La solución del Gobierno a la sequía de Cataluña: dos nuevas desalinizadoras y barcos de agua desde Valencia «si fuese necesario»
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La plantas industriales están valoradas en 500 millones de euros. Los expertos advierten que el traslado de agua es una medida «de emergencia», que es necesaria una «planificación integral»
05 feb 2024 . Actualizado a las 05:10 h.En la reunión de este lunes para abordar cómo hacer frente a la sequía extrema que desde el pasado viernes mantiene a más de seis millones de catalanes en estado de emergencia, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, y el consejero de Acción Climática de la Generalitat, David Mascort, acordaron desencallar la financiación de dos nuevas desalinizadoras en Cataluña, la de Tordera y la de Foix, y movilizar, en caso de resultar necesario, barcos de agua a principios de verano, que se enviarán desde Sagunto, en Valencia.
Las nuevas plantas desaladoras están valoradas en 500 millones de euros y se impulsarán mediante la empresa estatal Acuamed, aunque serán propiedad de la Generalitat y estarán gestionadas por Aigües Ter Llobregat (ATLL), como ocurre con las dos plantas ya activas, El Prat de Llobregat y Tordera I. De hecho, una de ellas ampliará esta instalación de Tordera, en Blanes (Gerona); la otra se levantará en el río Foix, en Cubelles (Barcelona). Se espera que estén terminadas en el 2028 y el 2029, respectivamente. La primera en estar lista será Tordera II, que tendrá una capacidad de generar 60 hm3 al año.
La financiación de ambas plantas se hará mediante fondos europeos MMR (Mecanismo para la recuperación y resiliencia), en concepto de créditos del Estado a la Generalitat.
Para la devolución del crédito, por parte de la Generalitat, «se aplicará el principio de recuperación de costes», concretó Ribera. Esto significa que el coste acabará repercutiéndose a largo plazo en la factura del agua que paga el ciudadano.
Riesgos del transporte marítimo
Para los expertos, la inyección de agua a través de barcos cisterna es «una solución de emergencia» que debe venir acompañada de otras medidas. Reclaman una planificación integral, que pase por optimizar el uso del recurso y adaptar el consumo a las reservas disponibles. «Los barcos son la última opción, se recurre a ellos cuando ya no hay agua suficiente en las redes para administrar a todos los usuarios —opina Alberto Garrido, director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín—. Llevar agua en barco es un fracaso, es carísimo. Debería haber otras opciones y yo creo que las hay». Jaime Lora García, subdirector del Instituto Universitario en Seguridad Industrial, Radiofísica y Medioambiental de la Universitat Politècnica de València, apuesta por la desalación como «un seguro hídrico en el sistema».
«El transporte marítimo entraña algunos riesgos desde el punto de vista de la calidad del agua», advierte este experto, ingeniero industrial. «El agua sale de una desaladora con una calidad excelente, pero los barcos o las cisternas de los buques no transportan habitualmente agua, por lo tanto cabe pensar que, a pesar del trabajo de asepsia en los depósitos de no contaminación, siempre puede surgir un riesgo de contaminación. Esto podría solucionarse rápidamente en destino aplicando técnicas convencionales de potabilización, es decir, aplicación de cloro residual en el agua para eliminar cualquier riesgo de patógenos en el agua».
¿Deberán los valencianos repartir el agua de su planta con los catalanes? No, aclaró este lunes la ministra Teresa Rivera. Las reservas que se envíen «no competirán con los usos locales»: es un plan B que consiste en aumentar la capacidad de la desaladora de Sagunto, que ahora está «infrautilizada».
La gestión del agua es un debate antiguo en España. «Al final llueve y la gente se olvida del problema. Hasta que vuelve a surgir. Lo que venimos apuntando desde hace tiempo es que tiene que plantearse una planificación integral en todas las administraciones», comenta Lora, que amplía su idea de las desaladoras como seguro hídrico estatal. «Igual que optamos por tener un seguro del coche, un seguro de personal, en el tema del agua tiene que considerarse la desalación como un seguro hídrico por parte de la Administración —expone— No puede ser que teniendo agua, porque el mar es agua, lleguemos a esta situación límite. La tecnología ha avanzado mucho, los costes de la desalación han ido reduciéndose, el consumo energético se ha reducido y estamos casi llegando al límite termodinámico, eso significa que el coste de la desalación depende del coste de la energía, porque más difícilmente se va a poder rebajar».
Admite que, aún así, las plantas desaladoras son caras. «No pueden estar sin funcionar durante mucho tiempo, que es la realidad de nuestra planificación actual. Prácticamente se utiliza el 30 % de la desalación, el otro 70 %, en función de las lluvias, pero suele estar sin funcionar y esto es un drama, al menos económico. Habría que plantearse cómo resolvemos ese problema y tendríamos agua para cualquier evento de emergencia».
«No hace falta un trasvase del Ebro»
Tanto la ministra Ribera como el consejero Mascort insistieron este lunes en que traer el agua de Sagunto es la opción «más sencilla y más viable», volviendo a rechazar la idea de un hipotético trasvase del Ebro hacia las cuencas internas de Cataluña. El consejero explicó que el 55 % del consumo del área metropolitana de Barcelona ya procede del agua de desaladoras y regenerada, y que con las nuevas desaladoras y la ampliación de las plantas de reaprovechamiento del agua se llegará a depender poco de los pantanos, es decir, de la lluvia.