La médica sevillana y primera mujer que podría asumir los mandos de la Moncloa
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María Jesús Montero quedará al cargo de la presidencia del Gobierno en funciones si Sánchez dimite
27 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La ministra más política, la más socialista, la mejor negociadora. Ni su acento sevillano de Triana ni ser médica de profesión le han impedido convertirse en un peso pesado del PSOE, en la mujer con más poder del país y en la primera que podría asumir los mandos de la Moncloa si este lunes Pedro Sánchez dimite de su cargo. Marisu o la Faraona, como la llaman sus cercanos, deberá asumir provisionalmente las competencias limitadas de la presidencia de un eventual Gobierno en funciones, como establece el artículo 13 de la Ley 50/1997, y tiene muchos números para ser la candidata socialista a una nueva investidura tras una futurible ronda de contactos con el rey. «No quiero hacer ningún planteamiento en este momento porque estoy absolutamente concentrada en cómo entre todos somos capaces de ayudar al presidente a que tenga la fortaleza suficiente, el ánimo suficiente para poder continuar con una tarea durísima», dijo ayer la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda en una entrevista en La Sexta, donde también aseguró que Sánchez «nunca en su vida ha ido de farol».
María Jesús Montero Cuadrado (Sevilla, 1966), de trato afable, con fama de hábil negociadora y criticada por vehemente —en una ocasión le llamó cabezón a Pablo Iglesias— es uno de los cinco ministros que permanecen en el Ejecutivo y a la vera de Sánchez desde hace seis años, desde que este ocupó el sillón azul por primera vez, junto a Ribera, Robles, Planas y Grande-Marlaska. «Nuestros logros económicos y el refuerzo del Estado del bienestar no habrían sido posibles sin el intenso y brillante trabajo de Montero desde junio del 2018», valoró el presidente en su última remodelación gubernamental, en la que, tras la marcha de la gallega Nadia Calviño al Banco Europeo de Inversiones, ascendió a la andaluza desde la vicepresidencia cuarta a la primera.
Dicen quienes la conocen que es dura y tiene piel de rinoceronte. Su carácter posibilista y su capacidad dialogante fueron claves para pactar con Podemos el primer Gobierno de coalición y la convirtieron en uno de los siete miembros de la comisión negociadora que hiló la última y peliaguda investidura de Sánchez.
El pasado miércoles, solo unos minutos antes de que el reloj marcase las 19.09 horas, cuando el presidente lanzó su bomba informativa, su equipo más cercano era informado de la existencia de esta carta a la ciudadanía, en la que anunciaba que reflexionaría durante cinco días si vale o no la pena seguir en el cargo pese al acoso de la derecha y la ultraderecha hacia él y su esposa, contra la que se acababa de abrir una investigación judicial por presunto tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Una hora y media después, la sevillana se reunía de urgencia en la Moncloa con los ministros Félix Bolaños (Presidencia) y Óscar Puente (Transportes), y con el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, con un solo fin: profundizar en cómo se encontraba Sánchez y hallar una manera de ayudarlo.
Recordada por muchos como portavoz del Ejecutivo en plena pandemia, la número dos de los socialistas desde julio del 2022 ha sido menospreciada por su forma de hablar y tachada de groupie, junto al resto de vicepresidentas, pero si hay algo de lo que carece Montero es de pelos en la lengua y de miedo a afrontar ataques.
Criada en el barrio de Triana, hija de maestros —Conchita y Manuel—, cercana a las Juventudes Comunistas y afiliada al PSOE desde los 16 años, se licenció en Medicina y Cirugía, pero se centró en la gestión sanitaria. El salto a la política lo dio en el 2002, a la Junta de Andalucía, como viceconsejera y consejera de Salud, y consejera de Hacienda, bajo las presidencias de Chaves, Griñán y Díaz. Como buena superviviente, Sánchez la fichó para dirigir la política fiscal y presupuestaria del país conocedor de que una de sus máximas es «de cada cual según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades».
Tiene dos hijas, es del Barça y le gustan la moda, Sting y el motociclismo. Bregada en la política de trincheras, sacó adelante tres Presupuestos y quizás sea una de las pocas personas que puedan convencer al presidente para resistir; de no hacerlo, las llaves de la Moncloa estarán por primera vez en manos de una mujer.