El ala socialista del Gobierno deja sola a Yolanda Díaz en su pelea con los empresarios

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

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Eduardo Parra | EUROPAPRESS

Enfría la urgencia y respalda flexibilizar la reducción de jornada

14 jul 2024 . Actualizado a las 10:13 h.

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, está en horas bajas. Los malos resultados que Sumar ha encadenado en las citas electorales del último año y que la llevaron a presentar su dimisión al frente de la formación tras el descalabro en los comicios europeos, en junio, se han traducido también en una progresiva pérdida de fuerza en el seno del Ejecutivo de coalición. De hecho, la pérdida de apoyo social, sumada a la fractura en el seno de su formación —con Podemos enfrente e Izquierda Unida criticando abiertamente la fallida estrategia de Díaz— ha quedado amplificada con la debilidad de la ya exlíder de Sumar para imponer urgencia en la hoja de ruta de las políticas pactadas con el PSOE, pero competencia de su ministerio.

El último ejemplo es el que se está viviendo en las dos últimas semanas con la reducción de la jornada laboral, que lleva meses negociándose en la mesa de diálogo social con sindicatos y patronal. La pretensión de la vicepresidenta era enviar con la mayor rapidez posible —antes de septiembre— al Congreso el proyecto de ley para su tramitación parlamentaria, para que entrase en vigor a principios del 2025.

Se trataba de rebajar la actual jornada semanal, cuyo máximo legal está en 40 horas, a 37,5 el próximo año, después de bajarla a 38,5 ya en este 2024. Pero mientras que los sindicatos respaldaron tal planteamiento —que consideran incluso demasiado tímido—, los empresarios se resisten a hacerlo.

Esta misma semana, durante la clausura de la asamblea anual de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), su presidente, Antonio Garamendi, criticó con dureza las formas de Trabajo en el diálogo social, advirtiendo que los empresarios no se levantarán de la mesa de negociación, pero que «no dirán a todo que sí», pese a las presiones del ministerio. De hecho, acusó a la vicepresidenta de gobernar «en contra de los empresarios».

Y es que cumple recordar que Díaz se marcó como objetivo alcanzar un acuerdo rápido, para el que la patronal reclamaba, entre otras cosas, un período transitorio mayor para la rebaja horaria y excepciones para algunos sectores especialmente afectados, como los de la hostelería o el comercio, amén de ampliar el límite legal de las horas extra, que en España está muy por debajo del promedio europeo.

Ante lo enfrentado de las posiciones, Trabajo optó —como ya hizo en ocasiones anteriores, como con la subida del salario mínimo— por dar un ultimátum a los empresarios. Si no presentaban por escrito sus propuestas y se negaban a aceptar las oficiales, el acuerdo sería bilateral, es decir, únicamente entre ministerio y sindicatos, con el riesgo de endurecer aún más las condiciones acordadas en ausencia de la patronal. No sería la primera vez.

Un balón de oxígeno

La CEOE no cedió. Pero se encontró con una aliada inesperada: el ala socialista del Gobierno. Como en el pasado ya hiciera su antecesora en el cargo, Nadia Calviño, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, entró en escena dándole a los empresarios un balón de oxígeno y un extra de fuerza en su pulso con Trabajo.

Se pronunció públicamente a favor de tener menos prisa por aprobar la rebaja de la jornada laboral, instando a hacerlo por unanimidad de los agentes sociales, teniendo en cuenta la demanda de los empresarios de «mayor flexibilidad», tanto en su implementación como en su alcance.

Esa exhortación a no correr —porque es mejor tardar algo más en llegar pero «hacerlo con todos»— era la postura del ala socialista del Ejecutivo, partidaria de pisar el freno. No en vano tenían ya la vista puesta en la aritmética parlamentaria precisa para sacar adelante la medida estrella de Díaz en esta legislatura. Precisan los apoyos de ERC, Junts y PNV, complicados de conseguir en estos momentos. En el recuerdo aún reciente las dificultades para lograr aprobar la reforma laboral, el Ejecutivo es consciente de que llevar la ley al Congreso con el aval de los sindicatos, pero también de los empresarios, allanaría el camino con los nacionalistas vascos y con la formación de Carles Puigdemont.

Por ello, haciendo de la necesidad virtud, el Ministerio de Trabajo dio un paso atrás y en la reunión del diálogo social del pasado lunes, en lugar de culminar su amenaza y volver la espalda definitivamente a una patronal que ignoró la exigencia de llevar una propuesta formal, optó por dar una nueva oportunidad al acuerdo con la CEOE. Y es que no solo planteó una tímida flexibilización en la aplicación de la rebaja horaria (ofreció más libertad para redistribuir la jornada durante el próximo año), sino que avanzó también que llevaría una nueva propuesta al siguiente encuentro: el fijado para el próximo miércoles 17.

Sin acuerdo: del salario mínimo a los cambios del subsidio de paro

El de la reducción de la jornada no es el único choque de trenes entre Trabajo y CEOE. En otros pulsos mantenidos con los empresarios —e incluso con otros ministros, como la titular de Hacienda o la exministra de Economía— Yolanda Díaz acabó recibiendo el respaldo de Pedro Sánchez e inclinando la balanza hacia sus posturas. Ocurrió en enero con la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) o más recientemente con la reforma del subsidio por desempleo. Ahora, sin embargo, Moncloa frena a Díaz en lugar de reforzarla.