El separatismo firma su peor resultado en cuatro décadas: el 43 % de los votos

María Salgado
María Salgado REDACCIÓN / LA VOZ

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Aragonès y Puigdemont durante un encuentro que mantuvieron en Bruselas
Aragonès y Puigdemont durante un encuentro que mantuvieron en Bruselas OLIVIER HOSLET | EFE

Acusa su desunión, el fracaso de doce años de «procés» y la fuga de empresas

14 may 2024 . Actualizado a las 12:14 h.

El principio Divide y vencerás siempre funciona, pero los independentistas catalanes se han automedicado altas dosis de desunión durante la última legislatura que han desembocado en un sangrado electoral histórico. Este 12 de mayo, perdieron la mayoría absoluta que reeditaban desde los años ochenta y cosecharon los peores resultados en cuatro décadas: 61 escaños y el 43 % de los votos, solo por encima de los 57 diputados obtenidos en los comicios autonómicos del 20 de marzo de 1980, los primeros tras el restablecimiento de la democracia.

La desmovilización del votante secesionista es un efecto secundario de los desencuentros entre republicanos y posconvergentes, pero también del fracaso de doce años de procés, de consecuencias económicas como la fuga de empresas, y del hartazgo de los ciudadanos, que tampoco suman ya mayoría en el apoyo a la independencia, según los últimos sondeos. A la abstención hay que añadir la fuga de votos hacia formaciones constitucionalistas, principalmente los socialistas. Los indultos y la ley de amnistía promovidos por Pedro Sánchez para recuperar la convivencia, y el perfil gestor del candidato del PSC y exministro de Sanidad en plena pandemia, Salvador Illa, configuraron el ambiente idóneo para que los catalanes acudieran a las urnas con una receta clara: pasar página.

Comicios autonómicos de Cataluña
Comicios autonómicos de Cataluña

desunión independentista

Los desencuentros entre ERC y Junts. Tres años de peleas y desavenencias continuas entre republicanos y posconvergentes han dejado secuelas. En las elecciones del 2021, ERC obtuvo 33 escaños y superó por primera vez a Junts, con un escaño menos. Aunque Salvador Illa fue el más votado, Pere Aragonès logró ser investido con los votos de las tres fuerzas independentistas, que sumaban 74 diputados, y formó un gobierno de coalición con el partido de Puigdemont. Sin embargo, la legislatura estuvo marcada por la inestabilidad y por desacuerdos cada vez más visibles en torno a la ampliación del aeropuerto de El Prat, la mesa de diálogo, la búsqueda de socios para los presupuestos catalanes y el papel del Consejo de la República. La situación era tan crítica, que Junts, tras una consulta interna, decidió abandonar el Ejecutivo en octubre del 2022, apenas un año después de formarlo, y pasar a la oposición. Tampoco la CUP colaboró y no aprobó las primeras cuentas. Pese a la debilidad del Gobierno y la fragilidad parlamentaria, Aragonès apostó por continuar en solitario al frente de la Generalitat y tuvo que gestionar sin apoyos crisis como la huelga de funcionarios de prisiones, la sequía y los problemas del transporte público. La debacle de los republicanos, que habían conseguido 935.00 votos en el 2017; y 605.000, en el 2021, se tradujo en los 420.000 del pasado domingo, su peor resultado desde el 2010, y la pérdida de 13 asientos en el Parlamento. También la CUP se dejó cinco diputados por el camino y los tres que ganó Junts no impidieron el fiasco. La Asamblea Nacional Catalana les pidió ayer que retomen la «unidad de acción».

apaciguamiento social

Los indultos y la ley de amnistía. El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE visitó Cataluña siete veces en los 15 días de campaña y participó en cuatro mítines para apoyar a Illa y reivindicar su política del «apaciguamiento», traducida en indultos y la ley de amnistía. La medida de gracia es apoyada por el 62 % de los catalanes, según el último sondeo del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat. Un porcentaje que asciende hasta el 93-96 % de aprobación entre los votantes nacionalistas y separatistas. También el candidato del PSC insistió en que «pasar página es unir a los catalanes».

perjuicios económicos

La fuga de empresas. Las consecuencias económicas del referendo ilegal de independencia y la aplicación del artículo 155 no se limitan al 2017. Desde ese año a la actualidad, 8.200 empresas abandonaron Cataluña, pero más significativo es que la mitad lo hicieron desde mayo del 2021, fecha en la que Aragonès asumió la presidencia de la Generalitat. La inseguridad jurídica del procés continúa perjudicando al sector industrial.

hartazgo ciudadano

Cae el apoyo al separatismo. Los resultados de estos comicios se acercan a los del barómetro del CEO de abril, que cifra en el 50 % los catalanes contrarios a la independencia —los constitucionalistas lograron el 53, 4 % del voto— y en un 42 % los que se mostraron a favor —los separatistas sumaron el 43 %—. Entre junio del 2016 y el pasado febrero, el porcentaje de quienes quieren la independencia bajó 11,15 puntos.

el fracaso del «procés»

Un millón de votos perdidos. Desde la celebración del referendo ilegal del 1 de octubre del 2017, y las elecciones autonómicas convocadas solo dos meses después, hasta este 12 de mayo los partidos nacionalistas y separatistas han perdido un millón de votos. El fracaso de doce años de procés ha pasado factura a las expectativas de quienes no se sienten españoles.

desmovilización

La abstención secesionista. La participación en los comicios del 12M fue del 57,9 %, la cuarta más baja en las autonómicas desde 1980, y pone de manifiesto el cansancio que provoca en el electorado el pulso entre fuerzas independentistas y constitucionalistas: cuatro de cada diez catalanes se quedaron en casa. Este desapego contrasta con el entusiasmo de la convocatoria del 2017, en pleno procés, que movilizó al 81,9 %.