La interacción de la Luna con la Tierra no resulta tan intensa como suele pensarse
10 jul 2024 . Actualizado a las 09:29 h.Todos los veranos ocurre la misma historia. Turistas que llegan desde la costa mediterránea que olvidan o no saben que aquí sí tenemos mareas. El reciente episodio de la familia murciana a la que el mar engulló su vehículo en la localidad de Muros nos permite extraer una valiosa lección sobre el poder de la Luna, sobre el que tanto se ha escrito.
El satélite natural es enorme en comparación con el tamaño de la Tierra. Esto provoca que tenga influencia sobre el planeta a través de la interacción gravitatoria, pero en realidad es muy débil. La Relatividad General formulada por Albert Einstein sugiere que la gravedad ni siquiera se puede considerar como una fuerza de la naturaleza, al menos no como la electromagnética que ilumina el mundo, que es trillones de veces más intensa.
Para encontrar un efecto considerable de la Luna sobre la Tierra hay que irse a los grandes océanos, que ocupan el 70 % de la superficie del planeta. El satélite atrae masas de agua hacia ella y genera un desnivel. «Pero el tirón gravitatorio es realmente muy pequeño y solo mueve el nivel del mar pocos milímetros. La clave para entender las mareas está en que en las grandes masas de agua ese tirón gravitatorio no es simultáneo. El pequeño desequilibro crea una onda que al ir entrando en contacto con la línea de costa produce las subidas y bajadas de marea.En los océanos están lo llamados puntos anfidrómicos alrededor de los cuales se mueven esas ondas», explica el meteorólogo Juan Taboada.
Sin embargo, esas ondas de marea solo se producen en los océanos y no en un lago o un mar como el Mediterráneo. «Es demasiado pequeño para que ese desequilibrio tenga lugar ya que el tirón gravitatorio es bastante homogéneo y por ello apenas hay movimientos de marea», añade Taboada. La diferencia máxima entre la pleamar y la bajamar en un arenal del Mediterráneo apenas llega a 30 centímetros. Una cifra menor frente a los más de cuatro metros que alcanza en las playas de Galicia.
Cuando la Luna, la Tierra y el Sol se alinean, se producen las llamadas mareas vivas que son más intensas porque a la influencia del satélite se suma la de la estrella. Cuando la Luna está en fase nueva aumenta un poco más ya que el satélite se encuentra en el medio de los tres cuerpos y el tirón gravitatorio actúa en la misma dirección. Sin embargo, durante la fase llena es la Tierra la que ocupa la posición central y el satélite y el astro tiran cada uno de un lado. La marea es viva, pero no tanto.
Lo que sí hay en el Mediterráneo es mar de viento y también una marea meteorológica. La presión atmosférica también tiene un efecto sobre el mar. Las altas presiones tienden a frenar su avance y las bajas lo intensifican. La relación es de un centímetro por cada milibar. Considerando 1.013 como la presión estándar, con un anticiclón de unos 1.036 milibares habría que restarle quince centímetros a la marea astronómica.