La última amenaza para la política: crispación máxima, democracia dañada
ACTUALIDAD · Exclusivo suscriptores
Los expertos alertan de los efectos nocivos de la creciente polarización, que divide a la sociedad, perjudica la convivencia y afecta a las instituciones
02 abr 2024 . Actualizado a las 18:52 h.La última sesión de control al Gobierno marcó el punto álgido de la crispación política con ataques y descalificaciones cruzados de alto voltaje entre socialistas y populares. Los expertos consultados por La Voz analizan el escenario y sus efectos devastadores para la democracia y la convivencia.
¿A quién beneficia?
Erosión del Gobierno. «Cuando la crispación genera una erosión en el Gobierno, suele ser el desafiante el que se beneficia, aunque todo depende de cómo este gestione su discurso y su acción política, por lo general suele propiciar una alternancia en el poder»», afirma Santiago Martínez. Sostiene que «la crispación ha generado una doble bipolaridad, que tiene en el centro de ambas al Gobierno de Pedro Sánchez, con la lógica erosión que eso conlleva al tener, por un lado, que lidiar con los independentistas catalanes para seguir gobernando, y, por otro, al PP que establece la amnistía como tema principal del discurso en todo el Estado».
Carmen Lumbierres considera que favorece «la abstención, no creo que a ningún partido político». Destaca que «el hartazgo, la impugnación del sistema, favoreció a principios de la década de los 10 a Podemos desde la izquierda y a Ciudadanos como alternativa de derecha al PP, pero tras la caída de ambos, la indignación de un sector concreto se fue a Vox, ahora también en decadencia, aunque tenga más poder institucional que nunca o quizás justo por eso». «No hay alternativa a lo presente, solo hay posibilidad de adherirte a unos o a otros o quedarte en casa sin votar porque el discurso del todos son iguales, consigue eso», concluye. Según Verónica Fumanal, «la crispación siempre beneficia a los extremos, que son los que mejor se mueven en esas narrativas y quienes tienen menos límites éticos para traspasarlos». Normalmente, «los votantes centrados, los que alternan su voto en función de las elecciones entre los dos partidos tradicionales, están menos confortables con determinados aspectos de la polarización afectiva».
EFECTOS
Discursos poco propositivos, carencia de liderazgo. La crispación, señala Martínez, «provoca que la opinión pública perciba que el adversario se convierte en enemigo, con lo que se genera un bucle de crispación social de difícil solución». Si añadimos que «los medios se benefician de este ambiente, sabedores de que los contenidos polarizantes tienen más penetración en la opinión pública, entonces tenemos un bucle que no para de retroalimentarse». «No olvidemos que un escenario político agresivo, de clara confrontación, permite mantener discursos poco propositivos, donde organizaciones que carecen de proyectos concretos pueden destacar y crecer con mensajes demasiado simplistas, apelando a emociones e instintos básicos. Pero también ayuda a muchos políticos, ya que cuando el terreno está embarrado no se ven sus carencias de liderazgo y comunicación», asegura.
¿DE DÓNDE SURGE?
Ilegitimidad del Gobierno y respuesta socialista. «Como siempre, surge del no reconocimiento de la legitimidad del Gobierno. En las últimas elecciones generales, el PP ya ponía en duda el trabajo de Correos en el voto, las fechas elegidas...», recuerda Lumbierres. Pero, sobre todo, «no considera legítima la formación de las mayorías parlamentarias que sustentan al Gobierno PSOE-Sumar, no solo por el apoyo de Junts; en el pasado fue por el perfil de Podemos, porque Bildu apoyaba algunas de los proyectos de ley, o el papel activo de ERC». «Se ha sumado en estos meses que el PSOE ha decidido entrar en el ataque al PP y no contraatacar a los insultos con gestión, sino entrar en la misma dinámica», explica.
CONSECUENCIAS
Daña la democracia y la convivencia. ¿Daña la democracia? «Sin duda, ya que progresivamente divide a la sociedad, tal y como vemos en otros países, dificultando que haya consensos clave para el progreso de un país», sostiene Martínez. Si además «deviene en una crisis de gobierno coincidente con una crisis económica, entonces surge el caldo de cultivo para discursos populistas de corte antidemocrático, como ha ocurrido por ejemplo en Argentina». «Absolutamente, porque incide en la teoría de que quizás los técnicos serían más eficaces que los políticos si estos solo se van a dedicar a este ciclo endogámico del y tú más», afirma Lumbierres. «Puede llegar a verse como un trámite innecesario, del mismo modo que la elección de los miembros del CGPJ por las Cortes ha acabado teniendo mala prensa, cuando es más democrático que los elijan los que ostentan la soberanía nacional que no las asociaciones profesionales», opina. «Sobre todo daña la convivencia, pero además las instituciones salen muy perjudicadas porque merma la confianza de los ciudadanos en ellas», estima Fumanal.
Los orígenes y el contagio del populismo
«Hubo polarización y crispación en 1993 cuando el PP parecía que iba a ganar las elecciones y el PSOE resistió, y llegó el ‘váyase señor González’ y la presión de una parte de la prensa conservadora a máximo rendimiento», recuerda Lumbierres. «La hubo evidentemente después del 15 de marzo del 2004 y toda la legislatura de Zapatero, pero las consecuencias del atentado, la salida de Irak, el drama de todos esos años nos la recuerdan con un tono más grave», explica. «Ahora es distinta porque las alternativas a derecha e izquierda del PSOE y el PP están en sus horas más bajas, y, por tanto, al no haber otras salidas volvemos a un bipartidismo resignado y enseñado de las malas prácticas de los extremos», añade. «El populismo ha hecho mella en las formas y en los contenidos del parlamentarismo tradicional», concluye. «Desde un punto de vista global, es más agresiva que en décadas precedentes, si bien la historia nos ha demostrado que ha habido escenarios de mayor crispación, de los cuales han devenido tragedias en muchas naciones y a nivel mundial», señala Martínez. La crispación, según Fumanal, «tiene más canales de difusión. Cuando no existían las redes sociales, los medios de comunicación modulaban la conversación, podían opacar algunas declaraciones que se extralimitaban». En cambio, «está científicamente demostrado, que las declaraciones más polémicas se viralizan más que las moderadas».
Los factores que la explican: de la exageración a las redes sociales y la mediocridad
Para el consultor político gallego Santiago Martínez hay varios factores que explican la actual crispación, que son los siguientes:
1.- Más actores. «Los actores políticos son más y más diversos y ahora hay voces más polarizadas que han logrado su espacio radicalizando la conversación política».
2.- Más herramientas y simplicidad. «Los políticos tienen más herramientas para hacer llegar el mensaje y de forma instantánea. El ruido mediático es tal, que la competencia entre los políticos hace que se busque la simplicidad del contraste (‘yo soy el bueno, él es el malo’) a través de la confrontación y el ataque».
3.- Exageración. «La opinión pública ya no es un mero receptor, coge el mensaje y lo replica, muchas veces incluso exagerándolo y adaptándolo a su cosmovisión».
4.- Redes sociales. «Las redes están diseñadas para alimentar los mensajes que la gente quiere o le gustaría oír, filtrando la información y creando burbujas de realidad que contribuyen a polarizar y segmentar aún más la sociedad».
5.- Rapidez. «La información se consume muy rápido y los políticos necesitan renovar su mensaje de modo constante para parecer dinámicos».
6.- Corto plazo. «Hay una miopía que provoca que solo se actúe pensando en el corto plazo, porque la vida política cada vez dura menos. Se necesitan resultados rápidos para no ser sustituidos por rivales internos. Lamentablemente, siempre se critica al Gobierno haga lo que haga, y esa es también la causa de que la gente no vea autenticidad en los políticos».
7.- Mediocridad. «Existe una mayor mediocridad en ciertos perfiles políticos, que provoca que la crispación sea más cómoda para ellos, ya que requiere de un proceso intelectual y comunicativo menos complejo».
«Todos tenemos parte de culpa», asegura Fumanal. «En el mercado de la atención todos luchan por salir, y en estos momentos, los medios, las redes, el márketing político... todos coadyuvamos a que la conversación suba de tono, porque la moderación no vende», concluye la politóloga, que acaba de publicar el libro El poder de la influencia (La Esfera).