Los líderes de una OTAN revitalizada se reúnen con la vista puesta en Ucrania

Miguel Palacio NUEVA YORK / E. LA VOZ

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El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el secretario de Estado de EE.UU., Anthony Blinken, en una reunión bilateral previa a la cumbre, ayer en Washington D. C.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el secretario de Estado de EE.UU., Anthony Blinken, en una reunión bilateral previa a la cumbre, ayer en Washington D. C. Tom Brenner | REUTERS

EE.UU. acoge una cumbre de la Alianza, que celebra sus tres cuartos de siglo

10 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Estados Unidos acoge esta semana una cumbre de la OTAN en la que la Alianza celebra su 75 aniversario frente a una creciente inestabilidad internacional. De cara a la reunión, los miembros de la organización han reafirmado su compromiso con Ucrania anunciando un nuevo paquete de ayudas dirigido a Kiev que han calificado de «histórico».

La Alianza celebra sus tres cuartos de siglo con planes para seguir entrenando y armando a las Fuerzas Armadas ucranianas en su defensa contra la invasión rusa. Un apoyo que, sin embargo, sigue sin incluir un camino claro para la adhesión de Ucrania a la OTAN. El cierre de filas de la Alianza en torno a la defensa de Ucrania, sin embargo, sí ha servido como tónico para una organización que en tiempos de paz había olvidado su razón de ser. Así, la Organización del Tratado del Atlántico Norte ha llegado a su 75 aniversario con unas energías renovadas, escenificadas en la adición de dos nuevos miembros, Finlandia y Suecia, que durante décadas fueron reticentes a resguardarse bajo el paragüas otanista.

Hasta Washington se desplazaron los máximos mandatarios de los 32 Estados miembros de la OTAN para un encuentro en el lugar que fue testigo de la firma del Tratado del Atlántico Norte en abril de 1949, hace hoy 75 años. La cumbre, que se extenderá durante tres días, ofrecerá una oportunidad a los líderes de los países miembros para discutir sobre un entorno internacional cambiante que se encuentra pendiente de las escaladas bélicas en Ucrania y Gaza, y que no pierde detalle de las actuaciones chinas en el Pacífico.

Un golpe en la mesa, de Biden

Al mismo tiempo, la cumbre será un examen de calado para el líder del Ejecutivo del país anfitrión, Joe Biden. El presidente de EE.UU., cuestionado como nunca por sus compatriotas, llega al encuentro de Washington con la necesidad de dar un golpe sobre la mesa para acallar a los críticos que se acumulan dentro de su partido. Una necesidad, además, acrecentada por la amenaza que suponen las opciones de Donald Trump de volver a la Casa Blanca. El potencial retorno del magnate a la presidencia de EE.UU. motiva declaraciones como las del canciller sueco, Tobias Billström, que ante las amenazas de Trump de reducir la participación de EE.UU. en la Alianza llamaba a «fortalecer el pilar europeo de la OTAN».

Por parte de la Administración Biden, el compromiso con la OTAN permanece inalterado. A finales del 2023, el mandatario estadounidense logró que el Congreso de su país aprobase una legislación destinada a impedir que los presidentes de EE.UU. puedan decretar la salida del país de la OTAN de forma unilateral. Además, de cara a la cumbre, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, quiso subrayar que la actual situación en Europa del Este ha conseguido reforzar la Alianza ante el desafío del Kremlin a los principios del derecho internacional. «La cumbre de Washington enviará una señal fuerte a Mr. Putin de que si piensa que puede sobrevivir a la coalición de países que apoyan a Ucrania, está equivocado», sostuvo Kirby.

La cumbre de Washington acoge el estreno del nuevo primer ministro del Reino Unido, el laborista Keir Starmer, que aprovechará la visita a Estados Unidos para reunirse por primera vez con Biden. El británico utilizará su paso por este encuentro para asegurar que su premiership mantendrá el apoyo incondicional de su país a Kiev. Será, también, la última cumbre de la OTAN bajo la secretaría general del sueco Jens Stoltenberg, que abandonará la dirección de la Alianza en octubre de este año, dejándola en manos del recién elegido Mark Rutte, ex primer ministro holandés.