Mohamed Imad, farmacéutico gazatí: «Ningún lugar es seguro. Es una vida de humillación que no se puede describir»

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

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Mohamed Imad posa con su familia en una imagen anterior a la invasión de Rafah.
Mohamed Imad posa con su familia en una imagen anterior a la invasión de Rafah.

Egipto cobra alrededor de 6.000 dólares a los palestinos que tratan de escapar

12 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes del 7 de octubre, cuando Israel decidió lanzar su invasión sobre Gaza, Mohamed Imad (1997) era de los pocos palestinos que podía salir del enclave costero. Viajaba muy a menudo gracias a su trabajo como representante farmacéutico y llegó a estar en el Mundial de Catar con el youtuber Yosoyplex. Tras los ataques de Hamás, quedó atrapado en la Franja junto a sus seis hermanos y sus padres, y afrontando el mismo futuro que todos sus vecinos: intentar sobrevivir bajo los bombardeos israelíes.

El 13 de octubre, cinco días después de los ataques del Movimiento de Resistencia Islámica, Mohamed se vio obligado a desplazarse al sur de la Franja con su familia. «Dejamos nuestras casas en diez minutos. Imagínate, ¿en diez minutos o en cinco minutos, qué vas a llevar contigo?», cuenta en un perfecto español que aprendió en Venezuela, país donde vivió entre el 2014 y el 2016.

La ruta hacia Rafah, donde se hacinan la mayoría de desplazados gazatíes, fue un camino lleno de peligros. «Es algo que no se puede describir, de verdad. Es que lo que veis en las noticias no es nada. Te lo juro, no es nada en comparación con lo que está pasando», cuenta. Los bombardeos israelíes se cebaron con los civiles incluso por las rutas seguras establecidas por el Ejército de Israel. «Cuando llegamos a Rafah con vida, nos abrazamos con mucha fuerza. No nos creíamos que hubiéramos llegado con vida. Y gracias a Dios que llegamos. Y fue entonces cuando comenzó el sufrimiento y la humillación», recuerda.

E l 90 % de la población refugiada en Rafah se enfrenta a una hambruna sin precedentes,según la ONU. La familia de Mohamed no es una excepción. Él consiguió salir de Gaza, pero sus padres y hermanos siguen allí. «Antes me ocupaba de obtener los elementos básicos para sobrevivir. Agua, harina, gasolina...», narra. Conseguir comida es una tarea que puede ser mortal. Algunos palestinos se han ahogado en el Mediterráneo tratando de alcanzar la ayuda humanitaria lanzada desde el aire. Otros, hacen caja vendiendo comida. No hay muchas otras opciones para la supervivencia, Israel mantiene cerrado los pasos terrestres y los escasos convoyes con ayuda son bloqueados por ultraortodoxos israelíes ante la pasividad de la policía.

Mohamed asegura que la orden israelí para que se dirigieran a Rafah fue un farol. Les aseguraron que era una «zona segura», aunque ahora, 300.000 personas han tenido que salir hacia Al Mawasi, cerca de la playa de Gaza. «Ningún lugar es seguro. Mi familia se ha pasado dos días en el coche encontrando un lugar donde vivir. Nuestra casa en el norte está destruida, pero Al Mawasi está totalmente destruida y no se puede vivir allí. Es una vida de humillación que no se puede describir», asegura el joven.

Esperar a la muerte o pagar

Mohamed cuenta, con dolor, que los gazatíes ya han perdido la esperanza. «Lo único que esperan es la muerte, nada más. Dicen que esto es la cárcel al aire libre más grande del mundo, pero en la cárcel por lo menos dan de comer. Ayer hablé con un amigo y me dijo que prefería morirse a seguir así. Lo único bueno es que todo el mundo ahora sabe quiénes son los terroristas del mundo», subraya compungido.

El farmacéutico está seguro de que los actos de Israel constituyen «un genocidio» y critica que, internacionalmente, y especialmente desde el espectro de la derecha política española, se ofrezca la visión de que apoyar a los palestinos y su supervivencia sea defender los ataques de Hamás. «Ya han muerto más de 35.000 personas en Gaza, la mayoría son mujeres y niños. Algunos de ellos han muerto de hambre. ¿Qué culpa tiene un niño de dos años? ¿Qué ha hecho en la vida un niño de dos años, amigo? Nada, absolutamente nada. Llevamos 80 años de ocupación en estos términos», critica.

Los palestinos solo tienen una oportunidad para salir de Rafah, que es a través de Egipto, que tiene frontera con la localidad del sur del enclave costero. Una investigación de Middle East Eye asegura que hay empresas turísticas que, en connivencia con las autoridades gubernamentales, aprovechan sus contactos fronterizos para cobrar un buen dinero a los gazatíes que quieran abandonar Gaza. Este dinero sirve para enriquecerse y pagar sobornos a las fuerzas de seguridad que controlan la frontera. En un contexto en el que la harina es un bien carísimo por su escasez, salir es un privilegio de los pocos afortunados que, a través de campañas en plataformas como Gofundme, consiguen recaudar el dinero necesario para abandonar el infierno de Rafah.

Mohamed fue afortunado y consiguió abandonar la Franja hace dos meses. «Ahora tengo que pagar como 40.000 dólares para conseguir sacar a toda mi familia. Yo pagué, cuando salí de Gaza, 6.000 dólares para salir. Ahora [las autoridades] se están aprovechando porque la situación es más complicada, pero yo tengo fe en que podré sacar a mi familia de allí», expone Mohammed desde Egipto. Para ayudar al joven palestino a sacar a su familia, se pueden hacer donativos en la plataforma Gofundme a través de esta dirección web: https://gofund.me/1ae10b38.