Así opera el lobi regional en la UE

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro SANTIAGO / LA VOZ

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El ministro presidente de Baviera, Horst Seehofer, junto a alcalde de Munich, Dieter Reiter, durante la jornada inaugural de la 184.ª edición de la Oktoberfest en Munich (Alemania)
El ministro presidente de Baviera, Horst Seehofer, junto a alcalde de Munich, Dieter Reiter, durante la jornada inaugural de la 184.ª edición de la Oktoberfest en Munich (Alemania) MICHAELA REHLE | Reuters

Cada vez crean más agrupaciones para influir en la toma de decisiones

31 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Quien acuda por primera vez a la sede del Parlamento Europeo en Bruselas es muy probable que, entre las moles de acero y cristal, repare en un bello palacio de 1903 levantado en medio de un parque junto al acceso de visitantes. Fue sede del Instituto Pasteur, dedicado a la investigación microbiológica, hasta que el Estado Libre de Baviera dio un golpe de pecho comprándolo en 1987 para convertirlo en su representación ante la UE. Es un edificio más grandioso que el de la propia embajada de la República Federal de Alemania, y simboliza muy bien el rol que pretenden desempeñar algunas regiones ante la Unión.

La gran mayoría de los regiones europeas disponen de oficinas mucho más modestas, como el inmueble de 650 metros cuadrados que ocupa Galicia, o el de Asturias y Castilla y León, que les basta con tener cedidas unas dependencias dentro de la Embajada de España ante la UE. Pero de una u otra forma, las 242 regiones del club tienen presencia en la capital comunitaria para defender sus intereses, conscientes de que su papel de lobi es cada vez mas relevante, pues cualquier decisión europea ­—un reglamento de ayudas, una directiva sobre pesticidas o el diseño de un corredor de transportes— tiene consecuencias muy concretas en sus territorios.

Las regiones operan en Europa de dos maneras. De forma individual, haciendo el seguimiento de las políticas comunitarias, y agrupándose en torno a unos intereses comunes para pesar más, tener influencia y poder condicionar o corregir algunas leyes o reglamentos. Y otro de los incentivos a esa cooperación es la gestión de los fondos que reserva la política de cohesión con el fin de derribar fronteras en zonas limítrofes. El llamado programa Interreg tiene una asignación de 10.000 millones de euros para el período 2021-2027, y la porción más importante, 320 millones, se destina a hacer más permeable la mayor marca fronteriza interior, la que comparten España y Portugal.

Hasta 65 eurorregiones

En la UE hay constituidas 65 eurorregiones de este tipo, desde el Benelux, creada incluso antes del Tratado de Roma para echar abajo las aduanas entre los tres socios fundadores, hasta la nueva Eurorregión Sudou, compartida por Francia, España y Portugal. Las comunidades españolas participan en siete de esas agrupaciones, entre las que se incluye Galicia-Norte de Portugal, que tanto contribuyó a hacer permeable la frontera del Miño.

Y sobre todo este mosaico ser superponen las llamadas macrorregiones, que tienen un perfil más político y estratégico dirigido a enarbolar ante Bruselas determinadas reivindicaciones. En este proyecto está embarcado el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, junto a sus homólogos de Asturias, Cantabria y el País Vasco para constituir la Macrorregión Atlántica junto a otros territorios de Portugal, Francia o Irlanda. «No podemos quedarnos fuera de la mesa en la que se toman las decisiones», proclamó el lendakari en funciones, Íñigo Urkullu, principal promotor de la iniciativa, confiado de que la nueva Macrorregión puede actuar de lobi para impedir que la cornisa occidental de Europa quede relegada frente al Mediterráneo de los ejes de las grandes infraestructuras y las inversiones que se llevarán a cabo en los próximos años.

Las otras macrorregiones tienen vida más larga. Son la que agrupa a los países ribereños del mar Báltico, creada en el 2009; la del Danubio, del 2011; la del mar Adriático y Jónico, del 2014; y la Macrorregión Alpina, constituida en el 2015. La del Atlántico puede convertirse en la quinta, ya que España aprovechó su semestre de presidencia europea para incluir su constitución en la agenda de trabajo de la Unión.