El youtubero Dalas Review protagoniza el último escándalo, con la debacle de Pambicoin. El magnate Donald Trump tiene la suya propia, aupada por sus seguidores
30 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«Si no compran ahora, tienen un problema mental durísimo [...] O compran ahora o perderán millones», así espoleaba el youtubero Dalas Review (Daniel Santomé) a sus 11,2 millones de seguidores para que invirtiesen en «Pambi», la memecoin que lanzó al mercado el pasado 19 de mayo con la intención de amasar dinero, como otros han hecho con Dogecoin, Pepecoin o Super Trump. El experimento, sobra decirlo, salió mal. Al menos, para quienes siguieron su consejo y gastaron los ahorros en ella. En solo dos días, entre el 24 y 25 del pasado mes, la moneda con la que los pambisitos (así se autodenominan sus fans) iban a «alcanzar el Valhalla» se estrelló estrepitosamente, ocasionando pérdidas a los neófitos —su valor se ha desplomado un 99% desde entonces—. La polémica ya estaba servida.
Muchos usuarios de blockchain tacharon a Dalas de «estafador» y comenzaron a rastrear los movimientos de las wallets (billeteras) más grandes. Los registros demuestran que tres de ellas acumularon grandes volúmenes de «pambis» el día antes de empezar a volar —alguien tenía información privilegiada—. Cuando la memecoin alcanzó la cresta de la ola, aupada por la campaña de publicidad en redes sociales, estas mismas billeteras comenzaron a vender «pambis» de forma masiva, hundiendo su valor. Mientras esto ocurría, el youtubero instaba a sus seguidores a holdear (aguantar posiciones, no vender). Lo que no les había dicho es que un miembro de su equipo estaba detrás de una de esas billeteras, que retiró más de 110.000 dólares para «salvar» el proyecto de las «ballenas» maliciosas. La historia podría haber acabado aquí, pero nada más lejos de la realidad. Con la voluntad inquebrantable de hacer dinero, Dalas volvió a anunciar el lanzamiento de otra memecoin: Pambii. Spoiler: salió mal.
El enfado en la comunidad se convirtió en indignación cuando salieron a la luz mensajes que había enviado otro yutubero (Delox) recomendado a Dalas no lanzar una memecoin por ser un esquema Ponzi —los primeros en entrar al proyecto se van adueñando del dinero de los que se van sumando después con la falsa promesa de grandes rentabilidades—. La respuesta del influencer fue: «Ahí es donde hay un huevo de dinero por hacer de super free (de gratis). Quien primero mete money (dinero), gana seguro».
El papel de la comunidad
«Todo el mundo cripto se mueve en el ámbito anglosajón y el asiático. El hispano es más pobre en dinero. Lo que movió la meme de Dalas no se compara con lo que puede mover un yutubero americano», aclara el portavoz de la Asociación Galega de Blockchain e IoT (Agalbit), Antonino Comesaña, quien cree que las irregularidades que supuestamente se han cometido no empeñarán al ecosistema cripto, mucho más grande. No obstante, dice tener «clarísimo» que gente del entorno de Dalas «ha sacado mucho dinero» a costa de seguidores sin cultura financiera. Cuestiona su ética: «Si mandas un mensaje agresivo, como el que lanzó, a gente sin conocimientos, te estás aprovechando de su ignorancia», sostiene, antes de señalar que «la gente que se considera estafada, tiene base (para reclamar)».
Aun con todo, ¿quién decide meter su dinero en este tipo de activos? «Igual que la gente juega a la lotería, pues hay chavales de 25 años que quieren hacer dinero rápido con las memes», asegura el experto. Detrás de ellas, sin embargo, hay comunidades virtuales muy fuertes, integradas por usuarios de todo el globo cansados de ver a los grandes fondos de inversión como BlackRock adueñándose de proyectos colectivos como bitcóin. Pero, ¿por qué fracasó «Pambi» y no Dogecoin o Pepecoin? Comesaña aclara que, en el primer caso, hablamos de una moneda impulsada por un particular que controla el activo. Eso no genera ni confianza ni simpatía ni complicidad. Las segundas, por el contrario, son un «proyecto colectivo» que no depende de un influencer o una compañía.
Repercusiones legales
La cuestión ahora es saber el recorrido legal que tendrá el caso. Hay que decir que el 5 de junio del 2023, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) —regulador de los mercados financieros en España— le colgó el cartel de «chiringuito financiero» a Bitmart, la compañía que lanzó al mercado «Pambi». Eso significa que no puede prestar servicios de inversión. También resulta cuestionable la campaña de «Pambi» en redes sociales. Una cosa es opinar sobre activos para un público estándar, otra es orquestar una campaña para inducir a error a los incautos. En este caso, el regulador exige que las recomendaciones se hagan de forma transparente, objetiva y admitiendo los intereses cruzados de quienes las divulgan. «Si uno de ellos ha pumpeado y luego han recogido ganancias, reventando el precio con malicia, puede haber un posible delito de estafa», sugiere Sergi Andrés en su canal Abogado Cripto.
¿Se puede llevar a Dalas ante los tribunales? Depende. «La legislación aplicable va en función del lugar donde se cumpla cualquier elemento del tipo penal. Si un estafador reside en Andorra y vives y has sido estafado en España mediante una plataforma en Francia, la legislación aplicable puede ser cualquiera de las tres», dice. Las condenas oscilan entre los seis y los tres años de cárcel, pudiendo alcanzar hasta seis si se demuestra que hubo abuso de confianza, aprovechando su credibilidad entre los fans.
Trump, el candidato cripto
Al mundo cripto también se ha sumado Donald Trump, candidato presidencial estadounidense. El magnate ha visto un filón en la emisión de activos para financiarse por la puerta de atrás a base se hacer promesas de desregulación en un sector alérgico a ser fiscalizado. Su cara es el emblema de la memecoin Super Trump.
¿Cómo acabará esta historia? Con los youtuberos nunca se sabe. Puede que todo sea un experimento social o un sueño de Willyrex.
El abecé de las memecoins
Memecoin. Criptomonedas que se crean con el apoyo de una comunidad de internautas con el único propósito de especular. A diferencia del bitcóin, no tienen un proyecto de desarrollo tecnológico detrás.
Blockchain. Enorme base de datos descentralizada y abierta en la que se registra de manera criptográfica todo tipo de operaciones, evitando cualquier manipulación.
Holdear. Mantener una posición de inversión en una criptomoneda para evitar que pierda valor.
Wallet. Billetera virtual donde un usuario guarda criptomonedas de forma privada. Nadie puede saber su identidad así que es difícil que Hacienda las pueda rastrear (salvo que esté abierta en un exchange).
Exchange. Son compañías que ofrecen servicios de compraventa de criptos y cobran comisiones por ello. Tienen obligación de colaborar con Hacienda.
Ballena. Participantes que poseen grandes cantidades de un activo y, por tanto, tienen mucho poder para subir o bajar el valor del mismo en cualquier momento.
Rug pull. Estafa que consiste en atraer capital con la promesa de desarrollar un proyecto cripto que, al final, nunca se llega a hacer.
Pump and dump. Estafa en la que se acumula mucha cantidad de una cripto, que es promocionada en redes. Cuando el público se lanza a comprarla, quien instigó la euforia vende de forma masiva, llevándose casi todo el dinero del proyecto.