Las anécdotas de Meryl Streep: perdió un Oscar en un baño y se enamoró de Robert Redford

alicia garcía de francisco CANNES / EFE

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Meryl Streep durante su intervención en el Festival de Cannes
Meryl Streep durante su intervención en el Festival de Cannes SEBASTIEN NOGIER / POOL | EFE

La actriz se ganó a todos en Cannes, donde recibió la Palma de Oro de honor, repasando algunos momentos de su carrera

16 may 2024 . Actualizado a las 08:23 h.

Meryl Streep se ganó este miércoles a toda la audiencia de una charla en Cannes en la que contó divertida que perdió su primer Óscar en un baño, que fue cheerleader o que se enamoró de Robert Redford tras la mítica escena de Memorias de África en la que le lava el pelo.

Cansada tras la fiesta posterior a la recepción del lunes de la Palma de Oro de honor del Festival de Cannes —«me acosté a las 3 de la mañana y tengo resaca»— la actriz derrochó sentido del humor, expresividad y sencillez en un repaso de su carrera con una sala a reventar.

Anoche se sintió más emocionada de lo que pensaba cuando le dieron la Palma por la reacción de los asistentes. Y es que, aseguró entre risas: «llevo una vida muy tranquila en casa y allí no me respetan nada».

Era el inicio de una charla relajada con el periodista francés Didier Allouch, en la que fue desgranando su carrera y también habló de la evolución de los papeles de las mujeres en el cine, de que los cambios en lo que se refiere a identificar abusos se dan en todos los sectores y no solo en Hollywood, y de que los productores nunca se han identificado con los personajes interpretados por mujeres.

«Antes de que hubiera mujeres en puestos de poder era muy difícil para los hombres verse a sí mismos en una protagonista femenina (...) Y no se trataba solo de dinero, es que no lo sentían», explicó la actriz.

Y recordó que la primera vez que un hombre se le acercó y le dijo: «sé cómo te sientes», fue con El diablo viste de Prada. Cuando en su caso, como mujer, no ha tenido problema en identificarse con papeles de sus compañeros masculinos, como ocurrió con John Savage o Robert de Niro en El cazador (The Deer Hunter, 1978)

Precisamente fue al hablar de esa película, dirigida por Michael Cimino, el único momento en el que a la actriz se le quebró la voz al recordar al «maravilloso» John Cazale, su pareja de entonces y que falleció poco después de finalizar el rodaje.

Fue el momento más emotivo de una charla llena de anécdotas divertidas. Recordó entre risas cómo perdió su primer Óscar —por ‘Kramer contra Kramer' (1979)—, en un baño. Explicó de forma muy gráfica que tuvo que levantarse el vestido, que era muy largo, y entre la confusión, la estatuilla se la debió quedar la siguiente persona que entró.

Sobre el momento de recoger aquel primer Óscar —luego llegarían otros dos— asegura que solo recuerda el miedo que tenía. «¡Yo no soy una estrella del rock!», exclamó y dijo que su vida está dominada por sus cinco hijos y cinco nietos.

Y del rodaje de Memorias de África' (Out of Africa, 1985), una de las pocas historias de amor que ha rodado en su larga carrera, rememoró con una enorme sonrisa una escena que quedó grabada en la retina de los espectadores.

La primera toma en la que Redford tenía que lavarle el pelo fue muy sosa, sin ningún apasionamiento, recordó Streep. «Pero Redford aprendió y fue genial. En la toma cinco ya estaba tan enamorada...», porque se trata de una escena sexi y muy íntima, muy poco habitual en el cine. «Vemos a mucha gente follando en el cine pero no una escena con ese amor y esa delicadeza. ¡No quería que acabara'», afirmó.

También habló con cariño de Clint Eastwodd, «un gran autor» que la dirigió en Los puentes de Madison, una película que se rodó en solo cinco semanas con un sistema muy particular del director, que grababa los ensayos y luego usaba esas tomas en el montaje final. Calificó a Steven Spielberg de «genio» y aseguró que la forma de vestirse de una persona o de un personaje lo define.

La familia, la familia y la familia

Habló con cariño de su hermano Harry, que participó en la guerra de Vietnam, de sus hijos y de sus nietos y hasta de su marido, Don Gummer, del que se separó hace unos años.

La familia es lo primero y el cine después, así que la aceptación o no de un papel depende de que la historia le emocione pero, sobre todo, de que pueda compatibilizarlo con su día a día.

«Siempre dependo del guion que llega a la puerta, no sé si va a ser divertido o serio y me gusta eso, me gusta esa especie de serendipia», pero la decisión final no es solo la historia porque, agregó, «la vida de mi familia toma mucho tiempo».