Anatomía del régimen venezolano: las cinco cabezas del chavismo que la crisis ha cohesionado

La Voz REDACCIÓN

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De izquierda a derecha, Cilia Flores, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Delcy Rodríguez y Jorge Rodríguez, en un acto por los 20 años del régimen chavista, en febrero.
De izquierda a derecha, Cilia Flores, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Delcy Rodríguez y Jorge Rodríguez, en un acto por los 20 años del régimen chavista, en febrero. Miguel Gutiérrez | EFE

El sector institucionalista ha perdido poder frente a los más radicales

13 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde el 2013, con la muerte de su fundador, el chavismo ha dejado de ser un proyecto homogéneo. Nicolás Maduro ha tenido el éxito de mantener cohesionado un grupo con visiones políticas diferentes en sus matices e intereses, pero sostenidas por un concepto fundamental: el poder no se negocia ni se entrega. «No saldremos del poder ni por las buenas ni por las malas», han dicho, en infinidad de oportunidades, el propio Maduro, su número dos, Diosdado Cabello, y en alguna ocasión Delcy Rodríguez, la vicepresidenta.

Cada uno de ellos, sin embargo, y según señalaron politólogos venezolanos a La Voz (declarando en condición de anonimato), representa una tendencia en el chavismo, a la que habría que sumar otras dos: la del ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, y la hoy caída en desgracia del exministro del Petróleo Tareck El Aissami, que, sin embargo, «sigue viva y operativa», señaló uno de estos analistas.

«Generalmente, las alianzas eran entre Maduro (y su esposa, Cilia Flores, una eficaz operadora política) y los hermanos Rodríguez (Delcy y Jorge, vicepresidenta del Gobierno y presidente de la Asamblea Nacional); y entre Cabello y Padrino —señaló una fuente—. El Aissami era un operador propio, surgido del grupo de Cabello, y de hecho lo detuvieron por la idea de iniciar un proyecto de poder fuera del grupo. Eso causó su caída».

En marzo del año pasado, el político andino hijo de sirios fue destituido como ministro de Petróleo, y 66 de sus seguidores resultaron detenidos (al menos tres murieron en cautiverio) en el marco de una trama en la que, supuestamente, desaparecieron hasta 23.000 millones de dólares de las arcas públicas.

Demagogia contra fuerza bruta

En los últimos años, el auge de los Rodríguez, señalan los politólogos, ha venido de la mano del programa de apertura económica que inició Maduro en el 2018, cuando su modelo «socialista» colapsó por hiperinflación e ineficiencia. Fueron los Rodríguez quienes crearon un polo de poder económico y, según se dice en Venezuela, también quienes convencieron a Maduro de que, gracias a su control institucional, podría vencer de forma relativamente limpia en las elecciones del 28 de julio. Así se volvería a legitimar, algo que necesitaba —y mucho— para consolidar ese modelo y su poder.

Ese sueño tuvo un brusco despertar con las actas en poder de la oposición, ratificadas este fin de semana por la UE: Maduro solo obtuvo un 30 % de los votos. Y eso ha elevado el perfil de Cabello, quien representa a los «centauros» (la logia militar que se alzó en 1992 y creó el chavismo) y es el líder de los denominados «radicales» dentro del Gobierno. Los que creen a pies juntillas que es un proyecto de poder que no depende de lo electoral.

Si el resultado de las elecciones ha puesto en crisis a la amalgama de grupos que compone el chavismo, esa supuesta fractura no es visible aún, indican los analistas. Más para un grupo que, como señala uno de ellos (salido de sus propias filas hace unos años) este tipo de crisis «los cohesionan. Más bien es en ausencia de presión cuando sus lazos se aflojan».