La misión Prefire consta de dos satélites cúbicos del tamaño de una caja de zapatos que medirán la cantidad de calor que la Tierra irradia al espacio
03 jun 2024 . Actualizado a las 17:54 h.La NASA ha lanzado el primero de un par de satélites climáticos con la misión de estudiar las emisiones de calor en los polos de la Tierra por primera vez. La misión Prefire consta de dos satélites cúbicos del tamaño de una caja de zapatos que medirán la cantidad de calor que la Tierra irradia al espacio desde dos de las regiones más frías y remotas del planeta. Los datos ayudarán a los investigadores a predecir mejor cómo cambiarán el hielo, los mares y el clima de la Tierra en un mundo que se calienta.
«Esta innovadora misión llenará un vacío en nuestra comprensión del sistema terrestre, proporcionando a nuestros científicos una imagen detallada de cómo las regiones polares de la Tierra influyen en la cantidad de energía que nuestro planeta absorbe y libera», explica Karen St. Germain, directora de la División de Ciencias de la Tierra de la NASA.
«Esto mejorará la predicción de la pérdida de hielo marino, y el aumento del nivel del mar, creando una mejor comprensión de cómo cambiará el sistema de nuestro planeta en los próximos años. Es una información crucial para los agricultores que rastrean los cambios en el clima y el agua, las flotas pesqueras que trabajan en mares cambiantes y comunidades costeras fortaleciendo su resiliencia», sostiene.
El segundo Prefire despegará en los próximos días. Después de un período de prueba de 30 días durante el cual ingenieros y científicos se asegurarán de que ambos funcionen normalmente, se espera que la misión opere durante 10 meses.
En el corazón de la misión está el presupuesto energético de la Tierra: el equilibrio entre la energía térmica entrante del Sol y el calor saliente emitido por el planeta. La diferencia entre ambos es lo que determina la temperatura y el clima del planeta. Gran parte del calor irradiado por el Ártico y la Antártida se emite en forma de radiación infrarroja lejana, pero actualmente no existe una medición detallada de este tipo de energía.
El contenido de vapor de agua de la atmósfera, junto con la presencia, estructura y composición de las nubes, influye en la cantidad de radiación infrarroja lejana que escapa al espacio desde los polos. Los datos brindarán a los investigadores información sobre dónde y cuándo se irradia energía del infrarrojo lejano desde los entornos ártico y antártico hacia el espacio.