El Estado Islámico reivindica el atentado en Irán y eleva la tensión en Oriente Medio

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

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Simpatizantes de Hamás rodean el féretro que contiene el cadáver de Saleh al Aruri, el número dos de Hamás.
Simpatizantes de Hamás rodean el féretro que contiene el cadáver de Saleh al Aruri, el número dos de Hamás. MOHAMED AZAKIR | REUTERS

Hezbolá no desatará la guerra en el Líbano, pero responderá a cualquier ataque de Tel Aviv

05 ene 2024 . Actualizado a las 14:46 h.

Las tensiones en Oriente Medio continúan creciendo a medida que los diversos actores que intervienen en la guerra asimétrica entre Israel y Hamás cobran protagonismo. Ayer, el Estado Islámico y las milicias chiíes iraquíes Hashd al Shaabi —conocidas como Unidades de Movilización Popular— coquetearon con la idea de expandir el conflicto a otros países sin que haya una mediación internacional suficiente que pueda poner fin a la escalada de violencia.

El Estado Islámico, que opera en territorio persa desde el 2017 y cuya actividad se ha visto reducida tras la caída del califato de Irak y Siria, reivindicó el atentado de dos kamikazes que dejó 84 muertos en la ciudad de Kermán durante el cuarto aniversario del asesinato de Qasem Soleimani, general el general de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria iraní. Advirtieron a través de Telegram de que el ataque se cometió para que «los politeístas sepan que los yihadistas están detrás de ellos y sus proyectos».

Soleimani impulsó la creación de Hashd al Shaabi junto a jeques locales para derrotar al Estado Islámico en Irak. Esta milicia, que también llegó a integrar a cristianos y yazidíes, sufrió también un golpe ayer después de que la coalición internacional liderada por Estados Unidos matara al oficial Mushtaq Talib al Saidi en Bagdad, según la cadena local Al Sumaria. Un acto que podría traer graves consecuencias, teniendo en cuenta que la milicia ya está parcialmente integrada en el Ejército de Irak y, según el Gobierno de Al Sudani, «esta acción socava los entendimientos alcanzados previamente entre las Fuerzas Armadas iraquíes y la coalición internacional» al ser «un acto equivalente a actividades terroristas», por lo que amenazó con tomar «medidas disuasorias». Fuentes militares iraquíes aseguraron bajo anonimato que «la injerencia de Occidente en el país continúa desestabilizando la seguridad y la convivencia de Irak».

Pendientes del Líbano

Mientras Irak e Irán barajan posibilidades de represalias y venganzas, la situación entre Hezbolá e Israel no mejora. Si bien ayer Hasán Nasralá, líder de la milicia libanesa proiraní, predicaba en su mensaje televisado que la muerte de Saleh al Aruri —número dos de Hamás— inspiraría a otros agentes y ensuciaba la imagen internacional de Israel, también añadió que no serían ellos quienes lanzarían la primera piedra contra Israel en caso de que se iniciara una guerra, aunque tampoco actuarían de forma comedida. «Si el enemigo piensa en librar una guerra contra el Líbano, lucharemos sin restricciones, sin reglas y sin límites. Por ahora, estamos combatiendo en primera línea siguiendo cálculos meticulosos», dijo en su discurso.

Las palabras de Nasralá no tuvieron mucha credibilidad en Israel. El Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa, Herzi Halevi, anunció el refuerzo del despliegue militar en la zona durante al menos un año. «Vamos a cambiar nuestras medidas rutinarias de defensa porque tenemos que ser capaces de responder con mucha, mucha firmeza ante esta situación», aclaró. Sin embargo, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, apuntó que «Israel prefería resolver el conflicto militar con Hezbolá a través de mecanismos diplomáticos, pero el tiempo para ello es limitado». El secretario de Estado de EE.UU., Anthony Blinken, comenzará hoy una gira por Oriente Medio para intentar solventar dicha crisis.

Mientras, la situación en la Franja de Gaza continúa siendo dramática. Los ataques israelíes se cobraron la vida de 125 personas y dejaron 318 heridos, según los datos del Ministerio de Sanidad gazatí, lo que eleva la cifra total de muertos a 22.438 y a 57.614 los heridos. Israel focaliza sus ataque en Jan Yunis, mientras Rafah acoge a más de un millón de desplazados.