Los comicios miden el nivel de descontento de la población con la República Islámica después de la represión policial contra las protestas desatadas por la muerte de Amini
01 mar 2024 . Actualizado a las 21:47 h.Irán celebró este viernes la primera jornada de unas elecciones al Parlamento dominadas por los conservadores y el descontento popular que amenaza con una baja participación, en los primeros comicios en el país desde las protestas desatadas por la muerte de Mahsa Amini en el 2022, según Efe. Unos 60.000 colegios electorales abrieron sus puertas a las 08.00 de la mañana hora local (4.30 GMT) y permanecieron abiertos hasta las 24.00 de la noche (20.30 GMT) para los 61 millones de iraníes llamados a las urnas. El líder supremo de Irán, Ali Jameneí, fue el primer iraní en depositar su papeleta en un acto televisado en el que llamó de nuevo a votar para «decepcionar a los enemigos» ante la aparente indiferencia del electorado.
«Hagan a nuestros amigos felices y decepcionen a nuestros enemigos. Por favor, voten», dijo el religioso. En el polo opuesto, cientos de activistas, políticos, estudiantes y profesores han llamado a la abstención en los comicios, entre ellos la premio Nobel de la Paz Narges Mohammadi, que considera el boicot como «una obligación moral para los iraníes que aman la libertad y buscan la justicia».
Las encuestas sitúan la participación entre un 30 % y un 41 %, en comparación con las legislativas del 2020 en las que votó un 42 %, el nivel más bajo en la historia de la República Islámica, que ha dado siempre gran importancia al alto número de votos como prueba de su legitimidad y respaldo popular. De esta manera, estas elecciones miden el nivel de descontento de la población con la República Islámica después de la represión policial contra las protestas desatadas por la muerte de Amini tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico y en las que murieron 500 manifestantes y otros ocho fueron ahorcados.
A ello se suma una mala situación económica y la descalificación de candidatos reformistas por el Consejo de los Guardianes, que veta las leyes que se aprueban en el parlamento y a los aspirantes políticos.