Sebastián Villasante: «Lo que estamos viendo en Argentina es un experimento a cielo abierto»
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![Protestas contra el Gobierno en Buenos Aires, Argentina.](https://img.lavdg.com/sc/vBHNcolvagDCgvMDISU8aMD0Cpc=/480x/2024/01/07/00121704643861331604994/Foto/j_20240107_170652000.jpg)
El profesor del departamento de Economía Aplicada de la USC cree que Milei se está enfrentando a una prueba de resiliencia democrática
08 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando habla del nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, Sebastián Villasante no puede ocultar cierto asombro. Es profesor del departamento de Economía Aplicada de la USC, director del EqualSea Lab —financiado por el Consejo Europeo de Investigación— e investigador del Instituto Cretus, y desde hace mucho tiempo sigue muy de cerca la situación en el país sudamericano.
«Todo fue una reacción contra el sistema, un voto castigo», dice. «Milei se presentó como un outsider [rebelde], sin partido, y consiguió reunir los votos de las villas miserias [los barrios de chabolas, que representan una gran parte de la población argentina] y algunas de las provincias más ricas y educadas culturalmente». Según Villasante, el resultado era de esperar: en América Latina, los candidatos oficialistas no han ganado desde el 2018, salvando el caso de Paraguay.
«Massa representaba la continuidad de un sistema claramente fallido y el partido que estaba destinado a ganar, Juntos por el Cambio, sufrió una crisis interna y perdió la oportunidad», describe el economista.
Lo que estamos viendo en Argentina es un experimento a cielo abierto. Milei ha entrado en un pulso en el que debe forzar la máquina, apretar las condiciones hasta cierto punto, con mucho cuidado de no perder el apoyo social. Es el único que tiene, de hecho, porque no llega a un tercio de diputados en ninguna de las cámaras y los presidentes de las provincias (equivalentes a las comunidades autónomas españolas) son de otros grupos políticos.
«Milei no tiene partido, no le dio tiempo de crearlo, y la popularidad siempre acaba cayendo cuando vienen los ajustes. En los últimos 30 años, 26 presidentes han sido destituidos constitucionalmente en América Latina. Es un riesgo que debe asumir este nuevo presidente, calibrar hasta dónde la gente puede llegar a aguantar», asegura Villasante.
Para enfrentarse a todo eso, a pesar de la inexperiencia que muchos señalan, el movimiento que Milei ha esgrimido deja ver una gran cintura política: ha colocado a Patricia Bullrich —la excandidata de Juntos por el Cambio y su antigua adversaria— en el Ministerio de Seguridad. Es ella la que ha adoptado las duras medidas contra los manifestantes y es su imagen, y no la de Milei, la que absorberá las consecuencias y el descontento.
Recuperar el esplendor
La propuesta del ultraliberal es clara: hacer que Argentina recupere su antiguo esplendor. «Si uno observa la base de datos del Maddison Project, por ejemplo, en la Universidad de Groninga, se dará cuenta de que el PIB de Argentina en 1896 estaba entre los seis más altos del mundo», recuerda Villasante. «Antes de la Primera Guerra Mundial, el país tenía un PIB per cápita de 6.000 dólares y en España teníamos aproximadamente la mitad. Pero hoy Argentina está en el puesto número 66, 67, por ahí. O sea, el retroceso es muy significativo».
Durante la campaña, Milei hizo constantes guiños al Gobierno de Carlos Menem, en los años noventa, porque la gente lo guarda en la memoria como uno de los últimos que consiguieron llegar a una cierta estabilidad económica. El libertario no ha dejado de lanzar referencias: ha repetido que, para él, el mejor Gobierno de la historia del país fue el de Menem, y su ministro de Economía el más sensato.
No es casualidad, entonces, que haya colocado como presidente de la Cámara de Diputados a Martín Menem, el sobrino del expresidente. Ahí no solamente hay una manifestación explícita de su admiración por esa época de la economía argentina, sino también un símbolo: la intención de captar a personas que metafóricamente representan aquellos años.
«Hay un libro muy interesante, que es de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt —subraya Villasante—. Se llama Cómo mueren las democracias, y básicamente lo que dice es que hoy las democracias no terminan con golpes de Estado ni con revoluciones, sino con leves quejidos, pequeños debilitamientos de instituciones esenciales como pueden ser el sistema jurídico, con el control de la prensa o la erosión de normas de la política tradicional». Pero el pueblo reacciona contra ese sistema. «Lo estamos viendo globalmente. Pasó en el Reino Unido, pasó con Trump, pasó con Bolsonaro... La elección de Milei demuestra que los argentinos reclaman un cambio, y ahora él se está enfrentando, en mi opinión, a una prueba de resiliencia democrática. Tiene el poder de revertir el debilitamiento que las instituciones han sufrido en los últimos años, pero está por ver si lo usa o no».