El sueño cumplido de Rafa y Moisés gracias a la adopción: «Amiga, yo no tengo mamá, ¡tengo dos papás!, dice con orgullo nuestra hija mayor»
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Dos papás y una princesa es su cuenta en Instagram. Pero su sueño se ha hecho realidad por dos, dos hijas que han tenido gracias a la adopción nacional. «Adoptar no es una obra de caridad. Los agradecidos somos nosotros», aseguran. «En casa nadie hace de mamá, somos dos papás. Querer y cuidar bien a un hijo no depende de ser hombre o mujer».
29 ene 2024 . Actualizado a las 17:04 h.La historia de Moisés y Rafa no es un cuento de hadas, pero está llena de abrazos y de cuentos, de magia, de azares y destino, del «maravilloso hilo rojo», de historias en las que las princesas no visten de rosa ni juegan a las casitas ni los lobos encuentran finalmente su lugar. Clementina y el mundo submarino, Vivan las uñas de colores o Con Tango son tres son algunas historias que le gusta leer a sus dos hijas a esta pareja de papás de Córdoba que abraza en su día a día el orgullo de ser libres para amar. Para construir su familia desde el respeto y la implicación.
Aunque son de la misma ciudad, Moisés y Rafa tardaron en coincidir. Pero, una vez que empezaron a hablar y tratarse, enseguida se dieron cuenta de que eran personas importantes el uno para el otro. Esa clase de persona que te permite «ser como eres». Con la que se pasa uno horas hablando, con la que nunca importa quedarse otro rato más...
Los dos tenían iniciado su proyecto de vida por separado y, posiblemente de no haberse encontrado en aquel momento, poco podrían haber compartido. Pero, como han comprobado a lo largo de su vida en común, «el destino se las ingenió, hizo de las suyas» y cruzó sus caminos. Desactivaron el piloto automático de la rutina, dejaron que todo fluyese y fue brotando el amor. «Cuando conocí a Rafa, pensé: ‘Yo me puedo sentir más realizado, hay proyectos que compartimos cien por cien los dos. Con él puedo ser realmente yo y no hay horizonte inalcanzable», expresa Moisés. El deseo de formar una familia, de tener hijos, estaba en el horizonte de uno y otro desde el inicio de la relación. «Lo pusimos sobre la mesa desde el primer momento. Era el sueño de los dos», recalca Rafa.
No tardaron en ver que su deseo común de formar una familia daba fuerza a un proyecto de vida y de hogar. Y, a pesar de que al principio el hecho de ser de un pueblo relativamente pequeño les hacía temer cómo podía desarrollarse la relación, no fue en absoluto difícil, el camino se hizo más sencillo que la perspectiva que en principio, antes de recorrerlo, tenían de él. «Todo salió de forma muy natural. Como cualquier otra familia que desea formar un hogar y tener hijos, la felicidad y el amor que lo impregnaba todo hizo que no solo fuese sencillo, sino además hermoso», subraya la pareja de orgullosos papás de Julia y Soledad.
¿La sociedad es acogedora con la diversidad sexual? «En nuestro entorno no hemos tenido problema, pero a nivel social hay que dar aún bastantes pasos, por desgracia cada vez más. Es una lucha que parece que hay que tener día a día sin desfallecer ni bajar la guardia; pequeños pasos atrás pueden ser un enorme retroceso», considera Moisés. En lo social, como en el ámbito administrativo y legal, hay mucho todavía que hacer, por normalizar, por equiparar. «Y vivimos con gran preocupación ideas políticas que están volviendo», manifiestan, «mensajes que van ganando fuerza, que no son solo cosa de cuatro locos. Mensajes de odio, que no son meras opiniones, que van en contra de los derechos sociales recogidos por nuestra Constitución y que han sido el fruto de una lucha incansable llevada a cabo por los que nos precedieron y que merecen todo nuestro respeto y compromiso más firme. No todas las opiniones pueden ser respetadas, muchas no solo no merecen respeto, sino que deben ser denunciadas».
Rafa y Moisés son personas reservadas, celosas de su vida privada, no porque sientan que hay algo que ocultar, viven con orgullo su amor y presumen de familia allá por donde van, pero es su forma de ser. Hay cosas que prefieren, como todos, guardarse para sí. Dicen no haber sentido la necesidad de ejercer un activismo directo. «Hemos vivido nuestra historia de una forma natural, como cualquier otra pareja que se enamora y ese fue nuestro activismo y nuestra forma de visibilizarlo», señalan. Esa es la fuerza de su relato, la paleta emocional que implica la sutileza.
Nadie hace de mamá
Cuando Julia llegó a sus vidas por adopción, la percepción fue diferente. Defender ese amor y esa familia que habían decidido construir con naturalidad comenzó a «adquirir mayor relevancia». Porque no querían que su hija tuviera que aguantar «que pudieran quitarle derechos o hacerle pensar que su familia es menos que otra (de las llamadas tradicionales o normales) o que está construida sobre algo que no sea un enorme amor».
Desde que llegó a su vida con 2 añitos, Julia vivió no tener una madre como algo natural. «Nuestra hija tiene desparpajo. Una vez estaba viendo unos peces en una tienda, y se le acercó la tendera y le dijo: ‘¿Te gustan?’. ‘Sí’. ‘Dile a tu mamá que te compre unos’. La niña le dijo: ‘Oye, amiga, que no tengo mamá, tengo dos papás’. Lo dijo con naturalidad, felicidad y orgullo. Nuestra hija sabe que hay familias diversas, que lo importante en la familia es sobre todo que haya amor. Lo tiene clarísimo. Los niños lo que necesitan son personas que les den amor, que les cubran sus necesidades. Y eso no tiene que ver con ser hombre o mujer. No es cuestión de sexo. A veces nos preguntan: ‘¿Y quién hace de mamá?’. ‘Nadie hace de mamá. Somos dos papás’», explica la pareja.
«En esta casa no hay mamá, somos dos papás y lavamos, fregamos, educamos, cuidamos y contamos cuentos los dos. No son tareas de mujer», dicen. La sombra de la figura del padre ausente no acecha su hogar.
Son dos padres felizmente ocupados. Cuando empezaron con el proyecto de la adopción, no dudaron que era para implicarse. Tuvieron claro desde un principio que querían adoptar, aunque subrayan que respetan cualquier opción. «Adoptar no es un camino fácil; a veces la espera desespera y los miedos intentan apoderarse de ti, pero ha sido el proyecto vital más hermoso en el que jamás nos hayamos podido embarcar. Nos unió mucho, nos fortaleció y sobre todo nos llevó a nuestras hijas, por eso siempre estaremos agradecidos. Gracias a la adopción tenemos la familia que siempre habíamos deseado, mucho más hermosa de lo que en algún momento nos atrevimos a soñar», dice Moisés, que matiza que «lo único a mejorar son los plazos, que se prolongan exclusivamente por motivos burocráticos». Lo demás lo ven en positivo.
Uno de los aspectos de su historia que les gusta recalcar es que «adoptar no es una obra de caridad». «No somos más valientes ni más generosos que cualquier persona que se convierte en padre o madre», manifiestan en Instagram. Sus niñas saben desde el principio que son adoptadas y lo llevan con orgullo, remarcan, pues no hay nada gris ni turbio que ocultar.
El sueño de Rafa y Moisés de ser una familia se ha cumplido por dos en ocho años. «Por mucho que lo hubiera soñado, no sería tan hermoso como está siendo. Y no es un cuento de hadas..., pero es la historia más bella que jamás hayamos podido imaginar...».
Julia y Soledad crecen juntas, arropadas por el amor de sus papás, que las educan en la libertad de ser como quieran ser, de vivir y sentir como les dicte el corazón, con el respeto siempre por bandera «sin hacer daño a nadie; esa es la única condición». En su hogar todas las preguntas son aceptadas. Todos los temas son bienvenidos, «sin excepción».
El color favorito de su hija mayor, que «sabe que no tiene por qué vestirse de rosa, que no hay cosas ni juegos de niños o de niñas, que cada uno debe hacer aquello que le haga feliz», es el arcoíris. Diversidad, respeto, libertad, igualdad, educación... son algunos de los valores de estos papás que luchan por sus niñas, «por un futuro más esperanzador e igualitario» para todas las familias, para todas las personas.