Irán-Israel, ¿guerra en veinticuatro horas?

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

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Un militar iraní ondea las banderas de su país y la de Palestina.
Un militar iraní ondea las banderas de su país y la de Palestina. ABEDIN TAHERKENAREH | EFE

13 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La inteligencia norteamericana esperaba este viernes un ataque de Irán contra territorio de Israel «en un plazo de veinticuatro o cuarenta y ocho horas» en represalia al bombardeo israelí de la Embajada de Teherán en Damasco. Eso significaría la guerra, pero hay que contemplarlo con escepticismo. Israel ha eliminado a docenas de altos mandos de la inteligencia y el Ejército iraní en Siria sin que Irán respondiese con un ataque directo a Israel. En esos casos, Teherán se ha limitado a lanzar misiles contra centros de inteligencia israelíes en el Kurdistán autónomo iraquí, una represalia «blanda» que sabía que no conduciría a una guerra abierta. Se puede argumentar que este último ataque de los israelíes, por ir dirigido contra una embajada, es mucho más grave. Desde luego, bombardear una embajada lo es, pero en el contexto de la guerra subterránea que libran Israel e Irán desde hace décadas no supone ningún salto cualitativo.

Al margen de la retórica oficial, lo cierto es que una confrontación abierta con Israel no interesa a Teherán, cuya estrategia a largo plazo consiste en fortalecer milicias hostiles en las fronteras de Israel y a Hamás, obtener capacidad nuclear militar y romper el cerco de las sanciones internacionales. Una guerra no serviría a ninguno de estos propósitos. Lo que sí sirve a los intereses de Irán es elevar la tensión, de ahí la lógica de la amenaza. Israel se ha atascado en Gaza y, aunque dude de que Irán vaya a atacar, está obligado a movilizar recursos y dividir su atención, con el consiguiente desgaste. Cierto que la alerta provocará un mayor acercamiento entre Washington y Tel Aviv en un momento en que se habían distanciado a causa de la desproporción de la operación israelí en Gaza; pero los iraníes conocen a los israelíes mejor que la prensa internacional y saben que ese desacuerdo no iba a ser profundo ni duradero.

Dicho eso, las amenazas no pueden quedarse tampoco en nada sin que Irán pierda credibilidad. Una vez que el líder supremo, Alí Jamenéi, ha asegurado que responderán, tendrán que hacerlo, y esa respuesta deberá ser diferente a las que ha empleado Irán hasta ahora. Una andanada de misiles de Hezbolá desde el Líbano o de los hutíes desde el Yemen no sería suficiente porque ya se ha hecho muchas veces.

Una posibilidad sería una acción coordinada de los dos y desde el Golán sirio. Si Irán quiere ir más lejos, podrían lanzar ellos mismos misiles desde la provincia de Al Anbar en Irak, donde tienen una base (desde allí lanzaba Sadam Huseín sus Scud contra Israel en la primera Guerra del Golfo). Esto se parecería más a un ataque directo, pero al no ser desde territorio iraní quizá no provocaría una respuesta demasiado fuerte por parte de Israel. Una tercera opción sería que, más adelante, Irán atente contra una embajada israelí por medio de Hezbolá, como ha hecho en otras ocasiones. Una guerra abierta no es imposible, pero tampoco probable. En todo caso, si la inteligencia norteamericana está en lo cierto, quedan pocas horas para saber si Irán es más impredecible de lo que creíamos.