Otro ultimátum a punto de fracasar

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira SIN COBERTURA

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Marta Rovira, secretaria general de ERC, entre Pere Aragonès y Marta Vilalta, en la reunión de la ejecutiva del partido presidida por ella tras su regreso el viernes desde Suiza
Marta Rovira, secretaria general de ERC, entre Pere Aragonès y Marta Vilalta, en la reunión de la ejecutiva del partido presidida por ella tras su regreso el viernes desde Suiza Marta Pérez | EFE

29 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegó la amnistiada Marta Rovira de su seudoexilio en la bucólica Ginebra, que no es mal sitio, sobre todo si lo tienes todo pagado por los impuestos de los españoles, con un órdago bajo el brazo. La mujer que dirige —en funciones— los destinos de una Esquerra en descomposición, donde todos sus referentes se dedican a hacerse la guerra sucia, le dijo a Pedro Sánchez que, si quería investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat, tenían que cerrar un acuerdo antes del 31 de julio. Y estamos ya a 29 y parece que o ERC y Rovira renuncian a parte de su ambicioso programa de «hacerse con las llaves de la caja» fiscal o Puigdemont, el otro elefante en la habitación, podrá salirse con la suya y forzar una repetición electoral en octubre.

Pero en este mes largo de negociaciones bajo cuerda hay muchas contradicciones. La primera de todas ellas es el ninguneo a Illa. Las negociaciones las ha llevado directamente el PSOE. Félix Bolaños y Santos Cerdán desbrozan las enemistades cainitas entre las diferentes familias de Esquerra mientras Sánchez intenta impulsar la solución final con un Pere Aragonès que ya no es nadie tras el descalabro electoral de mayo, pero que puede decidir la batalla interna con los republicanos. Y eso que investir a Salvador Illa deja al PSOE en una posición muy compleja: debe justificar ante sus votantes en el resto de España unas concesiones inexplicables, y se arriesga a ver bloqueada cualquier iniciativa en el Congreso que no pacte con el PP.

Y toda la operación, conviene recordarlo, a expensas de que luego sea refrendada por unas bases de ERC que ya han demostrado su animadversión hacia el PSOE. El recuerdo de los tripartitos de Maragall y Montilla llevaron a los republicanos a sus peores resultados en las urnas. Y esa ruidosa minoría contraria a pactar con fuerzas «españolistas» ya ha conseguido parar la coalición en Barcelona con el socialista Collboni. Xavier Trias, que no ha conseguido su sueño de repetir como alcalde pese a ser el más votado, fue el más expresivo para avisar a Esquerra: «No son gente de fiar, no os fieis nunca de Collboni, no os fieis nunca especialmente de un señor que se llama Illa. Muy buena cara, muy buenos gestos, pero os clavará siempre una puñalada por la espalda». El ultimátum se asoma al fracaso.