada más grande que la libertad».

El desarrollo de su primer mandato sacaría a relucir la cara más dura de la presidenta: una experta en enterrar partidos y rivales políticos. Una moción de censura orquestada por Ciudadanos y PSOE contra el presidente Fernando López Miras en Murcia le llevó dos años más tarde a adelantar elecciones. Los ganaría por 65 escaños y gobernaría con Vox, dando sepultura a Ciudadanos y colgando en su sala de trofeos personal la cabeza de su hasta ahora más valiosa presa: Pablo Iglesias, que dejó la vicepresidencia del Gobierno para intentar frenar a Ayuso en Madrid. «España me debe una», dijo la dirigente popular tras el anuncio de dimisión del cofundador de Podemos por su fracaso electoral. Su «comunismo o libertad» volvía a ser la apuesta ganadora ante una izquierda sin un proyecto convincente.

Casado y la mayoría absoluta

No todos los enemigos de Ayuso estuvieron siempre en casa. En el 2022, consiguió también que Casado, su valedor hasta el momento, dejara la presidencia del PP tras pedirle explicaciones por la compraventa de mascarillas durante la pandemia, acusándola prácticamente de corrupta cuando se daba la pelea contra el Gobierno de Pedro Sánchez por su gestión de la emergencia sanitaria. Dos congresos del PP sucedieron a la marcha de Casado. Uno, haría de Ayuso la jefa del partido en Madrid para afianzar su liderazgo; el otro, llevaría a Alberto Núñez Feijoo a Génova para poner paz entre las partes.

El ahora jefe de la oposición trató de trazar un equilibrio con la presidenta madrileña. Ella se mantendría alejada de aspirar a cargos nacionales y se limitaría a Madrid y, a cambio, el partido la dejaría operar libremente en la comunidad. Funcionó.

Así llegó a las elecciones de mayo del 2023 en las que consiguió 71 diputados y su primera mayoría absoluta, llevando a Vox a la irrelevancia tras propiciar estos los comicios por el bloqueo de los presupuestos.

Desde entonces, Ayuso se ha convertido en un castigo para Pedro Sánchez y ha sido la baronesa más dura contra la Ley de Amnistía, los pactos con las formaciones independentistas del PSOE, los impuestos a las grandes fortunas y el caso de presunta corrupción de la esposa del presidente, Begoña Gómez. Pero su carrera debe esperar al desenlace del caso de su pareja y sus fraudes a Hacienda y a las «acciones» que tomará el PSOE sobre el caso.