Son el equivalente digital a la literatura oral y tienen una capacidad comunicativa sin precedentes. Una investigación aborda ahora su potencial como activador político
19 jul 2024 . Actualizado a las 15:45 h.Qué es un meme. La pregunta puede ser sencilla, pero definir este producto de la era de las redes sociales no es tan sencillo. No son solo imagen y texto. Ni cualquier tipo de humor. Pero tienen una capacidad de comunicación brutal. Tanto, que quizá sean capaces de influir en política. Al menos esa es la premisa de la investigación de Ezequiel Soriano, estudiante del doctorado de Humanidades y Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que ha analizado el impacto de la cultura meme en su artículo Un Political Compass de los estudios sobre memes, publicado en Teknokultura. Revista de Cultura Digital y Movimientos Sociales.
Pero primero, lo más básico. ¿Qué es un meme? «Yo entiendo los memes como sucesos, como cosas que pasan», explica el investigador. Son parte de la cultura popular, algo así como se entendía la cultura oral en el pasado. «Todo es memeizable», dice. Pueden ser imágenes, vídeo, texto, pero también dar like irónicamente a cierto comentario, copiar un comentario de otra persona y repostear algo que no gusta de forma irónica.... Son, al fin y al cabo, «una forma de estar en internet, una forma siempre un poco irónica».
El mundo, al menos el digital, se ha acostumbrado a que en cuanto acontece algo, aparezcan los memes. Se puede hacer humor de cualquier cosa y sin ir más allá, hasta la final de la Eurocopa las redes se han ido llenando de todo tipo de memes. «Hay que darles la importancia que merece, porque son chascarrillos, pero las aparentes tonterías también tienen un impacto en la forma en la nos enfrentamos al mundo». Tienen la capacidad de modificar lo que sentimos y lo que pensamos. Y de eso se trata también la comunicación política.
El artículo de Ezequiel Soriano se centra el popular meme The Political Compass, que se entiende como un eje de coordenadas en el que se sitúan diferentes posicionamientos políticos con un toque de humor, como ejemplo de una cultura meme que trasciende el humor para convertirse en una forma de comunicación adaptable a cualquier circunstancia o temática, dado su poder comunicativo.
Muchas estrategias y muchas campañas políticas han utilizado los memes, han aprovechado ciertas comunidades de Internet que se dedican a crear y compartir memes para llevarlo a su terreno. Ezequiel Soriano nombra un ejemplo: la primera campaña de Donald Trump, que lo llevó a la Casa Blanca.
«Utilizó todas comunidades de 4chan (una plataforma anónima de la que nacen muchos memes) y allí había una comunidad que tenía el meme de la rana Pepe». Durante la campaña, estas comunidades se activaron y se politizaron, y de hacer bromas irónicas sobre el racismo y el supremacismo blanco para a haber una intención política. Y los chistes dejan de ser bromas y comienzan a tener un impacto más grande.
«A través de esta idea de que no te puedes enfadar con una broma, consiguen meter en el debate público cosas que antes no estaban». Se demuestra así que los memes tienen la capacidad de abrir ciertos temas políticos «que muchas veces son problemáticos y que a partir de esa broma pueden estar en la agenda», aclara Soriano.
Si en Estados Unidos funciona 4chan, está claro que el equivalente patrio es Forocoches. Y la posibilidad de, a través de los chascarrillos, esparcir discursos. ¿Contribuyen los memes a apuntalar discursos de odio? «Los memes cubren todo el espectro político. Igual que hay muchos memes de gente de extrema derecha, hay otros muchos hechos por activistas de izquierda», explica el doctorando de la UOC.
Pero sí es cierto que en lugares como Forocoches o en partidos de extrema derecha se utiliza «esta forma memética» para convertir en una broma discursos que ya parecían superados. Y eso conecta también con «con la ética y con el tipo de humor, porque en muchas ocasiones en estos ambientes la gente quizá no sea de extrema derecha, pero sí son provocadores. Les gusta provocar» a través de temas como la pedofilia, los nazis y el racismo.
«No piensan así», dice Ezequiel Soriano. El asunto se complica cuando el meme deja de ser una provocación o un chascarrillo para ser activado de modo ambivalente por ciertas fuerzas políticas. «Si le dan un cariz político y las orientan hacia establecer cierto discurso de odio, a cuestión se vuelve más peligrosa». Y ahí si que es necesario hacer una reflexión y no quedarse en que son una tontería.
Claro que en el mundo de los memes, como remarca Soriano, está todo el espectro político y de hecho, todos los partidos los utilizan ya como herramienta de comunicación. Ahí está de ejemplo aquel Más sabe el Perro Sanxe por perro que por sanxe del PSOE.
«Todos los partidos, con mayor o menor suerte, están en las memesferas» y activan estas comunidades. De hecho, sí hay partidos que tienen como parte de su comunicación la creación y propagación de memes. Pero claro, no pueden vincularse directamente. Porque entonces el meme pierde fuerza. Y deja de ser meme.
«La fuerza tiene que ver con su carácter anónimo, que está hecho popularmente y se comparte» y no orquestado por una estrategia política. Por eso los partidos activan ciertos canales para mover los memes. Los memes se convierten en códigos que actúan, al mismo tiempo, como frontera para los no iniciados y como lenguaje propio de esas comunidades virtuales que los usan para «crear una suerte de espacio íntimo en el que no hay espectadores, sino que todos participan y son parte».
Surge entonces la pregunta de sí, con la capacidad comunicativa que tiene esta literatura del siglo XXI, la política debería tomarse más en serio la memesfera. Y dejar de tratarla como un mero chiste. «Sí tienen fuerza, pero al final tienen mucho que ver con la broma interna», aclara Ezequiel Soriano. Las comunidades, como los memes, son efímeras y múltiples. Por eso los memes no son algo único, a pesar de que muchos partan de unas normas estilísticas concretas y se puedan generar a partir de una plantilla concreta. No son solo una imagen, un código, unas normas.
Porque hay un delicado equilibrio que tienen que mantener. Si se ven forzados, si tienen una intencionalidad clara, no funcionan. «Los memes son una especie de carnaval online, debe ser irónico, juguetón, jugar con la ambivalencia». Quizá no es tanto cuestión de darle importancia si no de ver los códigos en los que se producen. «Una comunicación directa y muy dura, con un mensaje muy claro a través de un meme no llega a ningún lado».
El investigador de la UOC da importancia a cómo recuperar el juego ambivalente y aprovechar esas cuestiones carnavalescas, de ironía, en vez de quitarles importancia o creer que se tratan de algo problemático.
Y luego está la cuestión de la edad. Porque no toda la sociedad entiende, participa y se ríe con los memes, sino que son parte de una cultura digital que no ha llegado tanto a las personas de mayor edad.
«Existen muchas formas de meme y si los entendemos como forma de comunicación vemos que ha cierta tensión», afirma Soriano. Aquellas personas vinculadas con la cultura de Internet no ven relevantes los memes político-generalistas, sino que usan memes mucho más oscuros e incomprensibles y que se crean para su comunidad.
¿Para quién se generan entonces los memes de comunicación política? «Muchas se veces se ve el plumero, quieren activar el pensamiento político de los jóvenes intentando replicar los códigos», pero los códigos se construyen entre todos y por eso los memes solo tienen sentido cuando están dentro de la comunidad.
Un meme mal hecho no comunica. Al contrario. «Esos memes con intencionalidad clara, podemos hablar de política pero también de márketing, son recibidos por las comunidades con un "no nos engañas"», con un «no estás entendiendo nada» y eso genera barreras y obviamente «no cumple con su objetivo de comunicación». Por eso un meme no es solo una plantilla. Es, sobre todo, esa forma de estar.