Adrián Tarín: «Rusia es uno de los principales enemigos de los yihadistas, hay una animadversión histórica»
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El autor de «La yihad en Rusia» señala los antiguos agravios y el apoyo a Siria e Irán como factores que explican los atentados del Estado Islámico
26 mar 2024 . Actualizado a las 08:13 h.Autor de La yihad en Rusia. De Emirato del Cáucaso al Estado Islámico (Icaria), doctor en Comunicación y profesor en la Universidad Loyola de Andalucía, Adrián Tarín Sanz es una voz muy autorizada para analizar el devastador atentado de Moscú. Es coeditor y coautor del libro Sistema mediático y propaganda en la Rusia de Putin.
—¿Hay alguna duda de la autoría del Estado Islámico del atentado de Moscú?
—En cualquier acontecimiento político, polémico y violento, como es un atentado terrorista, existen incógnitas. A mi juicio, no obstante, los datos que apuntan a la autoría del Estado Islámico (EI) son más sólidos que los que indican otras responsabilidades. Al Amaq, la principal agencia de información del EI, es una fuente habitualmente fiable, y ha reivindicado hasta en tres ocasiones el ataque, probando este extremo con la publicación de un vídeo obtenido de la cámara incrustada en un arnés que llevaba uno de los terroristas.
—¿Por qué ataca el Estado Islámico a Rusia?
—En el imaginario yihadista, Rusia es uno de sus enemigos fundadores, principales: la primera hornada de muyahidines modernos se gestó al calor de la invasión soviética de Afganistán. Es decir, existe una animadversión histórica, más antigua y mítica que la que también pueden sentir hacia Occidente. Además, la propaganda de las guerrillas chechenas, por ejemplo, recurre con frecuencia a una politización concreta del pasado común, que es dibujar un hilo conductor entre varios acontecimientos que consideran un agravio ruso a la cultura islámica. Estos serían la invasión del Cáucaso norte, de mayoría islámica, en el siglo XIX; las deportaciones masivas y obligatorias de norcaucásicos en 1944 hacia Asia Central; y las guerras de Chechenia de 1994 y 1999. Finalmente, no es un secreto que la actual Administración rusa es cercana a Gobiernos chiíes como los de Siria e Irán, que a su vez son adversarios del yihadismo suní. Como vemos, es muy difícil aislar un solo motivo.
—¿Existe alguna prueba o indicio de la implicación de Ucrania?
—El único indicio es una información que procede de fuentes gubernamentales rusas, y que sería la intención de algunos de los terroristas de huir a territorio ucraniano. Más allá de que esto pudiera ser un plan descabellado, huir hacia una frontera militarizada, esta información debe tomarse con cautela. Procede de un Gobierno, el ruso, que acusa precisamente al país al que le ha declarado la guerra, Ucrania, por lo que el conflicto de intereses y riesgo de desinformación es manifiesto. Como contraste añadido, también hay reportes que sitúan estas detenciones en geografías más cercanas a la frontera bielorrusa que a la ucraniana.
—¿Por qué desoyó Putin las advertencias de EE.UU. y del Reino Unido de un posible atentado en Moscú? ¿Hubo fallos de seguridad?
—En realidad, no creo que Putin desoyera las advertencias. Precisamente, el mismo día del aviso, el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) informó del desmantelamiento de una célula del EI que pretendía atentar en Moscú. Desde luego, y a la vista de las circunstancias, no debía de ser la única célula activa. Con todo, cualquier atentado terrorista implica algún fallo de seguridad y de inteligencia, más aún cuando terceros países tenían información tan certera. Cabe recordar que EE.UU. y el Reino Unido conocían la posibilidad de que el ataque sucediera en un concierto, como así fue.
—¿Qué fuerza tiene el Estado Islámico en Rusia?
—Desde hace años, las fuerzas de seguridad rusas se han mostrado implacables en el Cáucaso norte, eliminando con gran eficacia terroristas y, por el camino, vulnerando los derechos humanos de la población civil. Por esta y otras razones, como una efectiva política rusa llamada «chechenización», consistente en disminuir su imagen de «ocupantes» colocando en las administraciones locales a sus oligarquías étnicas; o la emigración de yihadistas rusos a Siria, la facción local del EI en Rusia no está muy activa. Actualmente, el mayor peligro para Rusia está en la llegada de yihadistas desde otros lugares, que podrían apoyarse logísticamente en Vilayat Kavkaz; de hecho, el atentado en el Crocus City Hall lo ha llevado a cabo la filial afgana.
—¿Qué es el Estado Islámico de Jorasán, el grupo que ha reivindicado el atentado?
—El EI es un grupo terrorista nostálgico. Aspira a épocas anteriores que considera más gloriosas, por lo que pretende construir un califato que englobe todas las tierras que algún día fueron de mayoría musulmana, como en el caso de España. Como su representación estatal, que a día de hoy no es más que propaganda pero que en el 2014 y el 2015 era muy real, comprende territorios más allá de su epicentro, el Levante —Siria e Irak—, a los que llama provincias. De este modo, el EI de Jorasán (ISIS-K) «gestiona» un espacio indefinido respecto a las fronteras actuales, pero que podríamos situar entre Pakistán y Afganistán. Junto a los grupos de África, esta es la filial más potente en la actualidad. De hecho, son la principal oposición a los talibanes, de ahí que este régimen haya sido de los primeros en condenar la masacre en Rusia. A ISIS-K se le atribuye, por ejemplo, el ataque contra el Ejército estadounidense y la población civil afgana durante la evacuación que siguió, en el 2021, al retorno de los talibanes; una agresión que dejó casi 200 muertos.