Òscar Camps, fundador de Open Arms: «La inacción de la UE en el mar Mediterráneo es un holocausto estructural»
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La oenegé rescató a 70.000 personas desde su fundación, hace ocho años
03 ene 2024 . Actualizado a las 22:49 h.Su vida cambió el día que vio la fotografía de un niño sirio ahogado en una playa. Desde entonces, y ya han pasado ocho años, el socorrista Òscar Camps (Barcelona, 1963) y su oenegé, Proactiva Open Arms, han rescatado del mar a 70.000 personas que huían de la guerra y el hambre. Mientras desayuna café con leche y galletas en la casa de su madre, en Santa Coloma de Farners, donde se reunirá con sus cuatro hijos y su nieta, denuncia que la inacción deliberada de la UE en el mar Mediterráneo es un «holocausto estructural».
—Todo comenzó en el 2015, después de ver el cadáver del pequeño Aylan Kurdi en una playa griega.
—Soy socorrista vocacional. Mi empresa llevaba 15 años gestionando la seguridad de las playas en toda España, y había acabado el verano. Todo el material se guarda en una nave hasta la temporada siguiente y lo puse a disposición de las autoridades griegas y españolas, de la Agencia Española de Cooperación Internacional, de Frontex y de Médicos Sin Fronteras. Nadie contestó, aunque el ofrecimiento era gratuito. Así que no me quedó otra que ver si podíamos ayudar. Compramos un par de billetes de avión a Atenas, llegamos a Lesbos y vimos que no había nadie ayudando y que esta gente moría en el mar. Tenía 15.000 euros y los invertí en llevar parte de mi equipo allí para estar un mes, pero llevamos ocho años.
—¿Lo peor y lo mejor de estos ocho años de Open Arms?
—Lo peor es la inacción deliberada en materia de salvamento marítimo en aguas internacionales por parte de la UE. Hubo una operación hasta el 2014 del Gobierno italiano que se llamaba Mare Nostrum, pero terminó y empezaron las muertes a nivel abrumador: en los últimos diez años, más de 35.000 muertos. Además de la persecución política y mediática, lo más dramático, los naufragios. Lo mejor es que sensibilizamos a la opinión pública porque el discurso era muy racista. Lo sigue siendo, pero cada vez menos.
—¿Cuántos barcos tienen y cuánta gente trabaja en la oenegé?
—Llegamos a tener tres, pero devolvimos un barco enorme que nos cedió un millonario porque durante la guerra de Ucrania el precio del combustible se dobló y bajaron las donaciones debido a la pandemia. Seguimos teniendo el Astral y el Open Arms. Más de 400 voluntarios han trabajado en nuestros barcos y otro grupo numeroso, en tierra. Más del 90 % de nuestra financiación es privada. El eje del derecho marítimo es la protección de la vida en el mar y no se está cumpliendo.
—¿A cuántas personas ha salvado la vida Open Arms en ocho años?
—Prácticamente a 70.000 personas tras la última misión. Una inmensa mayoría, unos 27.000 en Siria, del 2015 al 2016. Y cuando nos trasladamos al Mediterráneo central, a ciudadanos de Níger, Congo, Costa de Marfil, Senegal...
—¿La crisis migratoria en Canarias y Lampedusa se debe solo a la mar en calma?
—Las condiciones meteorológicas son vitales; si son malas no se sale. Pero si países sin solvencia democrática, como Libia y Túnez, negocian condiciones económicas con Europa para detener la migración, en cuatro o cinco días pueden salir de Túnez 15.000 personas hacia Lampedusa. También lo hacen Mohamed VI, Erdogan, y las milicias libias.
—¿Qué siente al salvar una vida?
—No te das cuenta en ese momento porque te sobrepasa la situación; hay gritos e intentas salvar a los máximos posibles. Ni piensas ni sientes ni padeces. Pero un día me invitaron a un partido en el Nou Camp y había 65.000 personas, y me di cuenta. Pensé que de allí saldrían científicos, políticos, inventores...
—¿La inacción de la UE en el mar Mediterráneo es una estrategia?
—Es un holocausto estructural. Europa, en 1942, utilizaba gas y, ahora, en el siglo XXI, usa el mar. La UE tiene Frontex, que escanea el Mediterráneo con satélites, radares y drones, así que sabe todo y no comunica nada. Cuando huyes de Yemen, si no eres fusilado en la frontera con Arabia Saudí, piensas en salvar la vida: no te detiene ni una alambrada ni un río ni un mar. Hay muchos conflictos de los que huir de África, donde hay 1.219 millones de personas con una edad media de 18 años.
—Meloni los multó y les inmovilizó un barco por rescatar más de una patera en el mismo día.
—Dos multas de 10.000 euros y dos retenciones de 20 días en un mes y medio. El decreto Meloni es absolutamente ilegal. Salvini prohibió a los humanitarios entrar en aguas territoriales, lo impugnamos y lo tumbamos. Él nos bloqueó y acabó en un juicio en el que le pueden caer 15 años de cárcel por secuestro. Ahora, Meloni quiere obstaculizar nuestro trabajo dándonos puertos lejanos, a 4 o 5 días, para que consumamos mucho combustible. Hace un mes y medio, Lampedusa se quedó sin combustible y la guardia costera no podía salir a rescatar, así que coordinó nuestros barcos para hacer 17 operaciones de rescate en una semana. Y cuando tuvo combustible, Meloni nos bloqueó. Es inaudito; es política-espectáculo.
—¿El texto sobre migración que no se aprobó en la cumbre de Granada legaliza la mala praxis?
—Sí, las devoluciones en caliente y las deportaciones que están haciendo de forma encubierta las quieren legalizar. Hemos demandado a las milicias libias por abandonar a gente viva a la deriva o devolverlos a un país en guerra.
—Grecia remolcó este verano un barco con 750 personas fuera de sus aguas que acabó volcando.
—Sí, fui con una comisión del Parlamento Europeo al campo de refugiados donde estaban algunos supervivientes y nos dijeron que la maniobra fue delictiva, su intención no era remolcarlos. Y una vez volcados, el rescate empezó 45 minutos después, pese a que había cinco barcos de la guardia costera alrededor. Hubo 700 muertos, entre ellos casi 200 mujeres y niños. Eso es lo que hace Europa.
—La Conferencia Episcopal aprobó un libro de religión para niños en el que sale usted como un héroe.
—No lo sabía. El papa me recibió, le expuse la situación en el Mediterráneo y hemos mantenido la relación. Sabe que no practico, pero cree que soy un buen samaritano.
«Los radicalizados no vienen en una patera»
—¿Cómo surgió su campaña: «Si nosotros somos criminales, hazte criminal. Únete a la banda»?
—Fue gracioso porque el fiscal antimafia de Catania, en Sicilia, de ultraderecha, solo podía enjuiciarnos si éramos un grupo criminal, así que lo intentó, pero el juez lo tumbó. Fue esperpéntico. Los que más nos criticaron están cayendo, como Salvini y el expresidente de Frontex, Fabrice Leggeri, acusados de devoluciones en caliente.
—¿Trabajan también en Canarias?
—En la pandemia, pero es que Salvamento Marítimo actúa muy bien y rápido, es civil y su misión es salvar. Es un muy buen ejemplo de lo que deberían tener los países.
—El reparto por la Península de migrantes ha originado xenofobia.
—No hay más manipulación que la del discurso racista de la extrema derecha. Solo un 35 % de la migración irregular viene por mar. En Europa hay 25 millones de musulmanes. Los que están radicalizados nacieron en Europa, no vienen en una patera.
—Colaboran con Ucrania y Siria.
—Fuimos a Siria porque es un país en guerra y nadie fue. Mandamos nuestro barco a Odesa, en Ucrania, con 200 toneladas de comida, en colaboración con José Andrés. Hicimos 15 vuelos humanitarios a Canadá, España e Italia, y nos dieron la medalla de Isabel II. Fuimos a Islamabad y trajimos a 250 mujeres y niñas, entre ellas, el equipo femenino ciclista de Afganistán. En la pandemia, llevamos equipos respiratorios a la India y 40 toneladas de comida a Mozambique porque había una hambruna y el papa nos lo pidió.
—Tiene una vida de novela.
—Nunca había imaginado una vida así, y menos a partir de los 50 años. Quería jubilarme, pero no puedo; el personaje me ha barrido.