Las 575 palabras que hundieron la reputación de Jordi Pujol

r. mateos EFE / BARCELONA

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Jordi Pujol, en un acto en Cataluña.
Jordi Pujol, en un acto en Cataluña. DAVID ZORRAKINO - EUROPA PRESS

Se cumplen diez años de la confesión del expresidente de la Generalitat de Cataluña

26 jul 2024 . Actualizado a las 17:21 h.

«Mi padre, Florenci Pujol i Brugat, dispuso como última voluntad específica que un dinero ubicado en el extranjero —diferente al comprometido en su testamento—, rendimiento de una actividad económica de la que ya se ha escrito y comentado, y que no se encontraba regularizado en el momento de su muerte, en septiembre de 1980, se destinara a mis siete hijos y a mi esposa...». Así arranca el primer punto del comunicado que, a las seis de la tarde del 25 de julio del 2014, el abogado del expresidente catalán Jordi Pujol envió a todas las redacciones para salir al paso de las informaciones sobre una presunta fortuna familiar ilícita y oculta.

Aquel comunicado de 575 palabras escrito en catalán contenía una confesión inaudita: el reconocimiento explícito y sin precedentes de que durante décadas su familia había ocultado en el extranjero unos fondos heredados de su padre, Florenci. Se trataba de unas cuentas en Andorra, un dinero jamás regularizado y que acabó siendo detectado por las autoridades españolas.

La confesión de Pujol venía acompañada de una petición de perdón, un acto de contrición con el que esperaba atenuar el impacto de la revelación, sin sospechar el terremoto político y social que iba a provocar su escrito, que venía precedido de un goteo de artículos que lo situaban en el ojo del huracán.

Cuatro días después de la confesión, el entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas, anunció la renuncia de Pujol a todos sus cargos en CiU y CDC y a las prerrogativas como expresidente, entre ellas, además del tratamiento protocolario de muy honorable, figuraban una pensión vitalicia de 82.000 euros al año, un despacho en el paseo de Gràcia, personal de apoyo en esta oficina y coche oficial.

A sus 94 años, viudo tras la muerte de su esposa, Marta Ferrusola, Pujol aspira a cerrar su biografía recuperando, al menos, parte del reconocimiento público que vio volatilizarse aquel 25 de julio del 2014.