Hungría asume la presidencia de la UE sin esperanza de rebajar la tensión

Brais Suárez
Brais Suárez OPORTO / E. LA VOZ

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Orbán, en la cumbre europea de la pasada semana.
Orbán, en la cumbre europea de la pasada semana. DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

La adhesión de los Balcanes y la estructura de fondos comunitarios, prioridades de una Hungría cada vez más alejada de Bruselas

01 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Viktor Orbán es una de las (cada vez más) voces discordantes de la Unión Europea. Los catorce años de su segundo período como primer ministro de Hungría, desde el 2010, evidencian un país dividido, un Gobierno ultranacionalista, un deterioro de la independencia judicial, polémicos aliados internacionales y, últimamente, una clara oposición al suministro de armas a Ucrania. Hungría marca el camino de una reconocida «democracia iliberal» (democracia de baja intensidad que se inclina a la autocracia) que cuenta con más adeptos desde el pasado mayo.

El eslogan de Budapest para asumir, a partir de hoy, la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea no ayuda a rebajar las diferencias: «Make Europe great again» (Hagamos a Europa de nuevo grande).

«La referencia a [Donald] Trump es un poco provocadora, especialmente teniendo en cuenta las elecciones de Estados Unidos», reconoce por teléfono a La Voz Tárnok Balázs, doctor en Políticas en la Universidad Ludovica de Budapest. «Pero el Gobierno ha explicado que es una cuestión de mejorar la competitividad industrial y devolver Europa a su liderazgo, la gran prioridad para este semestre», explica el académico.

«Es una apelación a las clases medias que notan un declive en su nivel de vida», completa el también politólogo y vicedecano de la Universidad Corvinus, Sándor Gallai. Según el programa presentado por Hungría, que determinará la agenda del órgano, los otros ejes son «fortalecer la cooperación en defensa, gestionar la migración, proteger las fronteras exteriores y apoyar la ampliación de la UE». 

Roces y tensiones

Los últimos años las tensiones y roces de Orbán con la Comisión Europea han sido constantes. El año pasado, un grupo de miembros del Parlamento Europea propusieron estrategias para vetar la presidencia rotatoria de Hungría. No se consumaron, pero ya demostraron la enorme distancia entre el bloque y Orbán. El primer ministro es una figura muy divisoria dentro y fuera del país, aunque el semestre entrante no tiene por qué darle más protagonismo, más allá de algunas reuniones de alto nivel que liderará.

La presidencia del Consejo de la Unión es algo fundamentalmente práctico. El país que la ostenta organiza cientos de encuentros de carácter técnico que, en esta ocasión, estarán marcados por el relevo institucional tras las elecciones de mayo: se prevé un julio muy agitado para definir la mayor parte de cargos antes del descanso de agosto y después habrá cuatro meses de parón legislativo, hasta que las instituciones tomen posesión en noviembre.

«A nivel técnico seguro que habrá cooperación y un acercamiento, pero esto no evitará que el Estado de derecho siga empeorando en Budapest y que continúe el cruce de acusaciones con Bruselas, hasta previsibles vetos en el futuro», valora Gallai.

En su papel de mediador en las negociaciones, Budapest podrá influir en la discusión mediática, retrasar algunos dosieres e impulsar otros más cercanos a sus intereses, pero sin un impacto real a nivel legislativo. «El Gobierno húngaro tendrá la ocasión de generar confianza y lograr nuevos socios con una labor diplomática que afecte a la agenda», explica Gallai. «Se prevé que los países del este de Europa apoyen a Orbán en una de sus prioridades, que es mantener la estructura de fondos de desarrollo regional.

El otro gran objetivo, más complejo, es dinamizar el acercamiento hacia los Balcanes, algo que nos parece esencial para estabilizar la región frente a incipientes conflictos o ante la influencia de otras potencias como Estados Unidos o Rusia», aprecia el politólogo. 

El pacto migratorio

Por último, ya llega resuelta otra preocupación del Gobierno húngaro: con el Pacto de Migración y Asilo firmado, a Budapest solo le queda incentivar el debate sobre la migración ilegal y la cooperación con terceros países.

A nivel interno, y a pesar de los reproches mutuos entre Bruselas y Budapest, «todavía se confía mucho en la UE y no hay ningún reclamo relevante para abandonar el bloque», valora Balázs. Lo mismo con la OTAN: «Se critica la entrega de armas a Ucrania, a quien se apoya íntegramente a nivel humanitario; pero la percepción sobre la Alianza Atlántica no se debilita».